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PSOE: el enemigo en casa

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El PSOE de Pedro Sánchez se ha convertido en una jaula de grillos y amenaza con acabar como el Rosario de la Aurora. Las aguas bajan revueltas en el otrora bastión de la izquierda española.

Ya se sabe que el cainismo es uno de los deportes olímpicos de esta tierra, y en la casa de Pablo Iglesias (y no me refiero al coletas) se ha abierto la veda y así andan enfrascados en una especie de suicidio colectivo desatado por viejas rencillas y luchas de poder intestinas que no son otra cosa que el afán de protagonismo de los que deambulan entre bambalinas preparando el jaque mate al bueno de Pedro.

Algunos coadyuvaron a entronizar a Sánchez pensando que iba a ser una especie de “kit-kat”, un interludio hasta la aparición mesiánica del futuro secretario general in aeternum. Pero no contaban con que Pedro se lo iba a tomar en serio, que iba a diseñar su personal estrategia de imagen y que iba a intentar ser un secretario general en serio y no de cascarilla como otros esperaban. Y ahí comenzaron los nervios. Susana Díaz amagando de cuando en cuando y pretendiendo teledirigir a su propio secretario general, José Bono, Rodríguez Zapatero y Emiliano García-Page reuniéndose con Pablo Iglesias (esta vez sí, el coletas) a la sombra de los pinos y un sinfín de traiciones que recuerdan a los idus de marzo que terminó con la República de Julio César de manos de su “amado” Bruto & cía. Es tal el guirigay que hay montado que algunos dirigentes socialistas, como el aspirante a la alcaldía de Guadalajara, Daniel Jiménez, ha venido a suplicar: “Pedimos a nuestros altos cargos que nos dejen trabajar y, si tienen cuentas que saldar, que lo hagan internamente”, porque saben que la intensidad de la peleíta familiar es directamente proporcional a la pérdida de confianza de los electores, que es tanto como decir al descalabro electoral.

No hay más que echar mano de las hemerotecas para recordar que el PSOE ha perdido la hegemonía de aquellos famosos 9 millones de votos que alcanzó Felipe González (con un 40% del electorado) o el récord de los 11 millones de ZP (con el 43% del censo), hasta quedarse en un escuálido 23% de pronóstico actual de voto que le confiere la lealtad de poco más de 3,5 millones de españoles. Algo pasa en la casa del PSOE, algo grave, y es que no hay nada peor que tener al enemigo en el dormitorio e incluso encamado en el catre.

Ya lo dijo el exministro Pío Cabanillas: “¡Al suelo, que vienen los nuestros!”.

PSOE: el enemigo en casa

José Sarria
lunes, 26 de enero de 2015, 08:04 h (CET)
El PSOE de Pedro Sánchez se ha convertido en una jaula de grillos y amenaza con acabar como el Rosario de la Aurora. Las aguas bajan revueltas en el otrora bastión de la izquierda española.

Ya se sabe que el cainismo es uno de los deportes olímpicos de esta tierra, y en la casa de Pablo Iglesias (y no me refiero al coletas) se ha abierto la veda y así andan enfrascados en una especie de suicidio colectivo desatado por viejas rencillas y luchas de poder intestinas que no son otra cosa que el afán de protagonismo de los que deambulan entre bambalinas preparando el jaque mate al bueno de Pedro.

Algunos coadyuvaron a entronizar a Sánchez pensando que iba a ser una especie de “kit-kat”, un interludio hasta la aparición mesiánica del futuro secretario general in aeternum. Pero no contaban con que Pedro se lo iba a tomar en serio, que iba a diseñar su personal estrategia de imagen y que iba a intentar ser un secretario general en serio y no de cascarilla como otros esperaban. Y ahí comenzaron los nervios. Susana Díaz amagando de cuando en cuando y pretendiendo teledirigir a su propio secretario general, José Bono, Rodríguez Zapatero y Emiliano García-Page reuniéndose con Pablo Iglesias (esta vez sí, el coletas) a la sombra de los pinos y un sinfín de traiciones que recuerdan a los idus de marzo que terminó con la República de Julio César de manos de su “amado” Bruto & cía. Es tal el guirigay que hay montado que algunos dirigentes socialistas, como el aspirante a la alcaldía de Guadalajara, Daniel Jiménez, ha venido a suplicar: “Pedimos a nuestros altos cargos que nos dejen trabajar y, si tienen cuentas que saldar, que lo hagan internamente”, porque saben que la intensidad de la peleíta familiar es directamente proporcional a la pérdida de confianza de los electores, que es tanto como decir al descalabro electoral.

No hay más que echar mano de las hemerotecas para recordar que el PSOE ha perdido la hegemonía de aquellos famosos 9 millones de votos que alcanzó Felipe González (con un 40% del electorado) o el récord de los 11 millones de ZP (con el 43% del censo), hasta quedarse en un escuálido 23% de pronóstico actual de voto que le confiere la lealtad de poco más de 3,5 millones de españoles. Algo pasa en la casa del PSOE, algo grave, y es que no hay nada peor que tener al enemigo en el dormitorio e incluso encamado en el catre.

Ya lo dijo el exministro Pío Cabanillas: “¡Al suelo, que vienen los nuestros!”.

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