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Sería posible un cristianismo no religioso que estaría basado en la fraternidad, la solidaridad y la compasión

​Vattimo

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La filosofía actual se desarrolla con planteamientos hermenéuticos críticos o con formas de interpretación que se profundizan desde la actitud dialógica y discursiva y desde las reflexiones sobre la complejidad del presente.

Gianni Vattimo es uno de los mejores filósofos vivos en este siglo XXI. Nació en 1936 en Turín y enseñó en Los Ángeles y Nueva York. También fue profesor de filosofía teórica en la Universidad de Turín. Se ha jubilado como profesor en 2008.

Es un prolífico autor de libros de filosofía. Es un pensador que defiende el pensamiento débil que huye de las certezas y fundamentos inamovibles en relación con las teorías sobre el hombre, Dios, la historia y los valores. En realidad, es un pensamiento fuerte, ya que se cuestiona todo de modo absoluto.

Por ejemplo, sería posible un cristianismo no religioso que estaría basado en la fraternidad, la solidaridad y la compasión desde planteamientos que afirman la justicia social y universal.

Que la historia esté guiada por las leyes del progreso y de la superación como se pensaba en el iluminismo ilustrado del siglo de las luces, según el pensamiento de Vattimo no es posible. El cartesianismo parece que ya no es una referencia fiable, desde la perspectiva del pensamiento débil o posmoderno.


Ciertamente, la riqueza de matices que ofrece el cuestionamiento interpretativo de la realidad y de opiniones y pensamientos es algo que potencia la actividad filosófica hasta extremos increíbles. De este modo, la labor de la filosofía no es meramente teorética o especulativa, puesto que se amplía de una manera inmensa.


Y esto mismo es una estructura de posible conexión con el mundo o universo digital en el que vivimos, con todas las consecuencias imaginables que saltan a la vista.

Los retos a los que se enfrentan las personas en nuestro planeta son enormes y pueden ser superados con éxito. Y una parte fundamental del mismo es el resultado de la aplicación de una actividad reflexiva extraordinariamente crítica y que busca soluciones y cambios que impulsen un mejoramiento de las condiciones humanas de vida.


Desde formas de reflexión rígidas todo sería más complicado. En cambio, con la inteligencia artificial y con los avances de las ciencias y de la tecnología se están creando nuevos modos de afrontar los problemas. Estamos asistiendo a un cambio de paradigma sin precedentes en el campo del conocimiento. Esto también afecta a las formas de vida que están cambiando, de forma perceptible, con el paso de los años y a un ritmo creciente.


Se está creando un nuevo mundo. Las transformaciones causadas por la digitalización ofrecen unas posibilidades de renovación de las costumbres y actitudes humanas de las que todavía, tal vez, la gente no es totalmente consciente.


Partiendo de esta situación de cambio tecnológico es evidente que la ciencia, el conocimiento o la filosofía crecen en dinamismo de un modo acelerado. Lo que, sin ninguna duda, no debe ser olvidado es la dignidad de la persona y un planteamiento humanista general que nos beneficia a todos. La tolerancia a las ideas y opiniones de los demás es la clave de bóveda que debe estar presente en el intercambio intelectual de una manera continua.

El respeto es otro valor esencial que también es absolutamente necesario en la discusión razonada y argumentada de cualquier cuestión. La dialéctica interpretativa no tiene un final que pueda ser fijado anticipadamente.


En este sentido, los planteamientos de Gadamer siguen operando de una forma eficiente y sirven de estímulo cognitivo para todos. Sin embargo, no conviene quedarse en las ideas es preciso pasar a acción. La tarea de la actividad política, por ejemplo en Europa, debería ser inmensa.


Considero que en las sociedades digitalizadas del presente y del futuro las posibilidades de progreso y bienestar que se abren pueden ser aprovechadas desde planteamientos democráticos racionales y coherentes.


El denominado Estado del Bienestar podría ser una realidad alcanzable, si los Gobiernos de los países gobiernan adecuadamente buscando el beneficio de todos los ciudadanos o el interés general de verdad. De lo contrario, seguiremos en manos de las políticas neoliberales del capitalismo salvaje y depredador que pretende el exclusivo beneficio económico de una minoría. Es el dilema al que nos enfrentamos en los próximos años y lustros.


En todo caso, parece deseable pensar de forma positiva y confiar en que el desarrollo vertiginoso de la tecnología de la era digital cree prosperidad para todos y de una manera sostenible.

​Vattimo

Sería posible un cristianismo no religioso que estaría basado en la fraternidad, la solidaridad y la compasión
José Manuel López García
viernes, 13 de noviembre de 2020, 01:57 h (CET)

La filosofía actual se desarrolla con planteamientos hermenéuticos críticos o con formas de interpretación que se profundizan desde la actitud dialógica y discursiva y desde las reflexiones sobre la complejidad del presente.

Gianni Vattimo es uno de los mejores filósofos vivos en este siglo XXI. Nació en 1936 en Turín y enseñó en Los Ángeles y Nueva York. También fue profesor de filosofía teórica en la Universidad de Turín. Se ha jubilado como profesor en 2008.

Es un prolífico autor de libros de filosofía. Es un pensador que defiende el pensamiento débil que huye de las certezas y fundamentos inamovibles en relación con las teorías sobre el hombre, Dios, la historia y los valores. En realidad, es un pensamiento fuerte, ya que se cuestiona todo de modo absoluto.

Por ejemplo, sería posible un cristianismo no religioso que estaría basado en la fraternidad, la solidaridad y la compasión desde planteamientos que afirman la justicia social y universal.

Que la historia esté guiada por las leyes del progreso y de la superación como se pensaba en el iluminismo ilustrado del siglo de las luces, según el pensamiento de Vattimo no es posible. El cartesianismo parece que ya no es una referencia fiable, desde la perspectiva del pensamiento débil o posmoderno.


Ciertamente, la riqueza de matices que ofrece el cuestionamiento interpretativo de la realidad y de opiniones y pensamientos es algo que potencia la actividad filosófica hasta extremos increíbles. De este modo, la labor de la filosofía no es meramente teorética o especulativa, puesto que se amplía de una manera inmensa.


Y esto mismo es una estructura de posible conexión con el mundo o universo digital en el que vivimos, con todas las consecuencias imaginables que saltan a la vista.

Los retos a los que se enfrentan las personas en nuestro planeta son enormes y pueden ser superados con éxito. Y una parte fundamental del mismo es el resultado de la aplicación de una actividad reflexiva extraordinariamente crítica y que busca soluciones y cambios que impulsen un mejoramiento de las condiciones humanas de vida.


Desde formas de reflexión rígidas todo sería más complicado. En cambio, con la inteligencia artificial y con los avances de las ciencias y de la tecnología se están creando nuevos modos de afrontar los problemas. Estamos asistiendo a un cambio de paradigma sin precedentes en el campo del conocimiento. Esto también afecta a las formas de vida que están cambiando, de forma perceptible, con el paso de los años y a un ritmo creciente.


Se está creando un nuevo mundo. Las transformaciones causadas por la digitalización ofrecen unas posibilidades de renovación de las costumbres y actitudes humanas de las que todavía, tal vez, la gente no es totalmente consciente.


Partiendo de esta situación de cambio tecnológico es evidente que la ciencia, el conocimiento o la filosofía crecen en dinamismo de un modo acelerado. Lo que, sin ninguna duda, no debe ser olvidado es la dignidad de la persona y un planteamiento humanista general que nos beneficia a todos. La tolerancia a las ideas y opiniones de los demás es la clave de bóveda que debe estar presente en el intercambio intelectual de una manera continua.

El respeto es otro valor esencial que también es absolutamente necesario en la discusión razonada y argumentada de cualquier cuestión. La dialéctica interpretativa no tiene un final que pueda ser fijado anticipadamente.


En este sentido, los planteamientos de Gadamer siguen operando de una forma eficiente y sirven de estímulo cognitivo para todos. Sin embargo, no conviene quedarse en las ideas es preciso pasar a acción. La tarea de la actividad política, por ejemplo en Europa, debería ser inmensa.


Considero que en las sociedades digitalizadas del presente y del futuro las posibilidades de progreso y bienestar que se abren pueden ser aprovechadas desde planteamientos democráticos racionales y coherentes.


El denominado Estado del Bienestar podría ser una realidad alcanzable, si los Gobiernos de los países gobiernan adecuadamente buscando el beneficio de todos los ciudadanos o el interés general de verdad. De lo contrario, seguiremos en manos de las políticas neoliberales del capitalismo salvaje y depredador que pretende el exclusivo beneficio económico de una minoría. Es el dilema al que nos enfrentamos en los próximos años y lustros.


En todo caso, parece deseable pensar de forma positiva y confiar en que el desarrollo vertiginoso de la tecnología de la era digital cree prosperidad para todos y de una manera sostenible.

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