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Opinión
Etiquetas | GOBIERNO | Pedro Sánchez
No le preocuparon los miles y miles de muertos que arrastró la pandemia, como no le preocupa malgastar los dineros públicos

'Pavo real' en Moncloa

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Hay motivos más que suficientes para que dimita el presidente del Gobierno: desde la incompetencia que mostró en marzo con la extensión del coronavirus hasta el engaño sobre el dinero que se recibirá de Europa, pasando por la falsedad de su tesis y otras lindezas.

No hay duda de que la irresponsabilidad acorrala al presidente Sánchez. De forma torticera se ha lavado las manos y ha dejado a las comunidades la responsabilidad de adoptar medidas sobre la pandemia. Entiendo que un presidente debe servir al pueblo en vez de servirse de él. La historia no podrá juzgarlo de otra forma que no sea como nefasto, imprudente e irreflexivo.

Echarse por la parte de fuera es muy propio de este “pavo real” que habita en Moncloa y encarga organizarle recepciones cada vez que patina en Europa o hace el ridículo como en él es habitual. Ha demostrado su incapacidad para cooperar y colaborar con las autonomías. Si no figura, destaca o le quitan el margen para el pavoneo no es feliz y deja tirados a los presidentes que, dicho sea de paso, se están dejando la piel en el empeño para salir de una situación que sobrepasa a cualquiera.

Hace unos días me comentaba un compañero de los medios de comunicación que Pedro Sánchez no podía ver ni en pintura a la presidenta de Madrid. Y me daba una triple explicación que resumo en tres ‘flashes’: la primera porque es mujer y no es dócil, además de estar mucho más preparada que él para la gestión de ideas y equipos; la segunda, porque siempre demuestra que sus medidas van por delante de las del Gobierno y funcionan; la tercera es que Ayuso ha sacado la cabeza en un partido sumiso, acobardado y preocupado por los complejos que atenazan desde siempre a la “derechita cobarde”. Se podrá estar de acuerdo, o no, pero la realidad es una y visible.

A nuestro “pavo real” sólo le interesa que la población piense que Madrid se ha salvado gracias a él, sin pensar en el daño que ha hecho a los madrileños. Los complejos que arrastra un narcisista no se trabajan ni superan de la noche a la mañana. El machismo, que también le echó en cara Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, no le permite asumir que una mujer le haga sombra y como el entoldamiento de Díaz Ayuso es muy alargado pues siempre acaba aturdido y desnortado. Compañeros de partido, cercanos a él, no se han escondido para decir que “ese machismo en su ADN le ciega y bloquea siempre”.

A pesar del grotesco narcisismo que le lleva al pavoneo desmedido, Pedro Sánchez se marchó de vacaciones, dejó la responsabilidad de la gestión de la pandemia en manos de las autonomías y decidió “tirarse a la Bartola” aun sabiendo que había dejado el trabajo sin hacer. Las comunidades carecían de los medios necesarios y, además, se esperaba una segunda fase de la pandemia que no se podría contener. Para un “Narciso” lo primero es él, después él y allá a lo lejos también él. Prevalece el “yoísmo”: primero las vacaciones de él y ya se verá qué se hace en caso de rebrote.

También los acólitos de nuestro “pavo real” se marcharon ociosos mientras miles de familias seguían sin cobrar ERTE; el IMV no se gestionaba adecuadamente; el SEPE estaba desbordado y las medidas para el inicio del curso escolar se dejaban para el último día.

Con 17 autonomías nos parecemos al ejército de Doroteo Arango. No entiendo que el “pavo real” haya desdeñado el mando único para adoptar decisiones y unificar éstas. Es una prueba más de que le preocupan el desgaste y los votos. No le preocuparon los miles y miles de muertos que arrastró la pandemia, como no le preocupa malgastar los dineros públicos, aprovecharse del erario público para él y sus amigos. Ni siquiera la Fiscalía Anticorrupción le dice que eso es abuso, malversación, tráfico de influencias y corrupción. ¿A que ven al ejército de Pancho Villa por todas partes y en casi todas medidas que proceden del “pavo real” de Moncloa?

Supongo que a alguien se le ocurrirá controlar las entradas desde otros países. A los españoles no se nos da ni un milímetro de confianza en el exterior, ni nos dejan entrar sin un control exhaustivo, cuarentena incluida. El presidente, Sánchez, pretender actuar como el mal fontanero que se pone a reparar una fuga sin cortar el agua de la general. Nadie me va a convencer de que esta crisis mostrará la ineficiencia de las 17 ‘taifas’ que tanto nos cuesta mantener.

Desde el inicio de la pandemia veo a un presidente dado al excesivo pavoneo cuando sabe que hay cámaras, pero excesivamente maquiavélico, resentido, aturdido y vengativo. Con la que está cayendo no le creo capaz de sacar este país adelante. En la situación ruinosa de España, en la fuga de capitales de la Bolsa, en el cierre de miles de empresas, en la condena de miles de autónomos, en el destrozo de miles de familias, en el abandono a los más necesitados y en la violencia extendida desde la extrema izquierda, Pedro Sánchez, nuestro “pavo real”, tiene mucha responsabilidad y dejadez añadida. 

'Pavo real' en Moncloa

No le preocuparon los miles y miles de muertos que arrastró la pandemia, como no le preocupa malgastar los dineros públicos
Jesús  Salamanca
martes, 3 de noviembre de 2020, 12:01 h (CET)

Hay motivos más que suficientes para que dimita el presidente del Gobierno: desde la incompetencia que mostró en marzo con la extensión del coronavirus hasta el engaño sobre el dinero que se recibirá de Europa, pasando por la falsedad de su tesis y otras lindezas.

No hay duda de que la irresponsabilidad acorrala al presidente Sánchez. De forma torticera se ha lavado las manos y ha dejado a las comunidades la responsabilidad de adoptar medidas sobre la pandemia. Entiendo que un presidente debe servir al pueblo en vez de servirse de él. La historia no podrá juzgarlo de otra forma que no sea como nefasto, imprudente e irreflexivo.

Echarse por la parte de fuera es muy propio de este “pavo real” que habita en Moncloa y encarga organizarle recepciones cada vez que patina en Europa o hace el ridículo como en él es habitual. Ha demostrado su incapacidad para cooperar y colaborar con las autonomías. Si no figura, destaca o le quitan el margen para el pavoneo no es feliz y deja tirados a los presidentes que, dicho sea de paso, se están dejando la piel en el empeño para salir de una situación que sobrepasa a cualquiera.

Hace unos días me comentaba un compañero de los medios de comunicación que Pedro Sánchez no podía ver ni en pintura a la presidenta de Madrid. Y me daba una triple explicación que resumo en tres ‘flashes’: la primera porque es mujer y no es dócil, además de estar mucho más preparada que él para la gestión de ideas y equipos; la segunda, porque siempre demuestra que sus medidas van por delante de las del Gobierno y funcionan; la tercera es que Ayuso ha sacado la cabeza en un partido sumiso, acobardado y preocupado por los complejos que atenazan desde siempre a la “derechita cobarde”. Se podrá estar de acuerdo, o no, pero la realidad es una y visible.

A nuestro “pavo real” sólo le interesa que la población piense que Madrid se ha salvado gracias a él, sin pensar en el daño que ha hecho a los madrileños. Los complejos que arrastra un narcisista no se trabajan ni superan de la noche a la mañana. El machismo, que también le echó en cara Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, no le permite asumir que una mujer le haga sombra y como el entoldamiento de Díaz Ayuso es muy alargado pues siempre acaba aturdido y desnortado. Compañeros de partido, cercanos a él, no se han escondido para decir que “ese machismo en su ADN le ciega y bloquea siempre”.

A pesar del grotesco narcisismo que le lleva al pavoneo desmedido, Pedro Sánchez se marchó de vacaciones, dejó la responsabilidad de la gestión de la pandemia en manos de las autonomías y decidió “tirarse a la Bartola” aun sabiendo que había dejado el trabajo sin hacer. Las comunidades carecían de los medios necesarios y, además, se esperaba una segunda fase de la pandemia que no se podría contener. Para un “Narciso” lo primero es él, después él y allá a lo lejos también él. Prevalece el “yoísmo”: primero las vacaciones de él y ya se verá qué se hace en caso de rebrote.

También los acólitos de nuestro “pavo real” se marcharon ociosos mientras miles de familias seguían sin cobrar ERTE; el IMV no se gestionaba adecuadamente; el SEPE estaba desbordado y las medidas para el inicio del curso escolar se dejaban para el último día.

Con 17 autonomías nos parecemos al ejército de Doroteo Arango. No entiendo que el “pavo real” haya desdeñado el mando único para adoptar decisiones y unificar éstas. Es una prueba más de que le preocupan el desgaste y los votos. No le preocuparon los miles y miles de muertos que arrastró la pandemia, como no le preocupa malgastar los dineros públicos, aprovecharse del erario público para él y sus amigos. Ni siquiera la Fiscalía Anticorrupción le dice que eso es abuso, malversación, tráfico de influencias y corrupción. ¿A que ven al ejército de Pancho Villa por todas partes y en casi todas medidas que proceden del “pavo real” de Moncloa?

Supongo que a alguien se le ocurrirá controlar las entradas desde otros países. A los españoles no se nos da ni un milímetro de confianza en el exterior, ni nos dejan entrar sin un control exhaustivo, cuarentena incluida. El presidente, Sánchez, pretender actuar como el mal fontanero que se pone a reparar una fuga sin cortar el agua de la general. Nadie me va a convencer de que esta crisis mostrará la ineficiencia de las 17 ‘taifas’ que tanto nos cuesta mantener.

Desde el inicio de la pandemia veo a un presidente dado al excesivo pavoneo cuando sabe que hay cámaras, pero excesivamente maquiavélico, resentido, aturdido y vengativo. Con la que está cayendo no le creo capaz de sacar este país adelante. En la situación ruinosa de España, en la fuga de capitales de la Bolsa, en el cierre de miles de empresas, en la condena de miles de autónomos, en el destrozo de miles de familias, en el abandono a los más necesitados y en la violencia extendida desde la extrema izquierda, Pedro Sánchez, nuestro “pavo real”, tiene mucha responsabilidad y dejadez añadida. 

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