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Comprenderán que este no es el momento de valorar su aportación al flamenco. Eso ya lo han hecho muchos comentaristas. Hoy quiero poner de manifiesto que Vicente Castro Jiménez, Parrita, fue un fiel seguidor de su estirpe flamenca, genuinamente gitana, que siguió las huellas de su hermano mayor “El Peti”, ganador del prestigioso Festival del Cante de las Minas.

¡No hay mal que por bien no venga!

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La situación actual que nos impide asistir a celebraciones de cualquier tipo va a conseguir cargarse por este año esa nueva costumbre de los españolitos, embobados y atrapados ante todo lo que venga de fuera o se escriba en inglés, de ¿celebrar? la fiesta de los santos y los difuntos.

Durante mi infancia y juventud se acostumbraban a vivir estas fechas asistiendo a misa y visitando los cementerios. En mi casa se comían rosetas (palomitas) de maíz y se llamaba por teléfono a los parientes más lejanos. Posteriormente, esas reuniones alrededor de una mesa de camilla desaparecieron, al mismo tiempo que esas maravillosas mesas redondas con una “copa” encendida en su interior. Ahora ese mueble se ha convertido en una especie de tira de madera para poner el mando del dios televisión.

En la última década se ha querido contrarrestar esa costumbre cristiana con una réplica bastante mal pensada. En vez de rezar por los difuntos, se invoca a los demonios. El personal se aprovecha para beberse hasta los floreros vestidos de zombis o de bailarines del “triller” (película de miedo) de Michael Jackson (maiquel yason).

La mayoría de los niños se visten de harapos; de brujas o de diablos, encienden calabazas y preguntan “truco o trato”, (parece ser que dicen que o les das algo o te hacen una trastada). A los que quieren mantener la costumbre cristiana, se les disfraza de una especie de santitos de opereta de dudoso gusto. Supongo que dirán otra frase que se escapa a mi imaginación.

Creo que lo que procede es volver a las viejas raíces. Los creyentes, a rezar por y a sus fallecidos, y los no creyentes, a recordar con cariño a sus parientes y amigos que dejaron este mundo.

Leo en la prensa que se están celebrando en Málaga sesiones del “Death café” (Muerte y café) otro anglicismo mal parido; una palabra en inglés y otra en castellano. En esos encuentros se aprende a vivir la situación de duelo o a elucubrar sobre la muerte. Todo muy agradable. Adecuado para elevar la moral de esta sociedad “acongojada” por la pandemia. Viva el optimismo. A lo mejicano.

Guardemos nuestras ganas de fiesta para cuando podamos reunirnos, abrazarnos y bebernos lo que podamos. Ese día, que habrá que instituirlo, se podrá denominar como “A tomar por… la pandemia” o “Viva la vida”. Alguien se encargará en ponerlo en inglés.

Feliz día de Todos los Santos para todos. Especialmente para esos santos de a pie que dedican su vida a hacer más felices a los demás.

¡No hay mal que por bien no venga!

Comprenderán que este no es el momento de valorar su aportación al flamenco. Eso ya lo han hecho muchos comentaristas. Hoy quiero poner de manifiesto que Vicente Castro Jiménez, Parrita, fue un fiel seguidor de su estirpe flamenca, genuinamente gitana, que siguió las huellas de su hermano mayor “El Peti”, ganador del prestigioso Festival del Cante de las Minas.
Manuel Montes Cleries
viernes, 30 de octubre de 2020, 11:32 h (CET)

La situación actual que nos impide asistir a celebraciones de cualquier tipo va a conseguir cargarse por este año esa nueva costumbre de los españolitos, embobados y atrapados ante todo lo que venga de fuera o se escriba en inglés, de ¿celebrar? la fiesta de los santos y los difuntos.

Durante mi infancia y juventud se acostumbraban a vivir estas fechas asistiendo a misa y visitando los cementerios. En mi casa se comían rosetas (palomitas) de maíz y se llamaba por teléfono a los parientes más lejanos. Posteriormente, esas reuniones alrededor de una mesa de camilla desaparecieron, al mismo tiempo que esas maravillosas mesas redondas con una “copa” encendida en su interior. Ahora ese mueble se ha convertido en una especie de tira de madera para poner el mando del dios televisión.

En la última década se ha querido contrarrestar esa costumbre cristiana con una réplica bastante mal pensada. En vez de rezar por los difuntos, se invoca a los demonios. El personal se aprovecha para beberse hasta los floreros vestidos de zombis o de bailarines del “triller” (película de miedo) de Michael Jackson (maiquel yason).

La mayoría de los niños se visten de harapos; de brujas o de diablos, encienden calabazas y preguntan “truco o trato”, (parece ser que dicen que o les das algo o te hacen una trastada). A los que quieren mantener la costumbre cristiana, se les disfraza de una especie de santitos de opereta de dudoso gusto. Supongo que dirán otra frase que se escapa a mi imaginación.

Creo que lo que procede es volver a las viejas raíces. Los creyentes, a rezar por y a sus fallecidos, y los no creyentes, a recordar con cariño a sus parientes y amigos que dejaron este mundo.

Leo en la prensa que se están celebrando en Málaga sesiones del “Death café” (Muerte y café) otro anglicismo mal parido; una palabra en inglés y otra en castellano. En esos encuentros se aprende a vivir la situación de duelo o a elucubrar sobre la muerte. Todo muy agradable. Adecuado para elevar la moral de esta sociedad “acongojada” por la pandemia. Viva el optimismo. A lo mejicano.

Guardemos nuestras ganas de fiesta para cuando podamos reunirnos, abrazarnos y bebernos lo que podamos. Ese día, que habrá que instituirlo, se podrá denominar como “A tomar por… la pandemia” o “Viva la vida”. Alguien se encargará en ponerlo en inglés.

Feliz día de Todos los Santos para todos. Especialmente para esos santos de a pie que dedican su vida a hacer más felices a los demás.

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