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Un escrito de Enric Barrull, de Girona

Son incapaces de un compromiso vital

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No sé si hay estadísticas fiables, pero por lo que vemos entre gente conocida, un número muy importante, desde luego más de la mitad de los jóvenes en edad de casarse, conviven, pero no se casan. O sea, son incapaces de un compromiso vital. No tienen libertad suficiente como para elegir un camino, como para decidir su vida. Se creerán más libres, pero es lo contrario, son esclavos de sus debilidades. Luego, algunos, un porcentaje pequeño, cuando llevan así un tiempo, deciden casarse. Por lo Iglesia en algunos casos. Y hay que prepararlos, advertirles, esto es para toda la vida.

Como ya son mayores, malamente tienen descendencia. Algunos no casados han tenido un hijo. Un juguete. Un juguete que luego crece y ya es menos juguete, y el niño crecidito juega con ellos, y se hace el caprichoso por excelencia. O sea, en su juego de pareja han dado a luz un ser que puede terminar en monstruo, por culpa de ellos. Ellos no entendieron de libertad y qué puede llegar a entender el chaval.


Y no hay más. Ni más descendencia, ni más familia. Y se hacen viejos y no tienen a nadie. Es la sociedad que construyen estos muchachos que alguna vez han pensado que son libres.

Son incapaces de un compromiso vital

Un escrito de Enric Barrull, de Girona
Lectores
domingo, 18 de octubre de 2020, 12:21 h (CET)

No sé si hay estadísticas fiables, pero por lo que vemos entre gente conocida, un número muy importante, desde luego más de la mitad de los jóvenes en edad de casarse, conviven, pero no se casan. O sea, son incapaces de un compromiso vital. No tienen libertad suficiente como para elegir un camino, como para decidir su vida. Se creerán más libres, pero es lo contrario, son esclavos de sus debilidades. Luego, algunos, un porcentaje pequeño, cuando llevan así un tiempo, deciden casarse. Por lo Iglesia en algunos casos. Y hay que prepararlos, advertirles, esto es para toda la vida.

Como ya son mayores, malamente tienen descendencia. Algunos no casados han tenido un hijo. Un juguete. Un juguete que luego crece y ya es menos juguete, y el niño crecidito juega con ellos, y se hace el caprichoso por excelencia. O sea, en su juego de pareja han dado a luz un ser que puede terminar en monstruo, por culpa de ellos. Ellos no entendieron de libertad y qué puede llegar a entender el chaval.


Y no hay más. Ni más descendencia, ni más familia. Y se hacen viejos y no tienen a nadie. Es la sociedad que construyen estos muchachos que alguna vez han pensado que son libres.

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