La reciente muerte de la juez decana del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, ha acentuado uno de los debates políticos que más dividen a la sociedad norteamericana: la influencia de los magistrados de dicho tribunal en la configuración de la propia sociedad. Aunque la Corte Suprema actualmente está integrada por cinco jueces conservadores y cuatro progresistas, todos ellos vitalicios, no siempre se inclinan sus votaciones por el lado de la mayoría. El hecho de no depender del Ejecutivo una vez nombrados hace que los jueces no se sometan a esquemas partidistas, aunque mantengan su propia sensibilidad.
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