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¿Se buscan modelos?

Xus D. Madrid (Gerona)
Redacción
martes, 20 de febrero de 2007, 13:08 h (CET)
Los que ocupan un lugar destacado en la sociedad, atraen las miradas de muchos, por lo que su responsabilidad es grande: pueden ser animadores del bien o cómplices del mal. El artículo de Olaguer, jugador del "Barça", para justificar a De Juana, ha encontrado múltiples apoyos en Cataluña, incluido el de la Generalitat, algo que no dice bien de quienes la representan.

Por otra parte, se necesitan modelos positivos, objetivos; pero, desgraciadamente, se admira a personajillos que son un mal referente. Con sus palabrotas y tacos, signo de mala educación, Samuel Etoo, también jugador del "Barça", ha dado un mal ejemplo a miles de niños que le ven como un modelo. Su actitud le denigra: los celos que ha demostrado hacia sus compañeros, ahora del Barça, antes del Madrid, le han vuelto a jugar una mala pasada. No basta con ser un gran jugador; hay que demostrar también que se es persona, no defraudando las ilusiones que muchos ponen en los jugadores, sobre todo los adolescentes y los niños. Etoo está en el Barça porque el Madrid no le quiso, y juega aquí por despecho hacia éste más que por amor a su actual equipo; pero el despecho no es bueno ni muestra de inteligencia. Por otro lado, seguro que Etoo tiene gran corazón (ayuda a Camerún, su país). Yo le pediría mayor atención a sus modales.

En el caso de Olaguer, es una pena que a algunos les importe más la política que la buena educación de las nuevas generaciones.

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Hay noticias que rayan el insulto y el desprecio hacia quienes se dirigen. Que son asumidas como una verdad irrefutable y que en ese globo sonda enviado no tiene la menor respuesta indignada de quienes las reciben. El problema, por tanto, no es la noticia en sí, sino la palpable realidad de que han convertido al ciudadano en un tipo pusilánime. En un mendigo de migajas a quien los grandes poderes han decidido convertirle, toda su vida, en un esclavo del trabajo.

La sociedad española respira hoy un aire denso, cargado de indignación y desencanto. La sucesión de escándalos de corrupción que salpican al partido en el Gobierno, el PSOE, y a su propia estructura ejecutiva, investigados por la Guardia Civil, no son solo casos aislados como nos dicen los voceros autorizados. Son síntomas de una patología profunda que corroe la confianza ciudadana.

Frente a las amenazas del poder, siempre funcionaron los contrapesos. Hacen posible la libertad individual, que es la única real, aunque veces no seamos conscientes de la misma, pues se trata de una condición, como la salud, que solo se valora cuando se pierde. Los tiranos, o aspirantes a serlo, persiguen siempre el objetivo de concentrar todos los poderes. Para evitar que lo logren, están los contrapesos.

 
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