Si los españoles que residimos en Catalunya ya estamos, desde hace tiempo, con la
mosca detrás de la oreja respecto a este recurrente tema del nacionalismo catalán, de
los continuos desplantes por parte de los representantes de la Generalitat al Gobierno
español y de los sucesivos intentos de ir avanzando en el camino de lograr la plena
soberanía de Catalunya, mediante su separación de España; no nos hace falta más que
leer artículos como el que ha escrito el señor Pablo Planas, en Libertad Digital, en el
que se descubre una reunión, supuestamente secreta, celebrada en un local perteneciente
a un tal señor Sergi Loughney, un pub conocido como Kitty’s, a la que concurrieron
una serie de personajes, podríamos decir que de variopinto pelaje político y cargos
institucionales, que fue calificada por el articulista de “Contubernio militar con
consejeros separatistas para abordar el futuro de Catalunya”.
Si hemos de ser sinceros, los españoles que estamos residiendo en la comunidad
catalana, se puede decir que salimos de un sobresalto para entrar en otro. Es obvio que,
el tema del desafío que llevan manteniendo los catalanistas con el Estado español, se
está prolongado más de lo que sería prudente y que, esta situación de inestabilidad
e inquietud, no es precisamente la más adecuada para que los ciudadanos de esta
comunidad que, por añadidura, debemos seguir soportando los efectos de la crisis que
afecta a toda España; podamos sentirnos amparados por el Gobierno de la nación, de
modo que nuestras vidas puedan transcurrir con normalidad sin sentir que, sobre todos
nosotros, pende la espada de Damocles que pueda, cualquier día menos esperado, caer
con todo su peso sobre nosotros y, de pronto, nos veamos obligados a desenvolvernos
en un nuevo estado, gobernado por los independentistas y con la posibilidad de que nos
sintamos como indeseables proscritos por los nuevos gobernantes de Catalunya.
Puede que, en Madrid, el señor Rajoy, la vicepresidente Santamaría y todo el resto de
su ejecutivo se sientan tranquilos, vean el problema desde la distancia con otro prisma
y se crean que tienen previstas todas las alternativas que puedan producirse en este
enfrentamiento con el separatismo catalán. Sin embargo, desde nuestra posición de
ciudadanos españoles que vivimos y tenemos que convivir, dentro de un ambiente que,
por mucho que se quiera negar, está cargado de un fuerte catalanismo y un sentimiento,
cada vez más extendido, de apoyo al independentismo; tenemos otra percepción muy
distinta del problema y, hechos como el que hemos mencionado no contribuyen, ni
mucho menos, a tranquilizarnos.
Es incomprensible que se produzca, en pleno conflicto entre el Estado español y la
Generalitat, una reunión de carácter secreto a la que asisten un conjunto de personas
( el Consejero de la Generalitat, señor Puig; el teniente general Ricardo Álvares
Espejo, máximo responsable de la región militar en la que está encuadrada
Catalunya; un general de la Guardia Civil, Angel Gozalo; el Fiscal Jefe de
Catalunya, José María Romero Tejada; los empresarios nacionalistas señores
Salvador Alemany, presidente de Abertis y Juan Lanaspa que ejerció de anfitrión.
También estuvieron presentes el ex presidente de Nissan, Juan Echevarría; el
catedrático Francesc Granel, asesor de Alicia Sánchez Camacho; Carina Mejías,
portavoz adjunta de Ciutadans, Miguel Iceta; Enric Milló del PP) que, por su
distintas afinidades y representaciones, parecían difícilmente aptas para una reunión
conjunta que, al parecer, según las informaciones recibidas, tenía por finalidad tratar
sobre la situación en Catalunya y calibrar “las consecuencias económicas del proceso
separatista emprendido por Mas y algunos de los asistentes a tan especial encuentro
Es inevitable que, como ciudadanos de a pie, nos planteemos las diversas lecturas que
se pueden sacar de tan secretísimo (es curioso como lo que se quiere que sea secreto
y no trascienda, acaba por ser de dominio público apenas ha tenido lugar) cónclave.
En primer lugar, deberíamos buscar la explicación a que, en la mencionada asamblea,
no apareciese ningún miembro de ERC o, al menos, no ha sido mencionado en los
datos aparecidos; lo que hace suponer que no era un invitado deseable para tratar de
los temas que se discutieron. Lo que se pudo discutir no ha servido para que el señor
Mas cambiara su hoja de ruta hasta la cita del 27 de Septiembre fecha de las elecciones
locales, según ha trascendido a través de la prensa y los 23 puntos o etapas previstas, lo
que no dan pie a que haya rectificado un ápice de su camino hacia la independencia.
Hay algo especialmente llamativo en este encuentro. La presencia del Teniente General
Álvares Espejo no deja de contener un aspecto morboso y bastante inexplicable que sólo
se puede interpretar como una posible advertencia a los separatistas si se empecinan en
seguir por el camino de desafío al Estado de Derecho o, y no quisiéramos que fuera así,
una especie de intento de llegar a algún tipo de transacción, que pudiera tener que ver
con la posibilidad de una modificación de la Carta Magna para establecer un tipo de
estado federal en España, previa un acuerdo de los partidos mayoritarios para modificar
la Constitución..Quizá los militares estuvieran de acuerdo en aceptar esta chapuza como
un mal menor, aunque es evidente que éste arreglo de circunstancias, para los catalanes,
no iba a ser más que un paso previo para una posterior independencia de España;
aunque ello les permitiría ahondar en sus trabajos, ya iniciados, para preparar una
Administración paralela, mientras continuaban recibiendo ayudas del Estado español.
Y, a todo esto, señores, los ciudadanos en el Limbo, mientras en las alcantarillas
del Estado, aquellos que debieran tener como lema la transparencia de sus actos,
la comunicación abierta y explícita con sus representados los ciudadanos y cuyas
actuaciones se debieran encauzar siempre por medio de los cauces previstos, o sea, a
través de las dos cámaras de representación ciudadana, el Congreso y el Senado, se
limitan a puentear, descartar e ignorar al pueblo, en asuntos de tanta trascendencia
como es el de la soberanía de la nación española, su unidad irreversible y su defensa, a
ultranza, de la igualdad de derechos y de opciones, garantizada por la solidaridad entre
todos los pueblos que forman el Estado español. Los intentos de llegar a componendas,
por medio de acuerdos secretos, el involucrar a las fuerzas armadas en problemas
de carácter político que pudieran condicionar su deber, especificado en el Art. 8 de
nuestra Constitución, se podría interpretar como una traición a los españoles y un
incumplimiento de la normativa constitucional, en la que se basa nuestra democracia.
Hay momentos en los que los españoles nos sentimos desasistidos por nuestros
gobernantes, ninguneados como si en lugar de ciudadanos fuéramos simples peones,
fáciles de manejar e incapaces de razonar sobre los problemas que afectan a nuestro
país. Quizás hubo tiempos pasados en los que el nivel cultural de los españoles
favorecía que, las clases pudientes, pudieran prescindir de ellos a la hora de legislar y
tomar decisiones que les afectaran. Hoy en día, señores, el nivel cultural medio del país
es, sin duda, más levado y ya es difícil que los dirigentes hagan que nos traguemos,
como sapos, todo lo que a ellos les interesa que aceptemos. Deberían de tomar en
cuenta esta circunstancia y no olvidar que van a depender pronto de nuestro voto que,
sin duda va a ser más meditados y selectivos, si es que quieren que los votemos. O así
es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos humillados y
ninguneados por aquellos que pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino.
|