El burro delante para que no se espante. Esa es la sensación que uno tiene cuando oye a engolados políticos o comentaristas - de diferente adscripción política - en este país hablar de “los tolerantes, los demócratas, el Estado de Derecho…” con una pretendida razón y legitimidad superior, que descalifica per se a todo aquel que ose no defender a capa y espada la Constitución o el Estado de las Autonomías, por ejemplo.
Una de las últimas perlas, en este mismo diario, fue leer a un buen profesional y colega a la sazón, que el PNV no era democrático, por haber salido a la calle para protestar por el procesamiento al lehendakari Ibarretxe, que era un Movimiento Nacional más que un Partido… y que seguía beneficiándose recogiendo las nueces del nogal que agitaba ETA-Batasuna.
Por partes, que diría Jack el Destripador, el PNV es cofundador de la Internacional Demócrata Cristiana. En su origen fue confesional y desde siempre interclasista; hoy en día en su seno hay libertad de culto y predomina un laicismo de base cristiana. En los duros años del Alzamiento Nacional, permaneció al lado de la República y combatió a su lado, con batallones propios de gudaris.
Cualquiera que sepa un poco de historia debería reconocer a día de hoy la enorme coherencia y entereza demócrata de los Aguirre, Irujo o Leizaola, tanto en Euskadi como en el exilio.
Algún dato más: qué mayor ‘pureza democrática’ que establecer la incompatibilidad de los cargos públicos del Partido con los internos, para que ambos funcionen con cierta autonomía y nadie acapare un poder peligroso que los haga ser ‘caudillos’. Esto no pasa en el PSOE ni en el PP, por cierto.
Desde que uno tiene uso de razón, jamás ha oído a dirigente alguno de este Partido disculpar o justificar la actividad terrorista canalla de ETA. Más bien lo contrario.
Lo único que cabe achacarles es no haber sido capaces de apoyar más decididamente con hechos y gestos a las víctimas de la barbarie nazi etarra.
Ciertamente, la decisión de salir a la calle para protestar por la acción judicial contra el lehendakari no es acertada, en tanto en cuanto se crea en la independencia del Poder Judicial como una base importante del Estado de Derecho en el que vivimos.
Pero aun con todo, están en su derecho, señores, porque si se encausa al lehendakari por haberse reunido con Batasuna, medio país - incluído Gobierno y Oposición - debería pasar por el mismo trance.
Nada prohíbe que lo hagan y cualquiera - persona física o jurídica - puede protestar contra decisiones judiciales o políticas que entienda injustas, siempre que se atenga a las reglas del juego.