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Opinión
Etiquetas | Política | Monarquía | Pablo Iglesias
El verano es el momento en el que se suelen publicar en el BOE todas las cosas para las que no hay cojones de publicar en el BOE durante el resto del año

Odio el verano

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Verano ardiente como el

Beso que he perdido

Recuerdos de un amor que ha pasado

Y que mi corazón no ha de borrar



Odio el verano

El sol y su calor nos abrazaban

Que esplendidos ocasos nos pintaba

Ahora sólo quema con rencor



Volverá un nuevo invierno

Y caerán mil pétalos de rosa

La nieve cubrirá todas las cosas

Quizás algo de paz retornará



Odio el verano

Que ha dado su perfume a las flores

Verano que has creado las pasiones

Nacer para morirme de dolor



Volverá un nuevo invierno

Y caerán mil pétalos de rosas

La nieve cubrirá todas las cosas

Quizás algo de paz retornará



Odio el verano

Odio el verano

Odio el verano

Odio el verano

Maravillosa canción de Bruno Martino, aunque a mi me gusta más la espectacular versión de Andrea Bocelli. En cualquier caso, el verano, que ahora va declinando, siempre se toma como un tiempo en el que todo es más apacible y no pasa nada de todo lo malo que habitualmente pasa.

Craso error. En los fogones del poder, el verano es la época más activa. El verano es el momento elegido por quienes ostentan el poder para mover las fichas que luego actuarán en el otoño y en el infierno (perdón, quería decir "invierno").

El verano es el momento para que un ciudadano privado que antes fue rey, en el ejercicio de un derecho constitucional a moverse libremente, decida cambiar de residencia porque en el interior de su país unos cuantos cafres no le perdonan presuntos (repito: "presuntos") errores innegables, presuntamente cometidos en un momento en el que constitucionalmente no estaba sujeto a responsabilidad.

El verano es el momento en el que se suelen publicar en el BOE todas las cosas para las que no hay cojones de publicar en el BOE durante el resto del año. Efectivamente, las largas partidas de mus o de dominó en un chiringuito o las interminables siestas bajo el ruido de las chicharras o las apacibles veladas frente a la brisa del mar con un televisor delante ofreciendo sin cesar partidos de fútbol no son el medio adecuado para machacarse el cerebro leyendo el BOE. Pero ya sabemos que, como dice uno de los primeros artículos del vigente Código Civil de 1888, el desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento.

El verano es también el momento para incluir en el menú de los opositores políticos un veneno con temporizador que los envíe apaciblemente al seno de Abrahám o los ponga delante de san Pedro y sus llaves antes de lo previsto. Es importante lo del temporizador, ya que al morir el opositor político comienza un periodo de entretenimiento entre los médicos forenses con el apasionante tema de si el viajante al seno de Abrahám tomó billete en un día determinado o simplemente le sentó mal, el día anterior, un pulpo a la gallega que no estaba demasiado bien cocinado. Esto del temporizador no es un invento ruso como la supuesta y cacareada vacuna del Covid-19, sino algo muy antiguo y de raigambre europea. Sin ir más lejos, parece ser que el Papa Alejandro VI solía enviar a la vida eterna de modo prematuro a los que tenían una opinión no exactamente coincidente con la suya en materias políticas. El problema que tuvo es que una de las veces que practicó esta costumbre gastronómica con otros, hubo un error entre los cocineros y terminaron dándole a él el preciado elixir, en vez de a sus rivales. En fin, un pequeño error de nada que hizo que al cabo de varios días se encontrara mal y terminara por cambiar definitiva e irrevocablemente de barriada al probar la medicina que tenía reservada para otros.

Y hablando de medicina para otros, tengo un sobrino que es fisioterapeuta y está dado de alta en Hacienda como autónomo, es decir, como especie a extinguir gracias al coronavirus. Pues bien, entre él y su socio decidieron hace un año aplicar técnicas de acupuntura, y no se les ocurrió otra cosa mejor para adquirir experiencia que practicarla uno con otro y estudiar en carne propia los efectos de esas agujas mágicas.

No hay nada mejor para curar a otros que experimentar en carne propia la medicina que entendemos que debemos aplicar a otros. Eso es exactamente lo que Pablo Iglesias y su pareja Irene (a la que le gusta llegar borracha a casa, a su villa Meona de Galapagar) han experimentado en el pasado mes de agosto en Asturias. Al parecer, esos escraches que ellos practicaban y promovían hace no más de cuatro o cinco años, ahora los han sufrido en carne propia, y no precisamente de gente muy de derechas, pues en Asturias siempre han sido algo rojizos en general.

Donde las dan, las toman.

Pablo Iglesias, cuya imagen va mutando (antes parecía un camarero de Cádiz; ahora parece un camarero de Cádiz pero con una chaqueta que le queda mal encima de la camisa de camarero), estaba indignado a la vuelta de su veranito asturiano porque, según dice, a sus niños parece que no les gusta demasiado que a sus progenitores A y B les digan cosas no muy agradables a los oídos.

Quizá Pablo Iglesias e Irene Montero pensaban que a su palacio de verano de Asturias iban a acudir la tuna de la facultad veterinaria o de la escuela de Minas para decirle a Irene eso de "sal al balcón y echa un jamón, mira que llega Quinito (etc.)". Pero no, les han dicho otras cosas que han producido en ellos una indignación parecida a la que sentían en la Puerta del Sol en el 15 de mayo de 2011.

Qué pena, porque Pablo Iglesias va de indignación en indignación y siempre tiene cara de cabreado, excepto cuando se dirigió a los niños con voz ñoña en pleno confinamiento del coronavirus.

Su última indignación fue con ocasión de ese interés tan desmesurado en saber el paradero de un ciudadano particular llamado Juan Carlos de Borbón. Parece que ya se le ha pasado algo esa indignación y ahora va a tener que enfrentarse a otra indignación, con ocasión de un presunto delito de malversación de fondos por el que parece que se ha imputado al partido que él dirige con mano férrea y dinástica al estilo Pyonyang. Unos millones de nada.

Este chico no para de indignaciones. Lleva varios años indignado y con cara de vinagre. Ni él ni su partido están en su mejor momento. Hay quien piensa que es la moneda de cambio preparada por Maquiavelo-Sánchez en contraprestación por la destitución de Cayetana, la única persona que le hacía sombra al inestable Pablo Casado, que no solo arrastra la hipoteca del congreso que le eligió, con los compromisarios (con el puñal) de Cospedal, desbancando a Sáenz de Santamaría, que había ganado en primera votación, la de los votos de los afiliados. Estas cosas no se olvidan, lo mismo que no se olvida que desde entonces, el PP no ha ganado ni un solo comicio electoral, a excepción de Galitzia, que ha ganado precisamente porque Feijó no le hizo ni puto caso, justo todo lo contrario que en Euskadi, donde la ha cagado con Iturgáiz.

Cayetana, claramente, es el bicho expiatorio del último bandazo de Pablo Casado. La ha acusado de excesiva radicalidad, cuando hasta el momento de su destitución, Cayetana tuvo exactamente la misma radicalidad que ha tenido Casado. Véanse las actuaciones de uno y otra en el congreso. Lo que pasa es que ahora, para demostrar que gira al centro, elimina a quien ha estado teniendo la misma actuación que él. Es decir, seguir a flote a base de pisar la cabeza a los compañeros. Al parecer uno de los "motivos" de fricción es que Cayetana protestó porque el PP no apoyó que constara en el acta del Congreso la intervención de esta en donde le dijo a Pablo Iglesias que este pertenece a la aristocracia del terrorismo, en alusión al padre de este y fundamentada en un artículo que el propio Pablo Iglesias escribió reconociendo que su padre había pertenecido al grupo terrorista FRAP.

Me parece increíble que la presidenta del Congreso haya negado que figure en acta la intervención de Cayetana, cuando todos los españoles vimos esa intervención en televisión. Y más increíble todavía que el PP apoye que desaparezca del acta esa intervención.

Se podrá estar o no de acuerdo con lo que Cayetana expresó en ese momento, pero lo que es innegable es que lo expresó. La realidad es terca. La realidad, podrá gustar o no, pero es esa, la real, la que ha sucedido. Un acta no es una opinión, un dictamen. Es simplemente la constatación de un hecho o dicho, sin entrar en valoraciones. La realidad no se puede inventar, y menos si está recogida y grabada en televisión y en redes sociales. Lo que ha pasado, ha pasado. Negar que lo que ha pasado, ha pasado, es mentir. La obligación de quien es responsable de un acta es recoger fielmente los hechos o dichos producidos, sin entrar a valorar nada. Las valoraciones, si llegan, llegarán después. Lo primero son los hechos.

Cayetana es una política brillante, elegante, con criterio propio, con personalidad. Cayetana no es una borrega ni una gregaria. Pero es quizá la cabeza veraniega que Pablo Casado ha pactado con Pedro Sánchez para afrontar el nuevo curso político tras las vacaciones de ese verano que "espléndidos ocasos nos pintaba" y que le permitirá a Pablo Casado tener un protagonismo que ahora no tiene y salir de ese techo electoral del que no sale ni a la de tres.

Está por ver si Pablo Iglesias es la moneda de cambio a pagar por Sánchez en un momento en el que el partido de Iglesias está literalmente desapareciendo (de hecho ha desaparecido de Galicia y de Euskadi) o se está rompiendo en pedazos, como en Andalucía, por no mencionar las cloacas de su líder en los casos de la famosa tarjetita de memoria de su exabogada o los follones con su exabogado. El juez García Castellón, que me imagino que en verano también se toma un respiro, algo tendrá que decir a la vuelta de las vacaciones, tanto si estas se desarrollan en Asturias como si tienen lugar en casita, en Galapagar, pues como en casa, no se está en ningún lugar, sobre todo si tu casa tiene guardia permanente y gratuita por parte de los cuerpos de seguridad del Estado. Y si encima tiene una UCI móvil a la puerta de casa por si la Irene vuelve a coger el coronavirus, mejor; que esa manía de volver borracha a casa no es bueno en tiempos de pandemia, ya que supone cierta relajación en la distancia social.

La cabeza de Cayetana a cambio de la cabeza de Pablo Iglesias no sería mal negocio, habida cuenta de que tal biasesinato político tendría unos efectos beneficiosos para vender a la ciudadanía la burra de un "pacto de Estado" muy útil para intentar aprobar unos presupuestos que sean, por fin, distintos de los de Montoro, indefinidamente prorrogados, que ya está bien, coño.

Además puede ser un pacto muy interesante para renovar de una puta vez al Consejo General del Poder Judicial, es decir, para repartirse los jueces, puesto que ya sabemos que en este país no hay independencia del poder judicial desde el momento en que los nombran, en última instancia, entre Pablo Casado y Pedro Sánchez. Que se lo digan a Cosidó y su famoso whatsapp a los senadores del PP o que se lo digan a Pedro Sánchez cuando reconoció abiertamente que el ministerio fiscal está en el fondo bajo sus órdenes. Todo esto es muy sabido en este país. Siempre el gran enemigo de esta camada de políticos ha sido la transparencia, y en ese sentido, los medios de comunicación y las redes sociales son una auténtica putada, ya que lo ideal es que el pueblo, como es tonto, no se entere de estas cosas.

La caída en desgracia de Pablo Iglesias conllevaría también una cierta calma en torno al tema recurrente de Juan Carlos de Borbón por parte del de la coleta, de modo que deje de estar, como hasta ahora, demasiado pesadito hasta parecer un disco rayado.

Debo reconocer que soy republicano, pero de los buenos, esto es, de derechas. Debo decir que me se de memoria la Constitución por mi trabajo de funcionario al que accedí por oposición. Debo decir también que, en mi condición de funcionario, jamás se me ha ocurrido expresar mis ideas republicanas, sino manifestar siempre lealtad a la Constitución, al jefe del Estado y al ordenamiento jurídico, pues eso es lo que prometí al acceder a mi cargo.

Individualmente siempre he manifestado con libertad mis ideales republicanos, pero jamás se me ha ocurrido hacerlo aprovechándome de mi cargo público. Por eso me parece una falta de lealtad intolerable (y entiendo que perseguible penalmente) la de tipos como Pablo Iglesias o Quim Torra, los cuales han accedido a responsabilidades del Estado a través de un juramento o promesa de "lealtad al rey y  a la Constitución, y al ordenamiento jurídico", que luego vulneran sistemática y públicamente en el ejercicio de su cargo.

Hablando del ciudadano Juan Carlos de Borbón, constato que es una persona muy querida en el extranjero. De lo contrario no habría habido tantos paises dispuestos a acogerlo. Me gustaría saber, no ahora, sino dentro de un tiempo, cuando prosperen los asuntos penales que va cosechando Pablo Iglesias con tanto celo, cuántos y cuáles países se ofreceran a acogerle benévolamente, a excepción de Venezuela, en donde salvo Maduro y sus amigos, nadie dispone ya ni siquiera de papel higiénico con que limpiarse el culo después de giñar; o salvo Irán, en donde los derechos de la mujer y de los homosexuales están "ejemplarmente respetados".

Quizá tengamos un otoño político con todo el mundo medio metido en casa otra vez, por el coronavirus, y Cayetana y Pablo Iglesias en sus respectivas casas como víctimas propiciatorias de Sánchez y Casado.

El problema de Casado y de ese chico de Cieza que tiene por secretario general (de solo 35 añitos, casi un chaval) es que no hacen más que dar bandazos, propios de su bisoñez. Además, debo decir que los de Cieza son muy burros en general. Digo en general, que de todo hay en la viña del Señor.

Puede ser que haya cabezas ilustres de ese pueblo, pero por los ciezanos que he conocido, son para echarles de comer aparte. Al secretario general de Pablito Casado habría que aplicarle lo que decía en cierta ocasión un amigo mío, "mucho arroz para poco pollo" o "donde la naturaleza no da, Salamanca no presta". La talla de estos chicos nada tiene que ver con la que tenían Fraga, Hernández Mancha, Aznar o Rajoy. Estamos claramente en otro momento.

Además de los bandazos, al PP de ahora le pasa algo que no le había pasado en el pasado: Hasta hace un par de años, en el PP había un amplio espectro electoral, desde la derecha hasta la izquierda liberal o socialdemócrata. La política del lider del PP era siempre la de ganar votos a su izquierda, pues por la derecha estaban siempre asegurados ya que no había un partido más a la derecha que se los llevara. El electorado de centro es el que alternativamente ha dado siempre en este país la victoria al PP o al PSOE. Esos 800.000 votantes indecisos de centro son los que han inclinado la balanza a favor del PP o del PSOE en los distintos momentos de los últimos lustros. Los votos del PP por la derecha siempre estaban seguros, a buen recaudo, a diferencia del PSOE, a quien se le iban a IU. Siempre se podía contar en el PP con los votos de la derecha, aunque votaran tapándose la nariz.

Pero ahora, no. Ahora está VOX, tercera fuerza política del país, con 52 diputados. Ahora en el PP tienen que atender también al flanco derecho, porque si no, se le van a VOX. La destitución de Cayetana para congraciarse con Sánchez va a tener consecuencias para Casado. No digo que Cayetana se vaya a ir a VOX, que también podría ocurrir en el futuro, sino que había gente que seguía al PP gracias al tirón de políticas como Cayetana.

Verdaderamente, Casado lo tiene dificilillo. Esos bandazos al estilo Rivera no sentaron bien al electorado de Ciudadanos, y quizá tampoco le sienten bien al del PP.

El ascenso de VOX, lo mismo que el prestigio de Cayetana, viene de que tanto VOX como Cayetana han mostrado una política con convicciones. También el ascenso de Podemos se debió a lo mismo. Y el de Ciudadanos. A la vuelta del tiempo se va viendo dónde están las convicciones de cada cual.

La del marqués de Galapagar ya se ve dónde están.

Presiento que el electorado de VOX es bastante estable, e incluso ampliable desde el caladero de la parte derecha del PP, desengañados de tanto mamoneo y buscadores de algo más de seriedad y convicción en las ideas y en las propuestas.

Tengo bastante claro que VOX no ganará la moción de censura que prepara para este otoño caliente. Algo parecido le pasaba a Felipe González cuando se la presentó a Adolfo Suarez. Pero tanto Abascal como González sabían que lo importante no era ganar o perder la moción de censura, sino lo que vendría después, ya que ni para Suárez todo fue igual después de esa moción de censura ni lo será para Sánchez y Casado. De Iglesias y Arrimadas, ni hablo, pues están condenados a ser en el futuro meros floreros en el Congreso de los diputados, si es que siguen existiendo políticamente, que a sus partidos se los van a comer principalmente las deudas económicas además de la escasez de votantes, ya que en sus mejores momentos invirtieron demasiado alegremente en sedes del partido que, obviamente, han de pagar en tiempos de vacas flacas.

En fin, ya ve el lector que el verano, además de "dar su perfume a las flores", está para algo más. Quiero decir, que en verano "pasan cosas". Por ejemplo, en verano sucede que nos ponemos a la cabeza en la competición Covid-19, tanto en número de contagiados como en número de muertos por habitante, como en indecisión de medidas a tomar, como en redacción de los preupuestos del año próximo y en cosas tan elementales como es saber si, a estas alturas, los niños empiezan o no empiezan el cole.

Por ejemplo, y volviendo al asunto, ya “antiguo”, del ciudadano Juan Carlos de Borbón, ¿habrá alguien que piense que se fue a AbuDabi con lo puesto, esto es, con un par de trajes, unas camisas, ropa interior y unas bermudas? ¿Acaso no habrá ido un grupo de gente con él a su servicio? Me imagino que también se habrá llevado algunos “papeles”, para no ir de okupa o indocumentado por esos mundos orientales. O quizá esos papeles estén a buen recaudo en Suiza o en algún que otro lugar de la tierra.

A ver, Pablo Iglesias: ¿De verdad tú crees que Juan Carlos es tonto? Un acertijo: ¿Quién tiene más papeles, Juan Carlos o Villarejo? Vaya por delante que tener papeles, en sí mismo no es malo, sobre todo si te protegen de los buitres.

Imaginémonos por un momento que cada uno de nosotros es Juan Carlos y que hay un tipo en el país, llamado Pablo Iglesias, que visceralmente nos odia, aunque en los últimos años se muestre externamente más comedido que cuando se expresaba con más espontaneidad antes de ser vicepresidente segundo del gobierno. ¿No coleccionaríamos papeles "jugosos" de esos que le pueden complicar la vida si él se pone a complicárnosla más de lo razonable? Siempre es bueno tener un as en la manga por si acaso llega el momento de usarlo. Esto es de puro sentido común.

De verdad, Pablo Iglesias, ¿tú crees que a los americanos les ha provocado un orgasmín el hecho de que tú estés en el CNI? ¿De verdad te crees que no tienes por dónde ser pillado llegado el caso? Lo de la presunta malversación de tu partido bien podría ser la punta del iceberg, y más adelante te podrían crecer los enanos por todas partes.

Me imagino que Juan Carlos, como ninguno de nosotros que se viera en su lugar, no es tonto y habrá tomado precauciones ante un tipo excéntrico como Pablo Iglesias. Me imagino que en Europa no eligieron a Nadia Calviño, en buena parte como aviso por compartir gobierno con un tipo como Pablo Iglesias, porque en Europa tampoco son tontos, gracias a Dios. Parece ser que los políticos europeos están empeñados en que no se llegue a elaborar un libro que se titule “Manual del perfecto idiota europeo”, a la vista del ya muy famoso “Manual del perfecto idiota latinoamericano”.

He dicho antes que Juan Carlos es una persona muy querida fuera de España. Y dentro de España también. Prueba de ello es ese manifiesto de apoyo, firmado por gente tan dispar y tan respetable en la vida pública española. Gracias a Dios las bravuconadas de ese tío de la coleta, con mal genio permanente, no son todavía la tónica indiscutible de este país.

Volverá un nuevo invierno

Y caerán mil pétalos de rosas

La nieve cubrirá todas las cosas

Quizás algo de paz retornará

Las partidas de mus en Quintanilla de Onésimo que jugaba Aznar al final del verano, equivalentes al escaqueo veraniego de Sánchez en propiedades del Estado que en su día regaló el entonces rey Juan Carlos, darán paso – ya lo están dando – al tío Paco con la rebaja en un país en el que a estas alturas no sabemos si los niños irán o no a clase en el próximo curso y en donde el batiburrillo de ocurrencias políticas en torno al coronavirus es interminable.

Este es un país como para echarse a temblar.


Temblar: eso es lo que hacen todos los países europeos al ver la gestión tan acojonante del coronavirus que están llevando a cabo Fernando Simón y su comité de expertos, hasta el punto de que nos cierran las fronteras, cancelan los vuelos a España, etc.

Hasta Marruecos nos cierra las fronteras. ¿Españoles? No, gracias. Quédense ustedes ahí y no vengan a darnos el coñazo. Por favor, no vengan. Métanse por el culo todos los coronavirus que les quepan, pero quédense en su casita y déjennos en paz.

Odio el verano.  

Odio el verano

El verano es el momento en el que se suelen publicar en el BOE todas las cosas para las que no hay cojones de publicar en el BOE durante el resto del año
Antonio Moya Somolinos
domingo, 6 de septiembre de 2020, 19:56 h (CET)

Verano ardiente como el

Beso que he perdido

Recuerdos de un amor que ha pasado

Y que mi corazón no ha de borrar



Odio el verano

El sol y su calor nos abrazaban

Que esplendidos ocasos nos pintaba

Ahora sólo quema con rencor



Volverá un nuevo invierno

Y caerán mil pétalos de rosa

La nieve cubrirá todas las cosas

Quizás algo de paz retornará



Odio el verano

Que ha dado su perfume a las flores

Verano que has creado las pasiones

Nacer para morirme de dolor



Volverá un nuevo invierno

Y caerán mil pétalos de rosas

La nieve cubrirá todas las cosas

Quizás algo de paz retornará



Odio el verano

Odio el verano

Odio el verano

Odio el verano

Maravillosa canción de Bruno Martino, aunque a mi me gusta más la espectacular versión de Andrea Bocelli. En cualquier caso, el verano, que ahora va declinando, siempre se toma como un tiempo en el que todo es más apacible y no pasa nada de todo lo malo que habitualmente pasa.

Craso error. En los fogones del poder, el verano es la época más activa. El verano es el momento elegido por quienes ostentan el poder para mover las fichas que luego actuarán en el otoño y en el infierno (perdón, quería decir "invierno").

El verano es el momento para que un ciudadano privado que antes fue rey, en el ejercicio de un derecho constitucional a moverse libremente, decida cambiar de residencia porque en el interior de su país unos cuantos cafres no le perdonan presuntos (repito: "presuntos") errores innegables, presuntamente cometidos en un momento en el que constitucionalmente no estaba sujeto a responsabilidad.

El verano es el momento en el que se suelen publicar en el BOE todas las cosas para las que no hay cojones de publicar en el BOE durante el resto del año. Efectivamente, las largas partidas de mus o de dominó en un chiringuito o las interminables siestas bajo el ruido de las chicharras o las apacibles veladas frente a la brisa del mar con un televisor delante ofreciendo sin cesar partidos de fútbol no son el medio adecuado para machacarse el cerebro leyendo el BOE. Pero ya sabemos que, como dice uno de los primeros artículos del vigente Código Civil de 1888, el desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento.

El verano es también el momento para incluir en el menú de los opositores políticos un veneno con temporizador que los envíe apaciblemente al seno de Abrahám o los ponga delante de san Pedro y sus llaves antes de lo previsto. Es importante lo del temporizador, ya que al morir el opositor político comienza un periodo de entretenimiento entre los médicos forenses con el apasionante tema de si el viajante al seno de Abrahám tomó billete en un día determinado o simplemente le sentó mal, el día anterior, un pulpo a la gallega que no estaba demasiado bien cocinado. Esto del temporizador no es un invento ruso como la supuesta y cacareada vacuna del Covid-19, sino algo muy antiguo y de raigambre europea. Sin ir más lejos, parece ser que el Papa Alejandro VI solía enviar a la vida eterna de modo prematuro a los que tenían una opinión no exactamente coincidente con la suya en materias políticas. El problema que tuvo es que una de las veces que practicó esta costumbre gastronómica con otros, hubo un error entre los cocineros y terminaron dándole a él el preciado elixir, en vez de a sus rivales. En fin, un pequeño error de nada que hizo que al cabo de varios días se encontrara mal y terminara por cambiar definitiva e irrevocablemente de barriada al probar la medicina que tenía reservada para otros.

Y hablando de medicina para otros, tengo un sobrino que es fisioterapeuta y está dado de alta en Hacienda como autónomo, es decir, como especie a extinguir gracias al coronavirus. Pues bien, entre él y su socio decidieron hace un año aplicar técnicas de acupuntura, y no se les ocurrió otra cosa mejor para adquirir experiencia que practicarla uno con otro y estudiar en carne propia los efectos de esas agujas mágicas.

No hay nada mejor para curar a otros que experimentar en carne propia la medicina que entendemos que debemos aplicar a otros. Eso es exactamente lo que Pablo Iglesias y su pareja Irene (a la que le gusta llegar borracha a casa, a su villa Meona de Galapagar) han experimentado en el pasado mes de agosto en Asturias. Al parecer, esos escraches que ellos practicaban y promovían hace no más de cuatro o cinco años, ahora los han sufrido en carne propia, y no precisamente de gente muy de derechas, pues en Asturias siempre han sido algo rojizos en general.

Donde las dan, las toman.

Pablo Iglesias, cuya imagen va mutando (antes parecía un camarero de Cádiz; ahora parece un camarero de Cádiz pero con una chaqueta que le queda mal encima de la camisa de camarero), estaba indignado a la vuelta de su veranito asturiano porque, según dice, a sus niños parece que no les gusta demasiado que a sus progenitores A y B les digan cosas no muy agradables a los oídos.

Quizá Pablo Iglesias e Irene Montero pensaban que a su palacio de verano de Asturias iban a acudir la tuna de la facultad veterinaria o de la escuela de Minas para decirle a Irene eso de "sal al balcón y echa un jamón, mira que llega Quinito (etc.)". Pero no, les han dicho otras cosas que han producido en ellos una indignación parecida a la que sentían en la Puerta del Sol en el 15 de mayo de 2011.

Qué pena, porque Pablo Iglesias va de indignación en indignación y siempre tiene cara de cabreado, excepto cuando se dirigió a los niños con voz ñoña en pleno confinamiento del coronavirus.

Su última indignación fue con ocasión de ese interés tan desmesurado en saber el paradero de un ciudadano particular llamado Juan Carlos de Borbón. Parece que ya se le ha pasado algo esa indignación y ahora va a tener que enfrentarse a otra indignación, con ocasión de un presunto delito de malversación de fondos por el que parece que se ha imputado al partido que él dirige con mano férrea y dinástica al estilo Pyonyang. Unos millones de nada.

Este chico no para de indignaciones. Lleva varios años indignado y con cara de vinagre. Ni él ni su partido están en su mejor momento. Hay quien piensa que es la moneda de cambio preparada por Maquiavelo-Sánchez en contraprestación por la destitución de Cayetana, la única persona que le hacía sombra al inestable Pablo Casado, que no solo arrastra la hipoteca del congreso que le eligió, con los compromisarios (con el puñal) de Cospedal, desbancando a Sáenz de Santamaría, que había ganado en primera votación, la de los votos de los afiliados. Estas cosas no se olvidan, lo mismo que no se olvida que desde entonces, el PP no ha ganado ni un solo comicio electoral, a excepción de Galitzia, que ha ganado precisamente porque Feijó no le hizo ni puto caso, justo todo lo contrario que en Euskadi, donde la ha cagado con Iturgáiz.

Cayetana, claramente, es el bicho expiatorio del último bandazo de Pablo Casado. La ha acusado de excesiva radicalidad, cuando hasta el momento de su destitución, Cayetana tuvo exactamente la misma radicalidad que ha tenido Casado. Véanse las actuaciones de uno y otra en el congreso. Lo que pasa es que ahora, para demostrar que gira al centro, elimina a quien ha estado teniendo la misma actuación que él. Es decir, seguir a flote a base de pisar la cabeza a los compañeros. Al parecer uno de los "motivos" de fricción es que Cayetana protestó porque el PP no apoyó que constara en el acta del Congreso la intervención de esta en donde le dijo a Pablo Iglesias que este pertenece a la aristocracia del terrorismo, en alusión al padre de este y fundamentada en un artículo que el propio Pablo Iglesias escribió reconociendo que su padre había pertenecido al grupo terrorista FRAP.

Me parece increíble que la presidenta del Congreso haya negado que figure en acta la intervención de Cayetana, cuando todos los españoles vimos esa intervención en televisión. Y más increíble todavía que el PP apoye que desaparezca del acta esa intervención.

Se podrá estar o no de acuerdo con lo que Cayetana expresó en ese momento, pero lo que es innegable es que lo expresó. La realidad es terca. La realidad, podrá gustar o no, pero es esa, la real, la que ha sucedido. Un acta no es una opinión, un dictamen. Es simplemente la constatación de un hecho o dicho, sin entrar en valoraciones. La realidad no se puede inventar, y menos si está recogida y grabada en televisión y en redes sociales. Lo que ha pasado, ha pasado. Negar que lo que ha pasado, ha pasado, es mentir. La obligación de quien es responsable de un acta es recoger fielmente los hechos o dichos producidos, sin entrar a valorar nada. Las valoraciones, si llegan, llegarán después. Lo primero son los hechos.

Cayetana es una política brillante, elegante, con criterio propio, con personalidad. Cayetana no es una borrega ni una gregaria. Pero es quizá la cabeza veraniega que Pablo Casado ha pactado con Pedro Sánchez para afrontar el nuevo curso político tras las vacaciones de ese verano que "espléndidos ocasos nos pintaba" y que le permitirá a Pablo Casado tener un protagonismo que ahora no tiene y salir de ese techo electoral del que no sale ni a la de tres.

Está por ver si Pablo Iglesias es la moneda de cambio a pagar por Sánchez en un momento en el que el partido de Iglesias está literalmente desapareciendo (de hecho ha desaparecido de Galicia y de Euskadi) o se está rompiendo en pedazos, como en Andalucía, por no mencionar las cloacas de su líder en los casos de la famosa tarjetita de memoria de su exabogada o los follones con su exabogado. El juez García Castellón, que me imagino que en verano también se toma un respiro, algo tendrá que decir a la vuelta de las vacaciones, tanto si estas se desarrollan en Asturias como si tienen lugar en casita, en Galapagar, pues como en casa, no se está en ningún lugar, sobre todo si tu casa tiene guardia permanente y gratuita por parte de los cuerpos de seguridad del Estado. Y si encima tiene una UCI móvil a la puerta de casa por si la Irene vuelve a coger el coronavirus, mejor; que esa manía de volver borracha a casa no es bueno en tiempos de pandemia, ya que supone cierta relajación en la distancia social.

La cabeza de Cayetana a cambio de la cabeza de Pablo Iglesias no sería mal negocio, habida cuenta de que tal biasesinato político tendría unos efectos beneficiosos para vender a la ciudadanía la burra de un "pacto de Estado" muy útil para intentar aprobar unos presupuestos que sean, por fin, distintos de los de Montoro, indefinidamente prorrogados, que ya está bien, coño.

Además puede ser un pacto muy interesante para renovar de una puta vez al Consejo General del Poder Judicial, es decir, para repartirse los jueces, puesto que ya sabemos que en este país no hay independencia del poder judicial desde el momento en que los nombran, en última instancia, entre Pablo Casado y Pedro Sánchez. Que se lo digan a Cosidó y su famoso whatsapp a los senadores del PP o que se lo digan a Pedro Sánchez cuando reconoció abiertamente que el ministerio fiscal está en el fondo bajo sus órdenes. Todo esto es muy sabido en este país. Siempre el gran enemigo de esta camada de políticos ha sido la transparencia, y en ese sentido, los medios de comunicación y las redes sociales son una auténtica putada, ya que lo ideal es que el pueblo, como es tonto, no se entere de estas cosas.

La caída en desgracia de Pablo Iglesias conllevaría también una cierta calma en torno al tema recurrente de Juan Carlos de Borbón por parte del de la coleta, de modo que deje de estar, como hasta ahora, demasiado pesadito hasta parecer un disco rayado.

Debo reconocer que soy republicano, pero de los buenos, esto es, de derechas. Debo decir que me se de memoria la Constitución por mi trabajo de funcionario al que accedí por oposición. Debo decir también que, en mi condición de funcionario, jamás se me ha ocurrido expresar mis ideas republicanas, sino manifestar siempre lealtad a la Constitución, al jefe del Estado y al ordenamiento jurídico, pues eso es lo que prometí al acceder a mi cargo.

Individualmente siempre he manifestado con libertad mis ideales republicanos, pero jamás se me ha ocurrido hacerlo aprovechándome de mi cargo público. Por eso me parece una falta de lealtad intolerable (y entiendo que perseguible penalmente) la de tipos como Pablo Iglesias o Quim Torra, los cuales han accedido a responsabilidades del Estado a través de un juramento o promesa de "lealtad al rey y  a la Constitución, y al ordenamiento jurídico", que luego vulneran sistemática y públicamente en el ejercicio de su cargo.

Hablando del ciudadano Juan Carlos de Borbón, constato que es una persona muy querida en el extranjero. De lo contrario no habría habido tantos paises dispuestos a acogerlo. Me gustaría saber, no ahora, sino dentro de un tiempo, cuando prosperen los asuntos penales que va cosechando Pablo Iglesias con tanto celo, cuántos y cuáles países se ofreceran a acogerle benévolamente, a excepción de Venezuela, en donde salvo Maduro y sus amigos, nadie dispone ya ni siquiera de papel higiénico con que limpiarse el culo después de giñar; o salvo Irán, en donde los derechos de la mujer y de los homosexuales están "ejemplarmente respetados".

Quizá tengamos un otoño político con todo el mundo medio metido en casa otra vez, por el coronavirus, y Cayetana y Pablo Iglesias en sus respectivas casas como víctimas propiciatorias de Sánchez y Casado.

El problema de Casado y de ese chico de Cieza que tiene por secretario general (de solo 35 añitos, casi un chaval) es que no hacen más que dar bandazos, propios de su bisoñez. Además, debo decir que los de Cieza son muy burros en general. Digo en general, que de todo hay en la viña del Señor.

Puede ser que haya cabezas ilustres de ese pueblo, pero por los ciezanos que he conocido, son para echarles de comer aparte. Al secretario general de Pablito Casado habría que aplicarle lo que decía en cierta ocasión un amigo mío, "mucho arroz para poco pollo" o "donde la naturaleza no da, Salamanca no presta". La talla de estos chicos nada tiene que ver con la que tenían Fraga, Hernández Mancha, Aznar o Rajoy. Estamos claramente en otro momento.

Además de los bandazos, al PP de ahora le pasa algo que no le había pasado en el pasado: Hasta hace un par de años, en el PP había un amplio espectro electoral, desde la derecha hasta la izquierda liberal o socialdemócrata. La política del lider del PP era siempre la de ganar votos a su izquierda, pues por la derecha estaban siempre asegurados ya que no había un partido más a la derecha que se los llevara. El electorado de centro es el que alternativamente ha dado siempre en este país la victoria al PP o al PSOE. Esos 800.000 votantes indecisos de centro son los que han inclinado la balanza a favor del PP o del PSOE en los distintos momentos de los últimos lustros. Los votos del PP por la derecha siempre estaban seguros, a buen recaudo, a diferencia del PSOE, a quien se le iban a IU. Siempre se podía contar en el PP con los votos de la derecha, aunque votaran tapándose la nariz.

Pero ahora, no. Ahora está VOX, tercera fuerza política del país, con 52 diputados. Ahora en el PP tienen que atender también al flanco derecho, porque si no, se le van a VOX. La destitución de Cayetana para congraciarse con Sánchez va a tener consecuencias para Casado. No digo que Cayetana se vaya a ir a VOX, que también podría ocurrir en el futuro, sino que había gente que seguía al PP gracias al tirón de políticas como Cayetana.

Verdaderamente, Casado lo tiene dificilillo. Esos bandazos al estilo Rivera no sentaron bien al electorado de Ciudadanos, y quizá tampoco le sienten bien al del PP.

El ascenso de VOX, lo mismo que el prestigio de Cayetana, viene de que tanto VOX como Cayetana han mostrado una política con convicciones. También el ascenso de Podemos se debió a lo mismo. Y el de Ciudadanos. A la vuelta del tiempo se va viendo dónde están las convicciones de cada cual.

La del marqués de Galapagar ya se ve dónde están.

Presiento que el electorado de VOX es bastante estable, e incluso ampliable desde el caladero de la parte derecha del PP, desengañados de tanto mamoneo y buscadores de algo más de seriedad y convicción en las ideas y en las propuestas.

Tengo bastante claro que VOX no ganará la moción de censura que prepara para este otoño caliente. Algo parecido le pasaba a Felipe González cuando se la presentó a Adolfo Suarez. Pero tanto Abascal como González sabían que lo importante no era ganar o perder la moción de censura, sino lo que vendría después, ya que ni para Suárez todo fue igual después de esa moción de censura ni lo será para Sánchez y Casado. De Iglesias y Arrimadas, ni hablo, pues están condenados a ser en el futuro meros floreros en el Congreso de los diputados, si es que siguen existiendo políticamente, que a sus partidos se los van a comer principalmente las deudas económicas además de la escasez de votantes, ya que en sus mejores momentos invirtieron demasiado alegremente en sedes del partido que, obviamente, han de pagar en tiempos de vacas flacas.

En fin, ya ve el lector que el verano, además de "dar su perfume a las flores", está para algo más. Quiero decir, que en verano "pasan cosas". Por ejemplo, en verano sucede que nos ponemos a la cabeza en la competición Covid-19, tanto en número de contagiados como en número de muertos por habitante, como en indecisión de medidas a tomar, como en redacción de los preupuestos del año próximo y en cosas tan elementales como es saber si, a estas alturas, los niños empiezan o no empiezan el cole.

Por ejemplo, y volviendo al asunto, ya “antiguo”, del ciudadano Juan Carlos de Borbón, ¿habrá alguien que piense que se fue a AbuDabi con lo puesto, esto es, con un par de trajes, unas camisas, ropa interior y unas bermudas? ¿Acaso no habrá ido un grupo de gente con él a su servicio? Me imagino que también se habrá llevado algunos “papeles”, para no ir de okupa o indocumentado por esos mundos orientales. O quizá esos papeles estén a buen recaudo en Suiza o en algún que otro lugar de la tierra.

A ver, Pablo Iglesias: ¿De verdad tú crees que Juan Carlos es tonto? Un acertijo: ¿Quién tiene más papeles, Juan Carlos o Villarejo? Vaya por delante que tener papeles, en sí mismo no es malo, sobre todo si te protegen de los buitres.

Imaginémonos por un momento que cada uno de nosotros es Juan Carlos y que hay un tipo en el país, llamado Pablo Iglesias, que visceralmente nos odia, aunque en los últimos años se muestre externamente más comedido que cuando se expresaba con más espontaneidad antes de ser vicepresidente segundo del gobierno. ¿No coleccionaríamos papeles "jugosos" de esos que le pueden complicar la vida si él se pone a complicárnosla más de lo razonable? Siempre es bueno tener un as en la manga por si acaso llega el momento de usarlo. Esto es de puro sentido común.

De verdad, Pablo Iglesias, ¿tú crees que a los americanos les ha provocado un orgasmín el hecho de que tú estés en el CNI? ¿De verdad te crees que no tienes por dónde ser pillado llegado el caso? Lo de la presunta malversación de tu partido bien podría ser la punta del iceberg, y más adelante te podrían crecer los enanos por todas partes.

Me imagino que Juan Carlos, como ninguno de nosotros que se viera en su lugar, no es tonto y habrá tomado precauciones ante un tipo excéntrico como Pablo Iglesias. Me imagino que en Europa no eligieron a Nadia Calviño, en buena parte como aviso por compartir gobierno con un tipo como Pablo Iglesias, porque en Europa tampoco son tontos, gracias a Dios. Parece ser que los políticos europeos están empeñados en que no se llegue a elaborar un libro que se titule “Manual del perfecto idiota europeo”, a la vista del ya muy famoso “Manual del perfecto idiota latinoamericano”.

He dicho antes que Juan Carlos es una persona muy querida fuera de España. Y dentro de España también. Prueba de ello es ese manifiesto de apoyo, firmado por gente tan dispar y tan respetable en la vida pública española. Gracias a Dios las bravuconadas de ese tío de la coleta, con mal genio permanente, no son todavía la tónica indiscutible de este país.

Volverá un nuevo invierno

Y caerán mil pétalos de rosas

La nieve cubrirá todas las cosas

Quizás algo de paz retornará

Las partidas de mus en Quintanilla de Onésimo que jugaba Aznar al final del verano, equivalentes al escaqueo veraniego de Sánchez en propiedades del Estado que en su día regaló el entonces rey Juan Carlos, darán paso – ya lo están dando – al tío Paco con la rebaja en un país en el que a estas alturas no sabemos si los niños irán o no a clase en el próximo curso y en donde el batiburrillo de ocurrencias políticas en torno al coronavirus es interminable.

Este es un país como para echarse a temblar.


Temblar: eso es lo que hacen todos los países europeos al ver la gestión tan acojonante del coronavirus que están llevando a cabo Fernando Simón y su comité de expertos, hasta el punto de que nos cierran las fronteras, cancelan los vuelos a España, etc.

Hasta Marruecos nos cierra las fronteras. ¿Españoles? No, gracias. Quédense ustedes ahí y no vengan a darnos el coñazo. Por favor, no vengan. Métanse por el culo todos los coronavirus que les quepan, pero quédense en su casita y déjennos en paz.

Odio el verano.  

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