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Etiquetas | Fenicios | Letizia Ortiz | El abanico
​La fabricación artesanal de los abanicos en China era realizada con los elementos más ricos y nobles como el marfil, nácar, concha, sedas, plumas y metales preciosos

El origen ilustre del abanico

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Este mes de agosto ha sido especialmente caluroso en toda España lo que nos ha llevado a sacar del cajón los abanicos. Un complemento propio de los países cálidos cuyo protagonismo fue mayor en siglos anteriores. Tal era su importancia que fue considerado un atributo de la realeza. Una imagen que nos ha regalado la reina Letizia en su visita a la isla de Ibiza.

El origen del abanico es compartido, es decir, sus ancestros se encuentran en Egipto y en China, aunque la visión del mismo fue diferente. La cultura china ideó el abanico como un arte, mientras que la egipcia utilizó este complemento como diferenciador de clases, propio de la alta sociedad. De aquí se trasladó en el siglo V a Japón, considerado este también otra cuna del abanico por su invención del abanico plegable.

El abanico llega a España gracias a los comerciantes fenicios.
La fabricación artesanal de los abanicos en China era realizada con los elementos más ricos y nobles como el marfil, nácar, concha, sedas, plumas y metales preciosos.

En el Imperio Romano el abanico, conocido como flabellum, es empleado tanto en la vida social, como accesorio de lujo, como en la litúrgica ya que con él se aviva el fuego de los sacrificios a los dioses. Un uso que conservaron los primeros cristianos en sus ceremonias sagradas con una finalidad práctica, tal y como se recoge en las Constituciones Apostólicas del siglo IV: «Que dos de los diáconos, a cada lado del altar, mantenga un abanico, formados por membranas delgadas, o de plumas del pavo real, o de tela fina» con el objetivo de ahuyentar a las moscas que se acercan al pan y al vino eucarístico.

Con el paso del tiempo el abanico se convierte en un complemento de moda indispensable en los siglos XVII, XVIII y XIX. Fue tal su importancia que se creó un lenguaje con los gestos y movimientos realizados con el abanico. Incluso se llegó a identificar el abanico como un arma, tal y como se puede leer en el Semanario erudito y curioso de Salamanca del año 1793: «Las Mugeres tienen sus armas como los hombres; las de éstos son las Espadas, las de aquellas los Abanicos, y á veces consiguen con ellos mas completas vitorias. A fin, pues, de que las Damas lleguen a manejar perfectamente esta arma, que se les permite traer, he establecido una Academia, para instruir a las Jóvenes en el Exercicio del Abanico, según los ayres y movimientos mas de moda, que se usan en la Corte».

En España el uso del abanico también estaba relacionado con la monarquía gracias a la creación del cargo real de abaniquero de la cámara de la reina, un nombramiento que puede tener consideración de título honorífico.


Actualmente, el abanico tiene un uso totalmente práctico y no entiende de clases. 

El origen ilustre del abanico

​La fabricación artesanal de los abanicos en China era realizada con los elementos más ricos y nobles como el marfil, nácar, concha, sedas, plumas y metales preciosos
María del Carmen Portugal Bueno
lunes, 24 de agosto de 2020, 09:38 h (CET)

Este mes de agosto ha sido especialmente caluroso en toda España lo que nos ha llevado a sacar del cajón los abanicos. Un complemento propio de los países cálidos cuyo protagonismo fue mayor en siglos anteriores. Tal era su importancia que fue considerado un atributo de la realeza. Una imagen que nos ha regalado la reina Letizia en su visita a la isla de Ibiza.

El origen del abanico es compartido, es decir, sus ancestros se encuentran en Egipto y en China, aunque la visión del mismo fue diferente. La cultura china ideó el abanico como un arte, mientras que la egipcia utilizó este complemento como diferenciador de clases, propio de la alta sociedad. De aquí se trasladó en el siglo V a Japón, considerado este también otra cuna del abanico por su invención del abanico plegable.

El abanico llega a España gracias a los comerciantes fenicios.
La fabricación artesanal de los abanicos en China era realizada con los elementos más ricos y nobles como el marfil, nácar, concha, sedas, plumas y metales preciosos.

En el Imperio Romano el abanico, conocido como flabellum, es empleado tanto en la vida social, como accesorio de lujo, como en la litúrgica ya que con él se aviva el fuego de los sacrificios a los dioses. Un uso que conservaron los primeros cristianos en sus ceremonias sagradas con una finalidad práctica, tal y como se recoge en las Constituciones Apostólicas del siglo IV: «Que dos de los diáconos, a cada lado del altar, mantenga un abanico, formados por membranas delgadas, o de plumas del pavo real, o de tela fina» con el objetivo de ahuyentar a las moscas que se acercan al pan y al vino eucarístico.

Con el paso del tiempo el abanico se convierte en un complemento de moda indispensable en los siglos XVII, XVIII y XIX. Fue tal su importancia que se creó un lenguaje con los gestos y movimientos realizados con el abanico. Incluso se llegó a identificar el abanico como un arma, tal y como se puede leer en el Semanario erudito y curioso de Salamanca del año 1793: «Las Mugeres tienen sus armas como los hombres; las de éstos son las Espadas, las de aquellas los Abanicos, y á veces consiguen con ellos mas completas vitorias. A fin, pues, de que las Damas lleguen a manejar perfectamente esta arma, que se les permite traer, he establecido una Academia, para instruir a las Jóvenes en el Exercicio del Abanico, según los ayres y movimientos mas de moda, que se usan en la Corte».

En España el uso del abanico también estaba relacionado con la monarquía gracias a la creación del cargo real de abaniquero de la cámara de la reina, un nombramiento que puede tener consideración de título honorífico.


Actualmente, el abanico tiene un uso totalmente práctico y no entiende de clases. 

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