Los políticos respiran y viven de las encuestas mucho más de lo que dicen. Se curan siempre en salud aludiendo a que la única encuesta válida es el resultado de las urnas, pero las encuestas les aumentan las pulsaciones, en un sentido u otro.
En el PP siguen trazando su objetivo en encontrar un discurso y una oposición que les permita recuperar los muchos votos perdidos. Para gobernar, miran a Vox y a Ciudadanos, confiando en que los partidos de Inés Arrimadas y Santiago Abascal vayan disminuyendo, como señalan prácticamente todas las encuestas.
Sobre el futuro de Ciudadanos, las opiniones varían desde una representación casi simbólica a su práctica desaparición; y más tras el resultado en las elecciones en el País Vasco el pasado 12-J, en que concurrieron juntos PP-Cs, con un resultado penoso para esos dos partidos, aunque siempre queda la excusa de la particularidad del País Vasco.
Saben en el partido de Pablo Casado que la mayoría de los votos perdidos se fueron a Vox, pero intentarán recuperar esos votos sin que parezca que se acercan, mientras Vox hace todo lo posible por mantener su identidad, dispuestos los de Santiago Abascal a no dificultar en el futuro un gobierno del PP o incluso apoyarlo, pero sin renunciar a presentarse en provincias donde no tiene posibilidad de obtener escaño, fórmula o petición del PP que no han aceptado en pasadas elecciones y que no parece que vayan a aceptar en el futuro.
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