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La imagen de EE.UU., con respecto a todo el proceso de la pandemia de la COVID-19 y con algunas investigaciones, entre otras el caso de la obtención de la vacuna, ha salido particularmente deteriorada mientras europeos y británicos concertaban esfuerzos para diseñar un plan de fabricación y distribución mundial de vacunas que no olvide a los países menos desarrollados.
La colaboración público-privada ofrece también signos prometedores, pero hay inversiones millonarias en juego y está por ver qué ocurrirá cuando llegue la ansiada vacuna o el tratamiento. Occidente, en especial, debe entender que la solidaridad no es solo una exigencia ética. El repliegue egoísta, el “sálvese quien pueda”, dejará vacíos que China y otros no tardarán en ocupar.
Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.
Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.
El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".
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