Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Ver juzgar y actuar

Todos podemos mejorar

|

Cuando un año comienza sentimos un vago deseo de hacer cosas que hemos ido dejando sin hacer en el año anterior. Hay también una cierta aprensión acerca de lo que pueda traer a nuestras vidas. ¿Será mejor o peor? ¿Encontraré trabajo, conservaré el que tengo? ¿Cómo será? ¿Seguiremos hablando de crisis, de corrupción, de riesgos electorales?

Quizás no debamos esperar demasiado de la política, el mercado, la deuda, la prima de riesgo, los índices de crecimiento y toda esa palabrería que hemos estado escuchando en los últimos años sin llegar a comprenderla.

Sin dejar de tener esperanza en que las cosas puedan mejorar, podríamos empezar por mejorar cada uno de nosotros. Si ponemos tesón en hacerlo cada día, habremos aportado nuestro granito de arena al cambio que necesitamos.

Pero ¿en qué podemos mejorar? Parece evidente que padecemos las consecuencias de un persistente egoísmo generalizado, egoísmo que lleva a unos a corromperse, a otros a amasar fortunas, a otros a padecer las consecuencias. Hemos leído que ha aumentado notablemente el número de millonarios españoles, no sé si a pesar de la crisis o gracias a la crisis, al mismo tiempo que se da un aumento insoportable de la pobreza.

Cada vez que se habla de esto, de forma inmediata, señalamos a otros como culpables mientras nos consideramos inocentes. Pero realmente ¿lo somos? La gente común, la que no tiene cargos ni sale en los periódicos ¿no estamos tocados también del egoísmo, del deseo de tener más, de aprovechar la ocasión, si se presenta, sin pensar en los demás? Acaso ¿no podríamos ser voluntariamente más austeros ya que otros tienen que serlo a la fuerza?

Si cada uno nos esforzamos por hacer las cosas mejor, por rendir más, por entender nuestro trabajo como servicio al prójimo, por ser mejores jefes o mejores subordinados, mejores estudiantes, mejores ciudadanos.

Si nos dedicamos a construir nuestras familias de tal manera que los esposos, los padres, los hijos, se sientan integrados en una comunidad de amor, de respeto, de colaboración, donde los egoísmos y los enfrentamientos estén proscritos. Si tratamos las cosas comunes, en nuestra comunidad de vecinos, en nuestro barrio, en nuestra ciudad, con el mismo o más cuidado que dedicamos a las propias.

Si somos capaces de aprovechar nuestro tiempo de forma útil para nosotros y los demás, quizás tendremos que disciplinar nuestra afición a los inventos electrónicos para que no nos alejen del trato directo con la familia, los amigos, los compañeros.

Si estamos dispuestos a emplear nuestro tiempo libre en actividades que redunden en beneficio de la comunidad, a aproximarnos y compartir los problemas de los que sufren, en lugar de dar algo de lo que nos sobra, cuando nos lo piden en Navidad, pero sin contacto directo con los necesitados.

A pie de mostrador todos los españoles tenemos “soluciones” a todos los problemas que nos afligen, pero que deberían aplicarse desde el gobierno, desde la Comunidad Autónoma o desde el ayuntamiento.

Lo que propongo, cuando comienza el año, es el propósito de mejorar algo en la familia, en la profesión, en el barrio, en la ciudad, haciéndolo desde el amor y desterrando el egoísmo y la crítica inútil.

Todos podemos mejorar

Francisco Rodríguez
miércoles, 31 de diciembre de 2014, 08:33 h (CET)
Cuando un año comienza sentimos un vago deseo de hacer cosas que hemos ido dejando sin hacer en el año anterior. Hay también una cierta aprensión acerca de lo que pueda traer a nuestras vidas. ¿Será mejor o peor? ¿Encontraré trabajo, conservaré el que tengo? ¿Cómo será? ¿Seguiremos hablando de crisis, de corrupción, de riesgos electorales?

Quizás no debamos esperar demasiado de la política, el mercado, la deuda, la prima de riesgo, los índices de crecimiento y toda esa palabrería que hemos estado escuchando en los últimos años sin llegar a comprenderla.

Sin dejar de tener esperanza en que las cosas puedan mejorar, podríamos empezar por mejorar cada uno de nosotros. Si ponemos tesón en hacerlo cada día, habremos aportado nuestro granito de arena al cambio que necesitamos.

Pero ¿en qué podemos mejorar? Parece evidente que padecemos las consecuencias de un persistente egoísmo generalizado, egoísmo que lleva a unos a corromperse, a otros a amasar fortunas, a otros a padecer las consecuencias. Hemos leído que ha aumentado notablemente el número de millonarios españoles, no sé si a pesar de la crisis o gracias a la crisis, al mismo tiempo que se da un aumento insoportable de la pobreza.

Cada vez que se habla de esto, de forma inmediata, señalamos a otros como culpables mientras nos consideramos inocentes. Pero realmente ¿lo somos? La gente común, la que no tiene cargos ni sale en los periódicos ¿no estamos tocados también del egoísmo, del deseo de tener más, de aprovechar la ocasión, si se presenta, sin pensar en los demás? Acaso ¿no podríamos ser voluntariamente más austeros ya que otros tienen que serlo a la fuerza?

Si cada uno nos esforzamos por hacer las cosas mejor, por rendir más, por entender nuestro trabajo como servicio al prójimo, por ser mejores jefes o mejores subordinados, mejores estudiantes, mejores ciudadanos.

Si nos dedicamos a construir nuestras familias de tal manera que los esposos, los padres, los hijos, se sientan integrados en una comunidad de amor, de respeto, de colaboración, donde los egoísmos y los enfrentamientos estén proscritos. Si tratamos las cosas comunes, en nuestra comunidad de vecinos, en nuestro barrio, en nuestra ciudad, con el mismo o más cuidado que dedicamos a las propias.

Si somos capaces de aprovechar nuestro tiempo de forma útil para nosotros y los demás, quizás tendremos que disciplinar nuestra afición a los inventos electrónicos para que no nos alejen del trato directo con la familia, los amigos, los compañeros.

Si estamos dispuestos a emplear nuestro tiempo libre en actividades que redunden en beneficio de la comunidad, a aproximarnos y compartir los problemas de los que sufren, en lugar de dar algo de lo que nos sobra, cuando nos lo piden en Navidad, pero sin contacto directo con los necesitados.

A pie de mostrador todos los españoles tenemos “soluciones” a todos los problemas que nos afligen, pero que deberían aplicarse desde el gobierno, desde la Comunidad Autónoma o desde el ayuntamiento.

Lo que propongo, cuando comienza el año, es el propósito de mejorar algo en la familia, en la profesión, en el barrio, en la ciudad, haciéndolo desde el amor y desterrando el egoísmo y la crítica inútil.

Noticias relacionadas

A falta del escrutinio y publicación de los datos del voto en el extranjero, parece que poco más de la mitad de los convocados en las urnas catalanas el pasado día 12 ha vuelto a decidir que no tiene demasiado claro qué futuro desea para su región (en lo que, por más que se acentúen y exageren los “hechos diferenciales”, hay una identificación con el resto de España, que, de la mano de nuestros gobernantes, se ha ido catalanizando políticamente).

En el Diario Vasco del 17 de mayo pudimos leer la grata noticia de que: “La esperanza de vida a nivel mundial se incrementará casi cinco años” y ya en subtítulos. “En España en donde ya se supera los 80,5 en los varones pasará a 83,3 y en las mujeres de 86 a 87,5. años, se vivirá unos dos años más”.

La prestigiosa Fundación ANAR hacía públicos hace unos días los datos de su informe sobre agresiones sexuales a menores. Unas agresiones que han aumentado un 55% en los últimos cinco años. Casi ocho de cada 10 víctimas son niñas, y la edad media ronda los 12 años, siendo las agresiones presenciales la principal forma de abuso.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto