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Nos movemos en un mundo intolerante, de blanco o de negro

Maniqueos

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Dice el diccionario de la RAE que maniqueísmo es “Actitud o interpretación de la realidad que tiende a valorar las cosas como buenas o como malas, sin términos medios”.

Esta es la actitud que percibimos a nuestro alrededor cada día. La amplia gama de grises no existe. Comprendo que se sea radical en la juventud. Pero que tipos sesudos y aparentemente preparados mantengan la actitud de “mantenella y no enmendalla”, me parece totalmente incongruente e intolerante.

Basta tan solo con que pertenezcas de facto o tan solo ideológicamente, a la izquierda o a la derecha, para que todo lo que hagan o digan los contrarios te parezca negativo e inaceptable. Tengo amigos de ambas tendencias a los que respeto, pero, como habrán podido comprobar, ni les critico ni les rebato sus teorías que tienen siempre el mismo sentido. Acérrimos defensores de las corridas de toros, de la pesca o de la caza, callan como ausentes ante los ataques desaforados a los mismos por parte de los progresistas de turno. Portadores de todo tipo y tamaño de insignias de una determinada tendencia, apartan su mirada ante el descubrimiento del latrocinio cometido por las clases dirigentes cometido por los miembros de su cuerda política. Defensores de la supresión del maltrato de las gallinas “violadas por los gallos”, los caballos maltratados por los jinetes o las sardinas espetadas vilmente, no hacen el mínimo gesto ante el aborto masivo e indiscriminado, la eutanasia que nos llega o el maltrato de los ancianos en según que residencias.

Hay scraches que se diferencian del acoso según quién lo realice. Manifestaciones adecuadas o perjudiciales según la bandera a la que sigan. Las declaraciones a consecuencia de la pandemia son inaceptables.

En el fondo estamos en un mundo de intolerantes y radicales. Yo, a medida que voy cumpliendo años, me siento más inseguro de mis “verdades inamovibles”. No podría afirmar con seguridad si es de día o de noche, si voy o vengo o si soy rojo, azul o verde. Lo que sé, sin duda de ninguna clase, es que estoy negro. Jamás he pertenecido a ningún partido ni sindicato. Ninguno me ha convencido. Para mí, todos son grises. Por eso me permito reírme de aquellos que proclaman “ser lo que sea” de toda la vida. Mienten como bellacos. ¡Si las listas y los papeles quemados hablaran!

De vez en cuando hay que decir la frase que pronunció el primero que tendría que haberse hecho caso a si mismo. ¡Porqué no te callas! Él, callado, hubiera estado más guapo. ¡El veranillo que nos está dando!

Maniqueos

Nos movemos en un mundo intolerante, de blanco o de negro
Manuel Montes Cleries
jueves, 30 de julio de 2020, 08:09 h (CET)

Dice el diccionario de la RAE que maniqueísmo es “Actitud o interpretación de la realidad que tiende a valorar las cosas como buenas o como malas, sin términos medios”.

Esta es la actitud que percibimos a nuestro alrededor cada día. La amplia gama de grises no existe. Comprendo que se sea radical en la juventud. Pero que tipos sesudos y aparentemente preparados mantengan la actitud de “mantenella y no enmendalla”, me parece totalmente incongruente e intolerante.

Basta tan solo con que pertenezcas de facto o tan solo ideológicamente, a la izquierda o a la derecha, para que todo lo que hagan o digan los contrarios te parezca negativo e inaceptable. Tengo amigos de ambas tendencias a los que respeto, pero, como habrán podido comprobar, ni les critico ni les rebato sus teorías que tienen siempre el mismo sentido. Acérrimos defensores de las corridas de toros, de la pesca o de la caza, callan como ausentes ante los ataques desaforados a los mismos por parte de los progresistas de turno. Portadores de todo tipo y tamaño de insignias de una determinada tendencia, apartan su mirada ante el descubrimiento del latrocinio cometido por las clases dirigentes cometido por los miembros de su cuerda política. Defensores de la supresión del maltrato de las gallinas “violadas por los gallos”, los caballos maltratados por los jinetes o las sardinas espetadas vilmente, no hacen el mínimo gesto ante el aborto masivo e indiscriminado, la eutanasia que nos llega o el maltrato de los ancianos en según que residencias.

Hay scraches que se diferencian del acoso según quién lo realice. Manifestaciones adecuadas o perjudiciales según la bandera a la que sigan. Las declaraciones a consecuencia de la pandemia son inaceptables.

En el fondo estamos en un mundo de intolerantes y radicales. Yo, a medida que voy cumpliendo años, me siento más inseguro de mis “verdades inamovibles”. No podría afirmar con seguridad si es de día o de noche, si voy o vengo o si soy rojo, azul o verde. Lo que sé, sin duda de ninguna clase, es que estoy negro. Jamás he pertenecido a ningún partido ni sindicato. Ninguno me ha convencido. Para mí, todos son grises. Por eso me permito reírme de aquellos que proclaman “ser lo que sea” de toda la vida. Mienten como bellacos. ¡Si las listas y los papeles quemados hablaran!

De vez en cuando hay que decir la frase que pronunció el primero que tendría que haberse hecho caso a si mismo. ¡Porqué no te callas! Él, callado, hubiera estado más guapo. ¡El veranillo que nos está dando!

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