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La Navidad se ha convertido en una época de consumo frenético que ha desvirtuado totalmente qué significa el nombre Jesús

Navidad: historia o tradición

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La adoración cristiana debe hacerse según verdad. El Nuevo Testamento no dice nada de celebrar natalicios. La única celebración que relata es la de Herodes, que no era judío, sino de ascendencia idumea, y en el contexto de la decapitación de Juan Bautista.. En el momento en que añadidos extra bíblicos entran a formar parte de la tradición apostólica, la tradición no apostólica la suplanta. El relato que Lucas hace del nacimiento de Jesús es breve: “Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:6,7).

La sencillez del relato de Lucas se complica cuando allá por los siglos VI, VII aparecen los llamados evangelios apócrifos que pretenden llenar las lagunas que presentan, según sus autores, los evangelios canónicos sobre aspectos de la vida de Jesús.

El evangelio de Pseudo – Mateo XIII.2 dice: “El ángel hizo parar a la bestia, ya que se acercaba el momento del parto, y le dijo a María que desmontase, y que entrase en una cueva subterránea…Y allí dio a luz un hijo…”. En XIV sigue diciendo Pseuo – Mateo: “Tres días después de nacer el Señor, María salió de la cueva y se alojó en un establo. Allí puso al niño en un pesebre y el buey y el asno lo adoraron…”

Un comentarista anónimo escribe: “Estamos celebrando estos días lo que genéricamente denominamos “navidades” en torno a ese 25 de diciembre en el que los cristianos conmemoramos la navidad de Jesús de Nazaret. Muchos lo haremos ante el nacimiento, y en ninguno de los que pongamos faltará indiscutiblemente, la imagen tan imprescindible en su nacimiento , de ese buey y esa mula que con su aliento daban calor a un niño nacido en tan precarias circunstancias como las que señala Lucas en su evangelio”.

El nacimiento de Jesús no fue una casualidad que coincidió con el edicto de Cesar Augusto que obligaba a todo el mundo a empadronarse en sus lugares de origen. El momento del nacimiento y de la proclamación del edicto fueron hechos predeterminados por Dios: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4). Este hecho, debido a circunstancias terrenales concretas no estuvo exento de dificultades. Debido al edicto se produjo un numeroso desplazamiento de personas hacia sus lugares de origen. Eso hizo que Belén estuviese lleno a rebosar de personas que habían acudido a empadronarse.

“Las precarias circunstancias como las que señala Lucas en su evangelio” no añaden nada a la humillación a que se sometió el Hijo de Dios por amor de su pueblo: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).

El hecho de que María acostase al niño en un pesebre y debido a la influencia que los evangelios apócrifos han ejercido en la formación de la tradición se asocia que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en un establo. No forzosamente tuvo que ser así. La palabra griega kataluma que se traduce hostal posee diversos significados. Esclarecerá el sentido que le da Lucas si se compara con el que le da en 22:11: “¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?” Aquí el evangelista se refiere claramente a una habitación situada en la parte alta de la casa. En la parábola del buen samaritano en la que el samaritano lleva al herido a un hostal para ser atendido emplea la palabra pandokheion. Restos arqueológicos muestran que la planta baja de las casas se destinaba a almacén de los aperos de labranza y a las cosechas. También disponían de espacio para los animales. Construidos de piedra se han encontrado pesebres que han resistido el paso de los siglos.

Se desconocen los motivos por los que Jesús fue recostado en un pesebre al nacer. Lo más probable es que Jesús y Maria buscasen alojamiento en casa de unos familiares. Debido al censo, otros parientes habían llegado antes con lo que el aposento alto estaba lleno. Puede haber sucedido que para preservar la intimidad del parto, José y Maria se alojasen en este humilde espacio. Dos años más tarde los magos venidos de Oriente adoraron a Jesús en la casa en que se alojaban. ¿Sería la misma casa? Lo importante no es el espacio en que nació Jesús, sino el hecho de que el Salvador se hizo hombre con el propósito de salvar al pueblo de Dios de sus pecados.

Navidad: historia o tradición

La Navidad se ha convertido en una época de consumo frenético que ha desvirtuado totalmente qué significa el nombre Jesús
Octavi Pereña
lunes, 15 de diciembre de 2014, 10:15 h (CET)
La adoración cristiana debe hacerse según verdad. El Nuevo Testamento no dice nada de celebrar natalicios. La única celebración que relata es la de Herodes, que no era judío, sino de ascendencia idumea, y en el contexto de la decapitación de Juan Bautista.. En el momento en que añadidos extra bíblicos entran a formar parte de la tradición apostólica, la tradición no apostólica la suplanta. El relato que Lucas hace del nacimiento de Jesús es breve: “Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:6,7).

La sencillez del relato de Lucas se complica cuando allá por los siglos VI, VII aparecen los llamados evangelios apócrifos que pretenden llenar las lagunas que presentan, según sus autores, los evangelios canónicos sobre aspectos de la vida de Jesús.

El evangelio de Pseudo – Mateo XIII.2 dice: “El ángel hizo parar a la bestia, ya que se acercaba el momento del parto, y le dijo a María que desmontase, y que entrase en una cueva subterránea…Y allí dio a luz un hijo…”. En XIV sigue diciendo Pseuo – Mateo: “Tres días después de nacer el Señor, María salió de la cueva y se alojó en un establo. Allí puso al niño en un pesebre y el buey y el asno lo adoraron…”

Un comentarista anónimo escribe: “Estamos celebrando estos días lo que genéricamente denominamos “navidades” en torno a ese 25 de diciembre en el que los cristianos conmemoramos la navidad de Jesús de Nazaret. Muchos lo haremos ante el nacimiento, y en ninguno de los que pongamos faltará indiscutiblemente, la imagen tan imprescindible en su nacimiento , de ese buey y esa mula que con su aliento daban calor a un niño nacido en tan precarias circunstancias como las que señala Lucas en su evangelio”.

El nacimiento de Jesús no fue una casualidad que coincidió con el edicto de Cesar Augusto que obligaba a todo el mundo a empadronarse en sus lugares de origen. El momento del nacimiento y de la proclamación del edicto fueron hechos predeterminados por Dios: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4). Este hecho, debido a circunstancias terrenales concretas no estuvo exento de dificultades. Debido al edicto se produjo un numeroso desplazamiento de personas hacia sus lugares de origen. Eso hizo que Belén estuviese lleno a rebosar de personas que habían acudido a empadronarse.

“Las precarias circunstancias como las que señala Lucas en su evangelio” no añaden nada a la humillación a que se sometió el Hijo de Dios por amor de su pueblo: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).

El hecho de que María acostase al niño en un pesebre y debido a la influencia que los evangelios apócrifos han ejercido en la formación de la tradición se asocia que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en un establo. No forzosamente tuvo que ser así. La palabra griega kataluma que se traduce hostal posee diversos significados. Esclarecerá el sentido que le da Lucas si se compara con el que le da en 22:11: “¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?” Aquí el evangelista se refiere claramente a una habitación situada en la parte alta de la casa. En la parábola del buen samaritano en la que el samaritano lleva al herido a un hostal para ser atendido emplea la palabra pandokheion. Restos arqueológicos muestran que la planta baja de las casas se destinaba a almacén de los aperos de labranza y a las cosechas. También disponían de espacio para los animales. Construidos de piedra se han encontrado pesebres que han resistido el paso de los siglos.

Se desconocen los motivos por los que Jesús fue recostado en un pesebre al nacer. Lo más probable es que Jesús y Maria buscasen alojamiento en casa de unos familiares. Debido al censo, otros parientes habían llegado antes con lo que el aposento alto estaba lleno. Puede haber sucedido que para preservar la intimidad del parto, José y Maria se alojasen en este humilde espacio. Dos años más tarde los magos venidos de Oriente adoraron a Jesús en la casa en que se alojaban. ¿Sería la misma casa? Lo importante no es el espacio en que nació Jesús, sino el hecho de que el Salvador se hizo hombre con el propósito de salvar al pueblo de Dios de sus pecados.

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