Investigadores del Imperial College de Londres (Reino Unido) han
descubierto un mecanismo cerebral que podría ser responsable de las
ganas e incluso necesidad que tienen muchas personas de comer
alimentos dulces, un hallazgo que además puede dar lugar a futuros
tratamientos para la obesidad.
El trabajo publicado en el último número del 'Journal of Clinical
Investigation' se realizó en ratones, en los que detectaron un
mecanismo que permite al cerebro cuantificar los niveles de
glucosa de que dispone el organismo y ayuda a los animales a
buscar más en caso de detectarse un déficit. Algo que, en el caso de las personas, puede
determinar la predilección por alimentos dulces.
"Nuestros cerebros dependen en gran medida de la glucosa, que en nuestro
pasado evolutivo ha sido difícil de conseguir, para obtener energía. Por eso
tenemos una preferencia ya consolidada por alimentos ricos en glucosa", según
James Gardiner, autor del estudio.
La glucoquinasa se encuentra en una parte del cerebro llamada hipotálamo,
que regula diversas funciones incluyendo la ingesta de alimentos, y en sus
experimentos encontraron que, cuando las ratas pasan 24 horas sin comer, la
actividad de la glucoquinasa en un centro regulador del apetito en el hipotálamo aumenta
bruscamente.
A las ratas se les dio la posibilidad de consumir una solución de glucosa, así como sus
bolitas de comida normal, llamadas 'Chow'. Cuando los investigadores aumentaron la
actividad de la glucoquinasa en el hipotálamo usando un virus, las ratas preferían comer
glucosa en lugar de su comida habitual. Y cuando se redujo la actividad, el consumo
también fue menor.
Esta reacción, según Gardiner, sugiere que en seres humanos podría reducirse a través
de un cambio en la dieta, aunque también puede haber fármacos para actuar frente a
este sistema y prevenir la obesidad.
"Las personas pueden tener diferentes niveles de esta enz ima, por lo que las
reacciones pueden ser diversas en cada uno", ha explicado este experto.