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Opinión
Etiquetas | Moncloa | PP | Zapatero
Como siempre, la culpa no será del Gobierno sino del PP y de la extrema derecha por atreverse a hacer preguntas incómodas al Gobierno

​Sánchez con síndrome de Diógenes

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Hace una semana tratábamos los tres síndromes que atenazan al presidente Sánchez. Hablábamos del llamado síndrome de Estocolmo, del de Medea y del síndrome de Diógenes. Pero de todos ellos es este último el que más me preocupa porque ya no tengo dudas. Recuerden que el síndrome de Diógenes “es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación junto a él de grandes cantidades de basura y desperdicios…”.

Ese trastorno de comportamiento abarca cuatro facetas que tienen preso al presidente. El primero, y más importante, es lo que se refiere al trastorno de comportamiento que le ha llevado a la mentira permanente y a la paranoia más vulgar; él todo lo hace bien y la culpa es de los demás: llámese oposición, residencias de mayores, gestores de equipos sanitarios, miles de fallecidos... Todo un plagiador y un tramposo visceral disparando al aire a ver si alcanza a alguien. No piensen que hemos olvidado la urna de Ferraz con la que no pudo culminar su treta: se coge antes al ladrón que al cojo. Y como siempre hay algún listo, más listo que el que se lo cree, no tardará en aparecer el que moje su pan en la salsa. Por eso decía Manuel Fraga Iribarne que “Jesucristo tendría buenos medios de información y, sin embargo, le salió un Judas”.

La segunda faceta del trastorno es la que se refiere al abandono social y personal. Bien es verdad que en lo personal ha sido un aprovechado de la mentira, pero en lo social es donde ese abandono es clamoroso: ahí tienen el estado de las residencias de mayores tras declararse el Gobierno como único responsable desde el 19 de marzo. Tuvieron que comprobar Sánchez e Iglesias la ineficacia, ineptitud e incompetencia de su Gobierno para autorizar a las comunidades autónomas a buscar material sanitario en el infernal mercado exterior. Ahí se demostró que estaban más descentrados que un pulpo en la lápida de un cementerio. Ese mismo abandono social se deja ver en la huida del acto a los fallecidos por la covid-19; como el gamberro que es y el gaznápiro que demuestra, se organiza una “orgía” en Portugal para evitar a Felipe VI; no ha olvidado que en el último homenaje a las fuerzas armadas fue el destinatario de todos los silbidos e insultos de la ciudadanía. Y eso no lo puede soportar su deteriorado “ego”. Tan solo faltará el presidente al homenaje a los fallecidos. Ya decía Quevedo que nadie ofrece tanto como el que no piensa cumplir.

Respecto al aislamiento voluntario -- que sería esa tercera faceta del síndrome de Diógenes-- no hay más que echar mano de la eliminación de la página de transparencia, de las nulas explicaciones tras el Consejo de Ministros y el temor a ser preguntado por el informe que ya ha terminado la Fiscalía de Estados Unidos con el apoyo de la DEA. En estos días está preparando dos órdenes de búsqueda y captura internacional contra dos presuntos delincuentes nacionales, uno es José Luis Rodríguez Zapatero, alias “ZParo”, y el otro es el actual vicepresidente segundo: un tal Iglesias Turrión, cada vez más cercado por la legislación internacional y por el informe de William Barr. El presidente y muchos miembros de su Gobierno se han pasado por el arco del triunfo la luz y hasta a los taquígrafos: es lo que se llama “la mochila del impresentable”.

Y vamos con la cuarta y última faceta del síndrome que nos ocupa. Me refiero a la acumulación de grandes cantidades de basura y desperdicios. Viendo cómo han actuado los diferentes ministros y ministras durante la covid-19, y cómo actúan, no le va a ser fácil al presidente librarse del síndrome porque está rodeado de grandes desperdicios, negados especialistas, contradictorios ministros, mentirosos papanatas e irrespetuosos personajes. Son tan torpes que nada solucionan y utilizan la estupidez como arma (Ábalos en el aeropuerto y en el caso de Delcy Rodríguez); el acuerdo con Bildu en Navarra; los encapuchados de Bolivia; las mentiras de Sánchez a diario; el plagio de la tesis; la inutilidad para aclarar el caso de las niñas violadas en Baleares; el ocultamiento de la sentencia de los ERE; las compras fraudulentas de mascarillas con facturas infladas; la nula protección de los trabajadores del sector sanitario; la desprotección y órdenes atentatorias contra los mayores en residencias…. Y así escándalo tras escándalo sin aclarar.

Explicado el síndrome de Diógenes de Pedro Sánchez, quiero dejar constancia de que ya hay dos casos que llevan a Iglesias a ser un cadáver políticos y otros dos que acompañan al expresidente, Rodríguez Zapatero. El caso “Dina” es un ejemplo de mala y nula transparencia del Gobierno, justamente lo contrario de lo que decía Iglesias cuando se apropió del trabajo de los jóvenes del 15M con engaños, barrabasadas y muy malas artes. ¿Qué pasa, Iglesias, con el chivatazo de la Fiscalía? Se esconden y, tras limitar las preguntas y amenazar al periodista disidente, deciden no responder. Y la susodicha, encargada de la prensa tóxica. ¡Manda huevos!

Toda esa porquería que ha atesorado Sánchez y de la que está haciendo acopio Iglesias, hace que veamos a ambos como acumuladores de porquería, con claro síndrome de Diógenes. Se han acostumbrado a hacer apostolado del engaño y van a tener a la calle enfrente: ¡A la calle no hay quien la calle! Las golferías y la porquería atesorada hace ya insoportable el hedor y éste ha llegado hasta el fiscal general, William Barr, quien intenta sanear la fuerte infección extendida en Moncloa. Recientemente la prensa holandesa hablaba de “Gobierno español de fracasados y fracasadas, con imborrable tinte de acomplejados”.

En fin, como siempre, comprobarán que la culpa no es del Gobierno. De momento lo será del PP y de la extrema derecha por atreverse a hacer preguntas incómodas al Gobierno, incluso por votar en Bruselas a favor de la transparencia. Y, por supuesto, también lo será de Francisco Franco aunque les abone la paga extraordinaria del 18 de julio.

​Sánchez con síndrome de Diógenes

Como siempre, la culpa no será del Gobierno sino del PP y de la extrema derecha por atreverse a hacer preguntas incómodas al Gobierno
Jesús  Salamanca
martes, 7 de julio de 2020, 08:44 h (CET)

Hace una semana tratábamos los tres síndromes que atenazan al presidente Sánchez. Hablábamos del llamado síndrome de Estocolmo, del de Medea y del síndrome de Diógenes. Pero de todos ellos es este último el que más me preocupa porque ya no tengo dudas. Recuerden que el síndrome de Diógenes “es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación junto a él de grandes cantidades de basura y desperdicios…”.

Ese trastorno de comportamiento abarca cuatro facetas que tienen preso al presidente. El primero, y más importante, es lo que se refiere al trastorno de comportamiento que le ha llevado a la mentira permanente y a la paranoia más vulgar; él todo lo hace bien y la culpa es de los demás: llámese oposición, residencias de mayores, gestores de equipos sanitarios, miles de fallecidos... Todo un plagiador y un tramposo visceral disparando al aire a ver si alcanza a alguien. No piensen que hemos olvidado la urna de Ferraz con la que no pudo culminar su treta: se coge antes al ladrón que al cojo. Y como siempre hay algún listo, más listo que el que se lo cree, no tardará en aparecer el que moje su pan en la salsa. Por eso decía Manuel Fraga Iribarne que “Jesucristo tendría buenos medios de información y, sin embargo, le salió un Judas”.

La segunda faceta del trastorno es la que se refiere al abandono social y personal. Bien es verdad que en lo personal ha sido un aprovechado de la mentira, pero en lo social es donde ese abandono es clamoroso: ahí tienen el estado de las residencias de mayores tras declararse el Gobierno como único responsable desde el 19 de marzo. Tuvieron que comprobar Sánchez e Iglesias la ineficacia, ineptitud e incompetencia de su Gobierno para autorizar a las comunidades autónomas a buscar material sanitario en el infernal mercado exterior. Ahí se demostró que estaban más descentrados que un pulpo en la lápida de un cementerio. Ese mismo abandono social se deja ver en la huida del acto a los fallecidos por la covid-19; como el gamberro que es y el gaznápiro que demuestra, se organiza una “orgía” en Portugal para evitar a Felipe VI; no ha olvidado que en el último homenaje a las fuerzas armadas fue el destinatario de todos los silbidos e insultos de la ciudadanía. Y eso no lo puede soportar su deteriorado “ego”. Tan solo faltará el presidente al homenaje a los fallecidos. Ya decía Quevedo que nadie ofrece tanto como el que no piensa cumplir.

Respecto al aislamiento voluntario -- que sería esa tercera faceta del síndrome de Diógenes-- no hay más que echar mano de la eliminación de la página de transparencia, de las nulas explicaciones tras el Consejo de Ministros y el temor a ser preguntado por el informe que ya ha terminado la Fiscalía de Estados Unidos con el apoyo de la DEA. En estos días está preparando dos órdenes de búsqueda y captura internacional contra dos presuntos delincuentes nacionales, uno es José Luis Rodríguez Zapatero, alias “ZParo”, y el otro es el actual vicepresidente segundo: un tal Iglesias Turrión, cada vez más cercado por la legislación internacional y por el informe de William Barr. El presidente y muchos miembros de su Gobierno se han pasado por el arco del triunfo la luz y hasta a los taquígrafos: es lo que se llama “la mochila del impresentable”.

Y vamos con la cuarta y última faceta del síndrome que nos ocupa. Me refiero a la acumulación de grandes cantidades de basura y desperdicios. Viendo cómo han actuado los diferentes ministros y ministras durante la covid-19, y cómo actúan, no le va a ser fácil al presidente librarse del síndrome porque está rodeado de grandes desperdicios, negados especialistas, contradictorios ministros, mentirosos papanatas e irrespetuosos personajes. Son tan torpes que nada solucionan y utilizan la estupidez como arma (Ábalos en el aeropuerto y en el caso de Delcy Rodríguez); el acuerdo con Bildu en Navarra; los encapuchados de Bolivia; las mentiras de Sánchez a diario; el plagio de la tesis; la inutilidad para aclarar el caso de las niñas violadas en Baleares; el ocultamiento de la sentencia de los ERE; las compras fraudulentas de mascarillas con facturas infladas; la nula protección de los trabajadores del sector sanitario; la desprotección y órdenes atentatorias contra los mayores en residencias…. Y así escándalo tras escándalo sin aclarar.

Explicado el síndrome de Diógenes de Pedro Sánchez, quiero dejar constancia de que ya hay dos casos que llevan a Iglesias a ser un cadáver políticos y otros dos que acompañan al expresidente, Rodríguez Zapatero. El caso “Dina” es un ejemplo de mala y nula transparencia del Gobierno, justamente lo contrario de lo que decía Iglesias cuando se apropió del trabajo de los jóvenes del 15M con engaños, barrabasadas y muy malas artes. ¿Qué pasa, Iglesias, con el chivatazo de la Fiscalía? Se esconden y, tras limitar las preguntas y amenazar al periodista disidente, deciden no responder. Y la susodicha, encargada de la prensa tóxica. ¡Manda huevos!

Toda esa porquería que ha atesorado Sánchez y de la que está haciendo acopio Iglesias, hace que veamos a ambos como acumuladores de porquería, con claro síndrome de Diógenes. Se han acostumbrado a hacer apostolado del engaño y van a tener a la calle enfrente: ¡A la calle no hay quien la calle! Las golferías y la porquería atesorada hace ya insoportable el hedor y éste ha llegado hasta el fiscal general, William Barr, quien intenta sanear la fuerte infección extendida en Moncloa. Recientemente la prensa holandesa hablaba de “Gobierno español de fracasados y fracasadas, con imborrable tinte de acomplejados”.

En fin, como siempre, comprobarán que la culpa no es del Gobierno. De momento lo será del PP y de la extrema derecha por atreverse a hacer preguntas incómodas al Gobierno, incluso por votar en Bruselas a favor de la transparencia. Y, por supuesto, también lo será de Francisco Franco aunque les abone la paga extraordinaria del 18 de julio.

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