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Opinión
Etiquetas | George Floyd | Black Lives Matter | Washington
​El martes pasado, después del funeral de George Floyd, su hermano menor, Philonise, voló a Washington D.C. para dirigirse al Comité Judicial de la Cámara de Representantes

“Dejen de financiar a la policía”

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Las protestas contra la violencia policial en Estados Unidos, que ya llevan más de dos semanas ininterrumpidas, están comenzando a generar cambios. El asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis impulsó a cientos de miles —o quizás millones— de personas a salir a las calles, para exigir justicia para Floyd y otras víctimas de la policía, así como un cambio fundamental en el sistema policial. El lema “dejen de financiar a la policía” recorre el país, entonado descarnadamente por personas cansadas de un ciclo que se repite una y otra vez: violencia policial, protestas, promesas de reforma y luego… nada. En Minneapolis, una gran mayoría del Concejo Municipal de la ciudad se ha comprometido a tomar medidas para desmantelar el Departamento de Policía de Minneapolis.

En una entrevista para Democracy Now!, el profesor de la Universidad de Harvard Khalil Gibran Muhammad, autor de “The Condemnation of Blackness” (“La condena a la negritud”, en español), expresó: “No hemos visto un momento como este en al menos medio siglo, con manifestantes saliendo a las calles para exigir, de una vez por todas, no solo una reforma policial y que se termine la impunidad, sino también una nueva perspectiva de la relación entre las autoridades estatales y la salud de una comunidad”.

En Minneapolis, los cuatro oficiales que participaron en la muerte de George Floyd han sido formalmente acusados por el asesinato. Pero la población quiere más que condenas, que en muchos casos ni siquiera se concretan, tal como expresó Keith Ellison, primer fiscal general afroestadounidense de Minnesota. Ellison se hizo cargo de llevar adelante la acusación formal contra los policías involucrados en la muerte de Floyd por temores de que el fiscal del condado tuviera un sesgo a favor de la policía. Tras décadas de impunidad, violencia contra los residentes de la ciudad y el fracaso en la resolución de crímenes violentos, una gran cantidad de gente en Minneapolis desea que el departamento de policía de su ciudad sea desmantelado.

Jeremiah Ellison, miembro del Concejo Municipal de Minneapolis, opinó en una entrevista para Democracy Now!: “Tenemos que crear un sistema de seguridad pública que funcione para todos”. Jeremiah Ellison es hijo de Keith Ellison y conoce personalmente la inclinación por la violencia del Departamento de Policía de Minneapolis. En 2015, en medio de las masivas protestas no violentas tras la muerte a manos de la policía de otro joven afroestadounidense, Jamar Clark, un oficial de este mismo departamento de policía apuntó con un arma de fuego a la cabeza de Jeremiah mientras permanecía con las manos alzadas.

Jeremiah Ellison prosiguió: “El año pasado hicimos un estudio de las llamadas al 911 y nos dimos cuenta de que entre las principales llamadas que atiende la policía están las llamadas por lo que consideramos personas con trastornos emocionales o llamadas por temas de salud mental. ¿Necesitamos un arma de fuego presente en una llamada como esa? ¿Necesitamos un arma de fuego presente en una llamada por un billete de 20 dólares falso? Creo que no”.

En la ciudad de Nueva York hay agrupaciones que luchan desde hace décadas para reformar el Departamento de Policía de la ciudad. La lista de hombres negros desarmados muertos a manos de la policía neoyorquina es cada vez más larga: Amadou Diallo, Patrick Dorismond, Ousmane Zongo, Timothy Stansbury Jr., Sean Bell, Ramarley Graham, Eric Garner… y la lista continúa. Linda Sarsour, activista de larga trayectoria, colaboró en la organización de una marcha para exigir un cambio en las políticas policiales tras el asesinato de George Floyd. Sarsour expresó en Democracy Now!: “Más de 50.000 personas salieron a las calles con nosotros, y tenemos una serie de demandas. Dejen que los policías hagan lo que se supone que deben hacer: mantener a las personas seguras. No son trabajadores sociales. No son profesionales de la salud mental. No son educadores. Así que, en realidad, se involucran en actividades que no coinciden con la certificación ni con los criterios de las actividades que debería desempeñar un agente de policía. Si no los capacitan para eso en la academia de policía, entonces, ¿por qué los enviamos a abordar cosas que no tienen nada que ver con ellos? En la ciudad de Nueva York, el departamento de policía cuenta con mayor presupuesto que casi cualquier otro organismo de la ciudad, de hecho, tal vez el mayor presupuesto de todos los organismos públicos de la ciudad de Nueva York. Lo que reclamamos es que reduzcan su presupuesto, tomen ese dinero y lo reasignen a jóvenes y adultos mayores, al desarrollo comunitario, con un enfoque en aquellos que han sido afectados más directamente: comunidades de color y gente pobre de clase trabajadora”.

Al tiempo que la gente se alza en demanda de justicia para George Floyd y de políticas para abordar la imperecedera plaga de racismo en Estados Unidos, la policía, la Guardia Nacional y el presidente Trump y sus secuaces han hecho todo lo posible para reprimir violentamente la disidencia. Los activistas han sido golpeados, rociados con gases lacrimógenos y gas pimienta, baleados y arrestados en masa. Tanto manifestantes no violentos como periodistas han sufrido la pérdida de ojos, han sido embestidos por autos y camiones y han sufrido fracturas. En una manifestación en San José, California, la policía le disparó a un colaborador comunitario que solía instruir a los propios agentes sobre el sesgo implícito de la institución policial contra las personas de color. Derrick Sanderlin, un afroestadounidense de 27 años de edad, recibió un disparo de bala de goma en la ingle que le ocasionó una ruptura de testículo y ahora ya no podrá engendrar hijos.

A medida que el gas lacrimógeno se disipa, comienzan a aprobarse las largamente esperadas leyes de reforma policial. Tanto en el estado de Nueva York y en Colorado, como en las ciudades de Houston, en Texas, y Raleigh, en Carolina del Norte, se han prohibido las llaves de estrangulamiento. La Cámara de Representantes de Estados Unidos está por aprobar un proyecto de ley que prohibirá las llaves de estrangulamiento a nivel federal. También creará una base de datos nacional de policías violentos, por lo que un agente despedido no podrá simplemente mudarse a un departamento de policía de otra ciudad o pueblo.

El martes pasado, después del funeral de George Floyd, su hermano menor, Philonise, voló a Washington D.C. para dirigirse al Comité Judicial de la Cámara de Representantes

: “George no estaba haciéndole daño a nadie ese día. No merecía morir por veinte dólares. Les pregunto, ¿es eso es lo que vale la vida de un hombre negro? ¿Veinte dólares? Estamos en 2020. Ya fue suficiente”.

“Dejen de financiar a la policía”

​El martes pasado, después del funeral de George Floyd, su hermano menor, Philonise, voló a Washington D.C. para dirigirse al Comité Judicial de la Cámara de Representantes
Amy Goodman
lunes, 15 de junio de 2020, 09:06 h (CET)

Las protestas contra la violencia policial en Estados Unidos, que ya llevan más de dos semanas ininterrumpidas, están comenzando a generar cambios. El asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis impulsó a cientos de miles —o quizás millones— de personas a salir a las calles, para exigir justicia para Floyd y otras víctimas de la policía, así como un cambio fundamental en el sistema policial. El lema “dejen de financiar a la policía” recorre el país, entonado descarnadamente por personas cansadas de un ciclo que se repite una y otra vez: violencia policial, protestas, promesas de reforma y luego… nada. En Minneapolis, una gran mayoría del Concejo Municipal de la ciudad se ha comprometido a tomar medidas para desmantelar el Departamento de Policía de Minneapolis.

En una entrevista para Democracy Now!, el profesor de la Universidad de Harvard Khalil Gibran Muhammad, autor de “The Condemnation of Blackness” (“La condena a la negritud”, en español), expresó: “No hemos visto un momento como este en al menos medio siglo, con manifestantes saliendo a las calles para exigir, de una vez por todas, no solo una reforma policial y que se termine la impunidad, sino también una nueva perspectiva de la relación entre las autoridades estatales y la salud de una comunidad”.

En Minneapolis, los cuatro oficiales que participaron en la muerte de George Floyd han sido formalmente acusados por el asesinato. Pero la población quiere más que condenas, que en muchos casos ni siquiera se concretan, tal como expresó Keith Ellison, primer fiscal general afroestadounidense de Minnesota. Ellison se hizo cargo de llevar adelante la acusación formal contra los policías involucrados en la muerte de Floyd por temores de que el fiscal del condado tuviera un sesgo a favor de la policía. Tras décadas de impunidad, violencia contra los residentes de la ciudad y el fracaso en la resolución de crímenes violentos, una gran cantidad de gente en Minneapolis desea que el departamento de policía de su ciudad sea desmantelado.

Jeremiah Ellison, miembro del Concejo Municipal de Minneapolis, opinó en una entrevista para Democracy Now!: “Tenemos que crear un sistema de seguridad pública que funcione para todos”. Jeremiah Ellison es hijo de Keith Ellison y conoce personalmente la inclinación por la violencia del Departamento de Policía de Minneapolis. En 2015, en medio de las masivas protestas no violentas tras la muerte a manos de la policía de otro joven afroestadounidense, Jamar Clark, un oficial de este mismo departamento de policía apuntó con un arma de fuego a la cabeza de Jeremiah mientras permanecía con las manos alzadas.

Jeremiah Ellison prosiguió: “El año pasado hicimos un estudio de las llamadas al 911 y nos dimos cuenta de que entre las principales llamadas que atiende la policía están las llamadas por lo que consideramos personas con trastornos emocionales o llamadas por temas de salud mental. ¿Necesitamos un arma de fuego presente en una llamada como esa? ¿Necesitamos un arma de fuego presente en una llamada por un billete de 20 dólares falso? Creo que no”.

En la ciudad de Nueva York hay agrupaciones que luchan desde hace décadas para reformar el Departamento de Policía de la ciudad. La lista de hombres negros desarmados muertos a manos de la policía neoyorquina es cada vez más larga: Amadou Diallo, Patrick Dorismond, Ousmane Zongo, Timothy Stansbury Jr., Sean Bell, Ramarley Graham, Eric Garner… y la lista continúa. Linda Sarsour, activista de larga trayectoria, colaboró en la organización de una marcha para exigir un cambio en las políticas policiales tras el asesinato de George Floyd. Sarsour expresó en Democracy Now!: “Más de 50.000 personas salieron a las calles con nosotros, y tenemos una serie de demandas. Dejen que los policías hagan lo que se supone que deben hacer: mantener a las personas seguras. No son trabajadores sociales. No son profesionales de la salud mental. No son educadores. Así que, en realidad, se involucran en actividades que no coinciden con la certificación ni con los criterios de las actividades que debería desempeñar un agente de policía. Si no los capacitan para eso en la academia de policía, entonces, ¿por qué los enviamos a abordar cosas que no tienen nada que ver con ellos? En la ciudad de Nueva York, el departamento de policía cuenta con mayor presupuesto que casi cualquier otro organismo de la ciudad, de hecho, tal vez el mayor presupuesto de todos los organismos públicos de la ciudad de Nueva York. Lo que reclamamos es que reduzcan su presupuesto, tomen ese dinero y lo reasignen a jóvenes y adultos mayores, al desarrollo comunitario, con un enfoque en aquellos que han sido afectados más directamente: comunidades de color y gente pobre de clase trabajadora”.

Al tiempo que la gente se alza en demanda de justicia para George Floyd y de políticas para abordar la imperecedera plaga de racismo en Estados Unidos, la policía, la Guardia Nacional y el presidente Trump y sus secuaces han hecho todo lo posible para reprimir violentamente la disidencia. Los activistas han sido golpeados, rociados con gases lacrimógenos y gas pimienta, baleados y arrestados en masa. Tanto manifestantes no violentos como periodistas han sufrido la pérdida de ojos, han sido embestidos por autos y camiones y han sufrido fracturas. En una manifestación en San José, California, la policía le disparó a un colaborador comunitario que solía instruir a los propios agentes sobre el sesgo implícito de la institución policial contra las personas de color. Derrick Sanderlin, un afroestadounidense de 27 años de edad, recibió un disparo de bala de goma en la ingle que le ocasionó una ruptura de testículo y ahora ya no podrá engendrar hijos.

A medida que el gas lacrimógeno se disipa, comienzan a aprobarse las largamente esperadas leyes de reforma policial. Tanto en el estado de Nueva York y en Colorado, como en las ciudades de Houston, en Texas, y Raleigh, en Carolina del Norte, se han prohibido las llaves de estrangulamiento. La Cámara de Representantes de Estados Unidos está por aprobar un proyecto de ley que prohibirá las llaves de estrangulamiento a nivel federal. También creará una base de datos nacional de policías violentos, por lo que un agente despedido no podrá simplemente mudarse a un departamento de policía de otra ciudad o pueblo.

El martes pasado, después del funeral de George Floyd, su hermano menor, Philonise, voló a Washington D.C. para dirigirse al Comité Judicial de la Cámara de Representantes

: “George no estaba haciéndole daño a nadie ese día. No merecía morir por veinte dólares. Les pregunto, ¿es eso es lo que vale la vida de un hombre negro? ¿Veinte dólares? Estamos en 2020. Ya fue suficiente”.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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