Imagínese que todos los guantazos que la vida le tiene reservados a usted, me los dieran a mí: “Le dolerían? ¿Aprendería algo?” Claro que no. Quizás, por lo bajini, se le podría oír aquello de: “Ahí me las den todas”. Aunque, si usted tuviera buen corazón, con suerte sentiría compasión por mí. Pues bien, "la DGA fue condenada en Teruel por no proporcionar material de autoprotección a los sanitarios durante la epidemia de la covid-19": Ahí está el pescozón. Pero, resulta que la DGA no tiene jeta propia ni faltriquera. La DGA tiene el rostro y la buchaca de todos y es ahí donde sonará el mamporro. ¿Sentirá dolor, aprenderá algo la DGA con el coscorrón? Claro que no. La DGA está acostumbrada a decir aquello de: “Ahí me las den todas”. Como mucho, proferirá un melifluo lamento, emitirá un mea culpa y pagará resignadamente con el saquillo de todos. Y es que uno ya se cansa de ver el poco respeto y la facilidad con que nos sablean aquellos que tendrían que velar por nuestros intereses. Y es que, hasta que el funcionario no sufra los pescozones en carne propia, no hay nada que hacer.
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