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Etiquetas | Política | Josep Borrell | Coronavirus
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, cuando observamos que personas de la categoría del señor Borrell, caen en la trampa de la demagogia

​Borrell ¿Tú también Josep?

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Lo que hasta ahora no habían conseguido ni los socialistas ni los comunistas, se lo ha servido en bandeja de plata la pandemia del coronavirus. Ni Iglesias, ni el propio Pedro Sánchez hubieran soñado nunca el poder hacer lo que están haciendo amparándose en la epidemia, las facilidades que están encontrando para limitar, cada vez más, los derechos y libertades de los españoles y, de paso, ir olvidándose de cumplir aquellas normas, leyes o preceptos amparándose en la excepcionalidad del Covid 19, la mejor coartada de la que pueden valerse para ocultar sus verdaderos propósitos de instalarse definitivamente en el poder, por mucho que la señora ministra portavoz del Gobierno, señora Montero, insista continuamente en que todo lo que se está haciendo está avalado por los “sabios” consejos de verdaderos expertos en la materia. Pero, por lo visto, la señora ministra tampoco nos quiere decir a los españoles para que los conozcamos, cuáles son estas personas extraordinarias y mostrar a la ciudadanía los informes que han emitido estos señores que puedan justificar las medidas que se están tomando, algunas de ellas muy difíciles de aceptar como procedentes de personas tan capacitadas como nos quieren dar a entender.

Lo que sucede, señores socialistas, es que existe una Ley, la de Salud Pública en la que se establece que este tipo de informes emitidos por expertos, el Gobierno o los poderes públicos tienen la obligación de informar al pueblo de sus nombres y sus capacidades para justificar la validez de sus propuestas. Y aquí desde el señor Fernando Simón
(un señor que ha perdido, ya desde hace mucho tiempo, toda credibilidad y que ya debiera de haber sido sustituido) hasta el señor ministro de Sanidad, señor Illa, que ha estado cometiendo errores garrafales demostrando su incompetencia para el cargo que ocupa y que, si tuviera vergüenza y no fuera un infiltrado debido a sus buenas relaciones con los separatistas catalanes, con toda seguridad no estaría en el lugar en el que lo han enchufado. Aquí resulta ser que las leyes no valen y que, los que en definitiva imponen sus criterios políticos y partidistas ¡no con criterios objetivos, como usted repite continuamente, señora Montero!, son la camarilla que hoy forma parte de este Gobierno que pretenden silenciar a la prensa ¿No es cierto señor Marlaska? Aunque ello suponga vulnerar la Constitución mientras ellos se ven con autoridad para ocultar a los ciudadanos los trapicheos que han cometido los ministerios que se han encargado de la compra a China de material sanitario, que ha resultado inservible ( tampoco han informado si se les han devuelto los cientos de millones que pagaron por ellos) y han obviado dar explicaciones sobre las estafas a las que han estado sometidos; de las poco claras y sospechosas compras a empresas españolas que ni tienen domicilio social y cuyos materiales han resultado inservibles. Estos señores que hoy cortan el bacalao, que pretenden imponernos una suerte de tiranía, encabezados por los comunistas de Podemos e IU, son los que han decidido crear una comisión “para la restauración social y económica” del país.

Una comisión ad hoc, al frente de la cual han puesto a una de esta personas que, en todos los lugares en los que ha estado, ha demostrado su incapacidad, su sectarismo, su falta de preparación y su subordinación total a las consignas del señor Sánchez, el señor Patxi López. Pero no contentos con instalar a López al frente, han decidido otorgarle una vicepresidencia de la comisión, para satisfacer a Iglesias, endilgándole como vicepresidente primero a un tal Enrique Santiago, secretario general del PCE que fue representante de la guerrilla de las FARC en las conversaciones de La Habana, que llevaron a la firma del acuerdo de paz del Gobierno de Juan Manuel Santos con esa guerrilla. Él fue el que consiguió que el narcotráfico realizado por las FARC no fuera considerado un crimen sino una forma de financiación de una lucha política ¡Un magnífica aportación para ayudar a salir a España de la grave encrucijada, sanitaria y económica, en la que se encuentra!

Y algo que, a los que vivimos la Guerra Civil nos cuesta creer, es que en este Siglo XXI en el que vivimos, todavía se pueda escuchar: aquella obsoleta expresión que se empleaba por los comunistas españoles de aquellos años 30, la de “camarada”, traducción directa del tovarich ruso usado por los bolcheviques de la revolución proletaria rusa. Pues al señor Santiago, sus compañeros del grupo Podemos, lo felicitaron con un “Buen trabajo, camarada”. Estos son aquellos que, hace ya mucho tiempo, cuando se empezaron a rumorearse que Pedro Sánchez ya no le importaría dormir a pierna suelta si cohabitaba con el comunista Iglesias, ya anticipábamos que si, un día, llegaran a gobernar conjuntamente con los socialistas, no tardarían mucho en ser ellos, los comunistas, los que acabaran teniendo el poder y los socialistas, una vez más, subordinados a sus deseos o, mejor dicho, a sus órdenes.

Bien, pues hoy mismo hemos tenido lo que se puede entender como la confirmación de lo que nos estábamos temiendo desde que el PSOE, por los errores de Rajoy y la Sáez de Santamaría, respecto al trato que se les debía de haber dado a los separatistas catalanes, se hizo con el mando. Desde el momento en que el voluble Pedro Sánchez decidió abjurar de su palabra de no pactar nunca con los comunistas bolivarianos, para entregarse, en cuerpo y alma, a su Lucifer particular, Pablo Iglesias; quedó claro que el PSOE, acabaría convirtiéndose en un mero instrumento de los planes del líder comunista. Y lo peor del caso es que, esta nueva decepción, es la confirmación de que, cada vez, nos estamos enfangando, más y más, en la ciénaga en la que la estulticia de nuestros gobernantes parece que están decididos a sumergir a España. La persona de la que nunca hubiéramos pensado que acabara entrando de lleno en la órbita del pensamiento intervencionista de Sánchez, el señor Josep Borrell, el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriore3s y Política de Seguridad ¡nada más y nada menos!, todo un personaje dentro del ámbito europeo!; parece que se ha contagiado de esta otra pandemia de la sociedad que nos lleva hacia un cambio social en el que se barajan mutaciones frente populistas como soluciones a los graves problemas que azotan a Europa.

El señor Borrell sostiene que es irremediable que el Estado entre en el capital de las empresas. No parece que tenga en cuenta las repetidas ocasiones en las que en algunas naciones se puso en práctica el intervencionismo estatal en la marcha de las empresas o que no toma en cuenta lo que sucedió en Rusia cuando la burocracia gubernamental puso a la producción de la URSS en manos de los políticos rusos, ni lo que les sucedió a los países de detrás del telón de acero en los que se había implantado un régimen similar al de Moscú. Para Josep Borrell, hoy lo ha dicho en una entrevista que le han hecho en la COPE, respecto a que las naciones del Norte de Europa están equivocadas cuando son remisas a dar dinero a las del Sur. Que lo que hace falta es que países como España o Italia gasten mucho más, sin límites, sin preocuparse del endeudamiento ni del déficit público. Equipara las medidas que se tomaron en la cris del 2008 con las que ahora ha desencadenado el Covid 19 de modo que, creemos que ingenuamente, Europa habría de facilitar, según Borrell, que los estados entren en el capital de las empresas, convirtiéndose en un accionista más, en la generalidad de los casos, como socio mayoritario, con lo que, en la práctica se convertiría en quién dirigiera la política económica de cada empresa en la que interviniera. ¿Es esto o no lo se puede considerar como una estatalización encubierta de la economía de la nación?

Pero ¿por qué ha de inmiscuirse el Estado en las actividades de las empresas, intentando sustituir a sus actuales direcciones que, contrariamente a lo que se nos quiere hacer creer, no han sido los culpables, como sucedió con las Cajas en el caso de la crisis de las prime-time ( no en el caso de los bancos como, equivocadamente, se nos ha pretendido hacer creer) de la crisis que va a venir, sino que todo se ha debido a una pandemia, imprevisible, mal manejada por algunas naciones y que se puede tratar mediante préstamos a las empresas, a devolver en plazos razonables y a intereses convenidos, con aval total o parcial del Estado, sin que la libre actuación de sus directivos se pudiera ver limitada, obstaculizada, impedida o ninguneada por la burocracia de la Administración. No acabamos de ver que Alemania, Holanda y el resto de naciones del norte de Europa, acaben aceptando que han de ir dando millones a mansalva a los del sur, sin ponerles condiciones de cómo deben invertir el préstamo, sólo porque no han sabido enfrentarse con éxito a la pandemia o porque, como sucede en España, el gobierno se ha dedicado a despilfarrar el dinero de los impuestos mediante una serie de donaciones, subvenciones, cantidades a fondo perdido y ayudas a empresas de amiguetes o de correligionarios del PSOE, cuando no despilfarrando en compras sin control o en aumentos de la burocracia de la Administración y de su plantilla de funcionarios, llevadas a cabo en unos momentos en los que España no está en condiciones económicas para poder soportarlas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, cuando observamos que personas de la categoría del señor Borrell, caen en la trampa de la demagogia, no sabemos si considerarlo buenismo, de modo que se creen que: si el Estado entra en el capital de una sociedad privada luego, cuando se haya recuperado la empresa, va a salirse de ella y, lo que todavía resulta menos comprensible, vendiendo sus acciones con el objetivo de hacer negocio a costa de la empresa que privatiza. ¡Apaga y vámonos! No somos, ni mucho menos, expertos en cuestiones económicas, pero me atrevería a afirmar que lo que el señor Borrell, de buena fe seguramente, está proponiendo no ha surgido efecto en ningún país de izquierdas en el que se hubiera puesto en marcha. Qualis vita fine vita.

​Borrell ¿Tú también Josep?

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, cuando observamos que personas de la categoría del señor Borrell, caen en la trampa de la demagogia
Miguel Massanet
sábado, 9 de mayo de 2020, 09:12 h (CET)

Lo que hasta ahora no habían conseguido ni los socialistas ni los comunistas, se lo ha servido en bandeja de plata la pandemia del coronavirus. Ni Iglesias, ni el propio Pedro Sánchez hubieran soñado nunca el poder hacer lo que están haciendo amparándose en la epidemia, las facilidades que están encontrando para limitar, cada vez más, los derechos y libertades de los españoles y, de paso, ir olvidándose de cumplir aquellas normas, leyes o preceptos amparándose en la excepcionalidad del Covid 19, la mejor coartada de la que pueden valerse para ocultar sus verdaderos propósitos de instalarse definitivamente en el poder, por mucho que la señora ministra portavoz del Gobierno, señora Montero, insista continuamente en que todo lo que se está haciendo está avalado por los “sabios” consejos de verdaderos expertos en la materia. Pero, por lo visto, la señora ministra tampoco nos quiere decir a los españoles para que los conozcamos, cuáles son estas personas extraordinarias y mostrar a la ciudadanía los informes que han emitido estos señores que puedan justificar las medidas que se están tomando, algunas de ellas muy difíciles de aceptar como procedentes de personas tan capacitadas como nos quieren dar a entender.

Lo que sucede, señores socialistas, es que existe una Ley, la de Salud Pública en la que se establece que este tipo de informes emitidos por expertos, el Gobierno o los poderes públicos tienen la obligación de informar al pueblo de sus nombres y sus capacidades para justificar la validez de sus propuestas. Y aquí desde el señor Fernando Simón
(un señor que ha perdido, ya desde hace mucho tiempo, toda credibilidad y que ya debiera de haber sido sustituido) hasta el señor ministro de Sanidad, señor Illa, que ha estado cometiendo errores garrafales demostrando su incompetencia para el cargo que ocupa y que, si tuviera vergüenza y no fuera un infiltrado debido a sus buenas relaciones con los separatistas catalanes, con toda seguridad no estaría en el lugar en el que lo han enchufado. Aquí resulta ser que las leyes no valen y que, los que en definitiva imponen sus criterios políticos y partidistas ¡no con criterios objetivos, como usted repite continuamente, señora Montero!, son la camarilla que hoy forma parte de este Gobierno que pretenden silenciar a la prensa ¿No es cierto señor Marlaska? Aunque ello suponga vulnerar la Constitución mientras ellos se ven con autoridad para ocultar a los ciudadanos los trapicheos que han cometido los ministerios que se han encargado de la compra a China de material sanitario, que ha resultado inservible ( tampoco han informado si se les han devuelto los cientos de millones que pagaron por ellos) y han obviado dar explicaciones sobre las estafas a las que han estado sometidos; de las poco claras y sospechosas compras a empresas españolas que ni tienen domicilio social y cuyos materiales han resultado inservibles. Estos señores que hoy cortan el bacalao, que pretenden imponernos una suerte de tiranía, encabezados por los comunistas de Podemos e IU, son los que han decidido crear una comisión “para la restauración social y económica” del país.

Una comisión ad hoc, al frente de la cual han puesto a una de esta personas que, en todos los lugares en los que ha estado, ha demostrado su incapacidad, su sectarismo, su falta de preparación y su subordinación total a las consignas del señor Sánchez, el señor Patxi López. Pero no contentos con instalar a López al frente, han decidido otorgarle una vicepresidencia de la comisión, para satisfacer a Iglesias, endilgándole como vicepresidente primero a un tal Enrique Santiago, secretario general del PCE que fue representante de la guerrilla de las FARC en las conversaciones de La Habana, que llevaron a la firma del acuerdo de paz del Gobierno de Juan Manuel Santos con esa guerrilla. Él fue el que consiguió que el narcotráfico realizado por las FARC no fuera considerado un crimen sino una forma de financiación de una lucha política ¡Un magnífica aportación para ayudar a salir a España de la grave encrucijada, sanitaria y económica, en la que se encuentra!

Y algo que, a los que vivimos la Guerra Civil nos cuesta creer, es que en este Siglo XXI en el que vivimos, todavía se pueda escuchar: aquella obsoleta expresión que se empleaba por los comunistas españoles de aquellos años 30, la de “camarada”, traducción directa del tovarich ruso usado por los bolcheviques de la revolución proletaria rusa. Pues al señor Santiago, sus compañeros del grupo Podemos, lo felicitaron con un “Buen trabajo, camarada”. Estos son aquellos que, hace ya mucho tiempo, cuando se empezaron a rumorearse que Pedro Sánchez ya no le importaría dormir a pierna suelta si cohabitaba con el comunista Iglesias, ya anticipábamos que si, un día, llegaran a gobernar conjuntamente con los socialistas, no tardarían mucho en ser ellos, los comunistas, los que acabaran teniendo el poder y los socialistas, una vez más, subordinados a sus deseos o, mejor dicho, a sus órdenes.

Bien, pues hoy mismo hemos tenido lo que se puede entender como la confirmación de lo que nos estábamos temiendo desde que el PSOE, por los errores de Rajoy y la Sáez de Santamaría, respecto al trato que se les debía de haber dado a los separatistas catalanes, se hizo con el mando. Desde el momento en que el voluble Pedro Sánchez decidió abjurar de su palabra de no pactar nunca con los comunistas bolivarianos, para entregarse, en cuerpo y alma, a su Lucifer particular, Pablo Iglesias; quedó claro que el PSOE, acabaría convirtiéndose en un mero instrumento de los planes del líder comunista. Y lo peor del caso es que, esta nueva decepción, es la confirmación de que, cada vez, nos estamos enfangando, más y más, en la ciénaga en la que la estulticia de nuestros gobernantes parece que están decididos a sumergir a España. La persona de la que nunca hubiéramos pensado que acabara entrando de lleno en la órbita del pensamiento intervencionista de Sánchez, el señor Josep Borrell, el Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriore3s y Política de Seguridad ¡nada más y nada menos!, todo un personaje dentro del ámbito europeo!; parece que se ha contagiado de esta otra pandemia de la sociedad que nos lleva hacia un cambio social en el que se barajan mutaciones frente populistas como soluciones a los graves problemas que azotan a Europa.

El señor Borrell sostiene que es irremediable que el Estado entre en el capital de las empresas. No parece que tenga en cuenta las repetidas ocasiones en las que en algunas naciones se puso en práctica el intervencionismo estatal en la marcha de las empresas o que no toma en cuenta lo que sucedió en Rusia cuando la burocracia gubernamental puso a la producción de la URSS en manos de los políticos rusos, ni lo que les sucedió a los países de detrás del telón de acero en los que se había implantado un régimen similar al de Moscú. Para Josep Borrell, hoy lo ha dicho en una entrevista que le han hecho en la COPE, respecto a que las naciones del Norte de Europa están equivocadas cuando son remisas a dar dinero a las del Sur. Que lo que hace falta es que países como España o Italia gasten mucho más, sin límites, sin preocuparse del endeudamiento ni del déficit público. Equipara las medidas que se tomaron en la cris del 2008 con las que ahora ha desencadenado el Covid 19 de modo que, creemos que ingenuamente, Europa habría de facilitar, según Borrell, que los estados entren en el capital de las empresas, convirtiéndose en un accionista más, en la generalidad de los casos, como socio mayoritario, con lo que, en la práctica se convertiría en quién dirigiera la política económica de cada empresa en la que interviniera. ¿Es esto o no lo se puede considerar como una estatalización encubierta de la economía de la nación?

Pero ¿por qué ha de inmiscuirse el Estado en las actividades de las empresas, intentando sustituir a sus actuales direcciones que, contrariamente a lo que se nos quiere hacer creer, no han sido los culpables, como sucedió con las Cajas en el caso de la crisis de las prime-time ( no en el caso de los bancos como, equivocadamente, se nos ha pretendido hacer creer) de la crisis que va a venir, sino que todo se ha debido a una pandemia, imprevisible, mal manejada por algunas naciones y que se puede tratar mediante préstamos a las empresas, a devolver en plazos razonables y a intereses convenidos, con aval total o parcial del Estado, sin que la libre actuación de sus directivos se pudiera ver limitada, obstaculizada, impedida o ninguneada por la burocracia de la Administración. No acabamos de ver que Alemania, Holanda y el resto de naciones del norte de Europa, acaben aceptando que han de ir dando millones a mansalva a los del sur, sin ponerles condiciones de cómo deben invertir el préstamo, sólo porque no han sabido enfrentarse con éxito a la pandemia o porque, como sucede en España, el gobierno se ha dedicado a despilfarrar el dinero de los impuestos mediante una serie de donaciones, subvenciones, cantidades a fondo perdido y ayudas a empresas de amiguetes o de correligionarios del PSOE, cuando no despilfarrando en compras sin control o en aumentos de la burocracia de la Administración y de su plantilla de funcionarios, llevadas a cabo en unos momentos en los que España no está en condiciones económicas para poder soportarlas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, cuando observamos que personas de la categoría del señor Borrell, caen en la trampa de la demagogia, no sabemos si considerarlo buenismo, de modo que se creen que: si el Estado entra en el capital de una sociedad privada luego, cuando se haya recuperado la empresa, va a salirse de ella y, lo que todavía resulta menos comprensible, vendiendo sus acciones con el objetivo de hacer negocio a costa de la empresa que privatiza. ¡Apaga y vámonos! No somos, ni mucho menos, expertos en cuestiones económicas, pero me atrevería a afirmar que lo que el señor Borrell, de buena fe seguramente, está proponiendo no ha surgido efecto en ningún país de izquierdas en el que se hubiera puesto en marcha. Qualis vita fine vita.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de lo que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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