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Claro que, no contento con que la palabrita se exhiba una y otra vez por las alturas, al mismo tiempo que por las bajuras de la pirámide social, me encuentro con la vecina del quinto

La palabrita contexto

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Lo del “contexto” no deja de ser curioso. Que en la mayoría de las intervenciones de los políticos, politiquillos, politicastros, jerarcas del clero, etcétera y etcétera, la palabrita de marras, “contexto”, es como la panacea para aquellos que continuamente la argumentan; porque terminan no diciendo absolutamente nada de lo que en un principio se consideró como noticia reseñable. Eso de “lo que dije en el sermón ha sido sacado de contexto”, es algo más que una frase sobada, pues que resulta ser todo un atenuante dentro del crimen verbal cometido. Y el individuo se larga tan contento… Oiga, que usted dijo lo que dijo y así ha sido recogido por los principales medios, así que no me venga ahora con el escaqueo del “contexto”.

Pero es que el asunto va más allá de la clase política y de la desfachatez de algunos. Hasta en los programas-basura de televisión el cuento del “contexto” se pasea por el vocabulario de los escogidos tertulianos como periquillo por su casa: “Oye guapa, que lo que salió en la revista tal no lo ha dicho esta boquita, eso es que lo han sacado de contexto”; “Evidentemente, lo que aparece publicado hoy en ese periódico no es algo achacable a mi persona, ni muchísimo menos, toda la entrevista está fuera de contexto”; “No me digas, pues lo habrás leído mal, querida, ya sabes que ese tipo de cosas yo no las suelo decir y además, firmando el reportaje quien lo firma, te darás cuenta enseguida de que hasta las fotos están fuera de contexto”.

Claro que, no contento con que la palabrita se exhiba una y otra vez por las alturas, al mismo tiempo que por las bajuras de la pirámide social, me encuentro con la vecina del quinto  (¿por qué será siempre el quinto?) en el rellano de entrada al bloque, y hablando y hablando, a la distancia reglamentada, se me deja caer de esta guisa: “La que nos ha caído encima, vecino. No, si yo ya esto lo sabía. Tanto experimento, tanto experimento y luego pasa lo que pasa. ¿Y se ha fijao usted en que lo mismo te llueve, que te escampa y que al momento te cae encima una granizá de espanto? Y es como yo digo, vecino: está to sacao de contexto, lo que yo le diga”. Y se te quedan los ojos como platos. Hombre, la palabrilla no es precisamente de usar y tirar. Tampoco es que sea nada del otro mundo. Mas tiene la maldita palabra un halo de importancia, de trascendencia, que parece que quien la pronuncia dicta sentencia y te fulmina de inmediato. Y no lo digo, precisamente, por mi vecina del quinto, que ella seguramente ha oído campanas y… ¿o es que yo la saqué también de “contexto”?

La palabrita contexto

Claro que, no contento con que la palabrita se exhiba una y otra vez por las alturas, al mismo tiempo que por las bajuras de la pirámide social, me encuentro con la vecina del quinto
José Jesús Conde
lunes, 27 de abril de 2020, 08:23 h (CET)

Lo del “contexto” no deja de ser curioso. Que en la mayoría de las intervenciones de los políticos, politiquillos, politicastros, jerarcas del clero, etcétera y etcétera, la palabrita de marras, “contexto”, es como la panacea para aquellos que continuamente la argumentan; porque terminan no diciendo absolutamente nada de lo que en un principio se consideró como noticia reseñable. Eso de “lo que dije en el sermón ha sido sacado de contexto”, es algo más que una frase sobada, pues que resulta ser todo un atenuante dentro del crimen verbal cometido. Y el individuo se larga tan contento… Oiga, que usted dijo lo que dijo y así ha sido recogido por los principales medios, así que no me venga ahora con el escaqueo del “contexto”.

Pero es que el asunto va más allá de la clase política y de la desfachatez de algunos. Hasta en los programas-basura de televisión el cuento del “contexto” se pasea por el vocabulario de los escogidos tertulianos como periquillo por su casa: “Oye guapa, que lo que salió en la revista tal no lo ha dicho esta boquita, eso es que lo han sacado de contexto”; “Evidentemente, lo que aparece publicado hoy en ese periódico no es algo achacable a mi persona, ni muchísimo menos, toda la entrevista está fuera de contexto”; “No me digas, pues lo habrás leído mal, querida, ya sabes que ese tipo de cosas yo no las suelo decir y además, firmando el reportaje quien lo firma, te darás cuenta enseguida de que hasta las fotos están fuera de contexto”.

Claro que, no contento con que la palabrita se exhiba una y otra vez por las alturas, al mismo tiempo que por las bajuras de la pirámide social, me encuentro con la vecina del quinto  (¿por qué será siempre el quinto?) en el rellano de entrada al bloque, y hablando y hablando, a la distancia reglamentada, se me deja caer de esta guisa: “La que nos ha caído encima, vecino. No, si yo ya esto lo sabía. Tanto experimento, tanto experimento y luego pasa lo que pasa. ¿Y se ha fijao usted en que lo mismo te llueve, que te escampa y que al momento te cae encima una granizá de espanto? Y es como yo digo, vecino: está to sacao de contexto, lo que yo le diga”. Y se te quedan los ojos como platos. Hombre, la palabrilla no es precisamente de usar y tirar. Tampoco es que sea nada del otro mundo. Mas tiene la maldita palabra un halo de importancia, de trascendencia, que parece que quien la pronuncia dicta sentencia y te fulmina de inmediato. Y no lo digo, precisamente, por mi vecina del quinto, que ella seguramente ha oído campanas y… ¿o es que yo la saqué también de “contexto”?

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