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​La compra de voluntades para triunfar en unas elecciones la han practicado todos los partidos políticos en mayor o menor medida

Compra de votos o taimada perfidia

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La compra de votos para que un candidato llegue a gobernar es muy antigua. Ya los líderes romanos que deseaban alcanzar el poder la ponían en práctica con demasiada asiduidad.

Juvenal, poeta romano que vivió a finales del siglo I y parte del II, denunciaba esta práctica con la frase “Panem et circenses”, o sea comida y espectáculos de circo: luchas de gladiadores, combates con fieras, cristianos arrojados a los leones, y llegaron a montar un combate naval en el que lucharon varios navíos llenando un circo con agua.

Además de ello, los candidatos, de su peculio particular, al igual que costeaban las fiestas de circo, repartían grandes cantidades de trigo (pan) entre el pueblo.


Con estas actuaciones controlaban a la población, porque, mientras el populacho comía y se divertía de manera gratuita, dejaba que los poderosos consiguiesen su propósito y gobernasen a su antojo.

Esta corrupción la han llevado a cabo todos los caciques y jefes de los partidos políticos.

La lucha entre Romanones y Maura por hacerse con la circunscripción de Guadalajara y la anécdota de las pesetas y el duro (5 pesetas) es más que conocida para referirla aquí. Aludimos a ella como un patente caso de caciquismo.

Fidel Castro instauró los comedores sociales en Cuba en los que todavía, por una pequeña cantidad de dinero, pueden comer los menesterosos y continuar en su adormecimiento.

La compra de voluntades para triunfar en unas elecciones la han practicado todos los partidos políticos en mayor o menor medida.

Pedro Sánchez ha asegurado su mantenimiento en el poder comprando la aquiescencia de partidos independentistas y proterroristas.

Se pueden comprar votos de muchas maneras, no solo con reparto de dinero, también con puestos en la Administración, bien a nivel nacional o autonómico que es lo que ha estado sucediendo durante treinta y siete años en Andalucía con la dictadura socialista, que tejió una complicada y extensa red de clientelismo que lo mantenía en el poder.

Pero el ladino Pablo Iglesias quiere asegurarse una compra masiva de votos, con la propuesta del IVM o Ingreso Vital Mínimo, y serán los perceptores quienes tengan un ingreso de 200 € o la renta del hogar no supere los 450.

Si se lleva a cabo no será de inmediato, sino que se pondría en práctica en 2030, pero con ello y, ante tan halagüeñas perspectivas, habrá quienes lo voten, con la esperanza de beneficiarse de esa cantidad.

Compra de votos o taimada perfidia

​La compra de voluntades para triunfar en unas elecciones la han practicado todos los partidos políticos en mayor o menor medida
Manuel Villegas
martes, 21 de abril de 2020, 09:50 h (CET)

La compra de votos para que un candidato llegue a gobernar es muy antigua. Ya los líderes romanos que deseaban alcanzar el poder la ponían en práctica con demasiada asiduidad.

Juvenal, poeta romano que vivió a finales del siglo I y parte del II, denunciaba esta práctica con la frase “Panem et circenses”, o sea comida y espectáculos de circo: luchas de gladiadores, combates con fieras, cristianos arrojados a los leones, y llegaron a montar un combate naval en el que lucharon varios navíos llenando un circo con agua.

Además de ello, los candidatos, de su peculio particular, al igual que costeaban las fiestas de circo, repartían grandes cantidades de trigo (pan) entre el pueblo.


Con estas actuaciones controlaban a la población, porque, mientras el populacho comía y se divertía de manera gratuita, dejaba que los poderosos consiguiesen su propósito y gobernasen a su antojo.

Esta corrupción la han llevado a cabo todos los caciques y jefes de los partidos políticos.

La lucha entre Romanones y Maura por hacerse con la circunscripción de Guadalajara y la anécdota de las pesetas y el duro (5 pesetas) es más que conocida para referirla aquí. Aludimos a ella como un patente caso de caciquismo.

Fidel Castro instauró los comedores sociales en Cuba en los que todavía, por una pequeña cantidad de dinero, pueden comer los menesterosos y continuar en su adormecimiento.

La compra de voluntades para triunfar en unas elecciones la han practicado todos los partidos políticos en mayor o menor medida.

Pedro Sánchez ha asegurado su mantenimiento en el poder comprando la aquiescencia de partidos independentistas y proterroristas.

Se pueden comprar votos de muchas maneras, no solo con reparto de dinero, también con puestos en la Administración, bien a nivel nacional o autonómico que es lo que ha estado sucediendo durante treinta y siete años en Andalucía con la dictadura socialista, que tejió una complicada y extensa red de clientelismo que lo mantenía en el poder.

Pero el ladino Pablo Iglesias quiere asegurarse una compra masiva de votos, con la propuesta del IVM o Ingreso Vital Mínimo, y serán los perceptores quienes tengan un ingreso de 200 € o la renta del hogar no supere los 450.

Si se lleva a cabo no será de inmediato, sino que se pondría en práctica en 2030, pero con ello y, ante tan halagüeñas perspectivas, habrá quienes lo voten, con la esperanza de beneficiarse de esa cantidad.

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