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¿Por y para qué murió Cristo en la cruz?

Jaime Fomperosa Aparicio, Santander
Lectores
sábado, 11 de abril de 2020, 10:30 h (CET)

“Antes la copa se estaba llenando, ahora está rebosando. Los cardenales, obispos y sacerdotes van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia.” Parte del Mensaje dado con fecha 18-06-1965 por la Santísima Virgen en las apariciones de Garabandal. Tras un mensaje tan apocalíptico que refleja la situación de la Iglesia y del mundo, lo que habría sido normal es que la Iglesia Católica abandonará el camino que llevaba; habían retirado a Dios y en su lugar han puesto al hombre. Por supuesto que hay muchos miembros de la Jerarquía y clero que sufren mucho con esta situación. Como no cambiaron, lo que se ha producido es la pérdida de lo sagrado, de lo divino, de lo trascendente, se han mundanizado y Occidente, antes cristiano, ha perdido la fe y se ha convertido en un elemento expendedor por todo el mundo de toda perversión he inmoralidad, impíos y perversos, merecedores del mayor castigo. Hoy Viernes Santo, Cristo después de una dolorosísima Pasión, muere en la Cruz, pero ¿Por qué y para qué? En plena crisis del coronavirus, trágica enfermedad, solamente se habla del sufrimiento humano, de elogiar al mundo de la sanidad, que son unos auténticos héroes, pero esta sociedad inmoral, corrupta he impía, dice: “Juntos venceremos” El colmo de la necedad, de la soberbia, no cuentan con Dios para nada. En mi juventud había una Iglesia y una sociedad, que en estas fechas tan señaladas, un fervor que salía del corazón, viendo a Cristo nuestro Dios y Señor, clavado y muerto en la Cruz por nuestros pecados, se cantaba, todo el pueblo participaba un Vía Crucis que conmovía hasta el corazón más endurecido. Esta Iglesia que parece que solo es Cáritas y esta sociedad, se tienen que purificar. El pánico se extiende por todo el mundo, pero si no hay conversión, vendrán otros males mas graves. Los que hemos puesto nuestra vida con una fe inquebrantable en Cristo Jesús, nuestro Señor, no hemos perdido la paz, ni el pánico nos afecta, por que Dios es nuestro Padre que nos ama, pero nos corrige para nuestro bien. No sé si sabremos aprovechar esta situación. La purificación duele, pero luego se experimenta el gozo.

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