Si difícil hay algo en la vida, es ser arte y parte del asesinato, sin embargo, las mujeres españolas ostentan este sangrante privilegio aunque las mujeres verdugos sean una mínima parte de las mismas.
Indudablemente si afirmo lo dicho es por ser cierto de hechos, pero no demostrables ante la pésima ley que el ser humano ha redactado para juzgar a la vez que juzgarse, es decir, una auténtica memez humana.
No hay mayor verdad que la lógica razonada, por eso voy a otorgar la misma a este artículo de controversia separando las unas de las otras para hallar la diferencia.
Las mujeres víctimas son la inmensa mayoría, es decir, son aquellas que mueren en manos de cobardes asesinos, aquellas que trabajan en condiciones penosas para alimentar a su familia -marido incluido- aquellas que han de atender a sus enfermos hijos sin que nadie las eche una mano, aquellas que son lapidadas por fanáticos, aquellas obligadas a prostituirse, aquellas obligadas a cegar sus hermosuras con negros velos de muerte, aquellas, aquellas...
Mientras las mujeres verdugos de su propio género son aquellas que asumiendo un rango social por debajo del hombre, ocupan un lugar preferente que las ampara de las penalidades propias de su género, es decir, aquellas magistradas, que incluso son más permisivas con el denunciado a la hora de juzgar a las propias mujeres, aquellas bufonas actrices que en afán de vivir como reinas vendieron, han vendido y venden sus cuerpos literalmente al hombre, exponiendo en el celuloide las mayores depravaciones, violaciones, violencia, vejaciones, aquellas que vomitan para ser las elegidas y trincar algún famoso con cartera grande, aquellas que siendo ministras o empresarias en nada se ocupan de dignificar otra cosa que no sea su buen vivir, vestir, comer y ligar con el macizo de turno, aquellas histriónicas que venden supuestos maltratos, aquellas presentadoras que solicitan los mismos, aquellas que callan los sufrimientos bien conocidos de sus vecinas, aquellas, aquellas...
Difícil es entender por qué lo hacen pero aún más difícil porque no reclaman la dignidad que como ser humano en todo las corresponde.
La respuesta de nuevo me la envía la lógica, ya que es obvia y clara, esta no es otra que lo que yo llamo “síndrome de Eva” es decir, la mujer asume por defecto un lugar inferior en la sociedad al hombre, en el momento que alcanza el mismo nivel social cultural, económico, profesional, etc., aplica la misma medicina, incluso con más contundencia, que el hombre sobre la mujer.
Cuando la mujer logra ocupar el rango de poder del hombre, se convierte en el peor enemigo de su propio género, es por eso que después de siglos los avances de la mujer no sean otra cosa que las migajas de los hombres.
|