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¿Interés general o interés de un Gobierno en apuros, señora Díaz?

​Cuanto peor mejor, esta es la estrategia del comunismo

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El que este pacto de gobierno, entre el PSOE del señor Pedro Sánchez y Podemos del señor Pablo Iglesias, iba a ser uno de los errores mayores que atribuir al primero, solamente justificado por el ansia del señor Sánchez de hacerse con el poder, costase lo que costase, y por encima de cualquier otra consideración: como el bien de la nación española, el respeto por la Constitución, la unidad del país, los intereses de sus ciudadanos, el régimen de gobierno, la propia institución monárquica y, en especial, la economía de la nación que, evidentemente, en manos de los comunistas de Podemos no tiene la menor posibilidad de mantenerse a flote por mucho que, hasta ahora, haya conseguido capear el temporal y mantener una discreta regularidad, que viene contrastando con la inestabilidad política y el enfrentamiento a cara de perro de media España con la otra media.

Pero ha surgido un grave escollo en esta legislatura que amenaza con tirar por tierra los planes del señor Sánchez, si es que tuviera alguno aparte de mantenerse en el candelero, de valerse de los comunistas de Podemos para asegurarse, con la colaboración de las comunidades separatistas, Cataluña y el país Vasco, por lo menos mantenerse al frente del gobierno durante unos trimestres ya que, con toda seguridad, los últimos meses del gobierno de este país amenazan con estar caracterizados por una batalla, sin cuartel, para dilucidar cuál de las dos agrupaciones políticas, socialistas o comunistas, se llevaba el gato al agua en la confrontación para conseguir auparse al poder en la ,próxima legislatura. Claro que, es muy posible que los nefastos resultados que están previstos que se van a derivar del gobierno conjunto de ambas formaciones, suponiendo que lleguen unidos al final, es muy posible que hayan abierto las mentes de muchos que se dejaron llevar por la propaganda y los cantos de sirena de las izquierdas, sin tener en cuenta que en todas las ocasiones en las que España ha estado en sus manos, los resultados no pueden haber sido más decepcionantes, ruinosos y tumultuosos, hasta el caso extremo de que se produjera una Guerra civil para echar a los comunistas que intentaron implantar el bolchevismo en nuestra nación.

La pandemia del coronavirus, sin duda, va a ser el desencadenante de una situación que, por inesperada, se puede considerar singular, no solamente en cuanto a los efectos deletéreos que ya estamos experimentando desde hace un tiempo; por la situación en la que ha colocado a la población española amenazada de contagiarse, inerme ante la falta de medios para defenderse de la epidemia; indignada por los bandazos del ejecutivo y su falta de agilidad y previsión para enfrentarse a la enfermedad, siempre a remolque de los hechos, incapaz de tomar las riendas aunque el señor Presidente del gobierno se apresuró a anunciar que centralizaba la lucha contra el virus, sin estar preparado, sin tener a una persona capaz de coger al toro por los cuernos y con el añadido repugnante de que, el señor Sánchez, se ha hecho omnipresente, abusando de su presencia en todos los medios de comunicación, no para darles esperanzas a los españoles ( no puede), no para darles buenas noticas o, al menos, esperanzas razonables de que se está actuando con eficacia para detener el contagio, sino para intentar justificar la apatía de su gobierno y tratar, de una forma torticera, echar las culpas del desconcierto y del caos reinante a la oposición y, lo que todavía es peor y más repulsivo, negando y retrasando las ayudas necesarias a las comunidades en manos del PP, solamente porque han sido las que se han adelantado a luchar con todos su medios contra la epidemia que nos está azotando.

Como era de esperar las rencillas se han empezado a producir, entre los socialistas y los comunistas, en cuanto a las medidas que se deberían aplicar, la forma de hacerlo, a quienes se debería implicar en ellas, quienes serían los más perjudicados y que garantías jurídicas iban a tener aquellos ciudadanos, a los que las facultades omnímodas que se ha reservado el Gobierno para controlar la pandemia, les iba a perjudicar en sus bienes, sus ingresos, sus libertades, su salud e incluso en su derecho a la vida y no ser discriminados en el caso de ser tratados sanitariamente, especialmente en el tema de personas mayores que parece ser que son los más afectados por la enfermedad y, no obstante, se habla de que: en la tesitura de una falta de Ucis suficientes para todos, pudieran ser postergados en favor de personas más jóvenes ¿ una manera solapada de eutanasia?

Fuera como fuere, las personas enteradas hablan de batallas dialécticas en el seno del gobierno entre la señora Calviño y los que la apoyan y el señor Iglesias y sus propuestas anticapitalistas y favorables a soluciones drásticas, de dudosa constitucionalidad y, por supuesto, barriendo hacia su redil de comunista bolivariano, con toda la carga de totalitarismo dictatorial que caracteriza a su agrupación. Lo peor del caso es que, siguiendo su línea de achantarse ante todos aquellos de los que depende para mantenerse en el gobierno, el señor Presidente parece que, hasta ahora, siempre se ha venido inclinando por complacer a Pablo Iglesias en detrimento de las teorías, menos radicales, de la ministra de asuntos económicos y Vicepresidenta 3ª del Gobierno.

Lo evidente es que ya se ha convertido en un clásico el hecho de que Sánchez se incline a favor del comunismo extremista del vicepresidente Pablo Iglesias y, si no nos engañamos en nuestra apreciación, mucho nos tememos que estamos a punto de entrar en una fase, propiciada indirectamente por la pandemia que padecemos, en la que aprovechando la situación caótica, incontrolada, de faltas de medios, de descontento de la ciudadanía, de escasez que puede llegar afectar incluso a los suministros más esenciales si la epidemia no se contiene; los de Podemos encuentren terreno apropiado para sembrar sus semillas de discordia, de rebelión y de sublevación contra la autoridad constituida, algo que, sin duda, el señor Iglesias tiene guardado entre los más íntimos secretos de sus planes pero que, seguramente, desde que consiguió chantajear a Sánchez para que, en apenas unas horas, consiguiera ser nombrado vicepresidente en un Gobierno en el que, según el embustero de Pedro Sánchez, apenas hacia unos pocos días había afirmado que nunca consentiría gobernar con un comunista. Pero lo está haciendo.

Hemos leído en la prensa que a Pedro Sánchez a estas alturas de la pandemia, ya se le ve como “un boxeador sonado” tocado por las rectificaciones que día a día tiene que hacer sobre la marcha, a media que se va comprobando que todo lo que nos han venido diciendo, incluso el “científico” señor Fernando Simó, no han sido más que intentos de esconder la realidad, placebos para que los ciudadanos nos conformemos. Pero la gente va muriendo y este pico que hace ya dos semanas que se nos anuncia, nunca llega, y cada vez aumentan los muertos que el virus se lleva y más los contagios mientras, en el debe de este balance, resulta que ya se nos anuncia que pese a todo las Ucis van a colapsar como no sea que cambie la situación de una manera drástica. Y que se nos hable de solidaridad, de lealtad al Gobierno, de civismo y de sacrificios, mientras ya se nos anuncian en el horizonte, para cuando este horror de la epidemia haya pasado, una verdadera batería de impuestos para solucionar nuestra economía ¿Pero cuándo, señores? ¿Qué pasa con los ministros infectados que siguen en sus funciones? y ¿Qué decir del señor Iglesias con varios de sus familiares y compañeros infectados y él sin estar en cuarentena? ¿Por qué el Parlamento tiene que mantener a sus parlamentarios cobrando sus sueldo mientras siguen recluidos en sus casas? ¿No deberían hacer un ERE y bajarles los astronómicos emolumentos que perciben, como se ha hecho con los futbolistas?

¿Va el señor Sánchez permitir que el señor Iglesias nos imponga su programa comunista, cuando fue un partido de los que salió más tocado en las últimas elecciones? Si tuviera vergüenza ya lo haría destituido y apartado de las actividades gubernamentales, en lugar de entregarles el CIS y darle a una ministra comunista hasta la raíz del cabello, la señora Díaz, el ministerio de Trabajo uno de los que, en estos momentos va a estar más afectado con motivo de los ERTE que, a miles, se están presentando y por la infinidad de trabajadores que van a pasar al desempleo de ahora en adelante, si no se ponen en práctica medidas urgentes para evitarlo. ¿Pero saben en realidad como hacerlo?

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos viendo como el señor Sánchez y su gobierno van a la deriva mientras una figura, siniestra y defensora del señor Maduro y su régimen dictatorial ( el señor Rodríguez Zapatero debería explicar, ante un tribunal de justicia, los mangoneos y las traiciones que está perpetrando con su apoyo servil al gobierno del sátrapa venezolano), Pablo Iglesias, resurge de sus cenizas y está consiguiendo doblar a la parte más moderada ( si es que, en realidad, hay alguna) del gobierno socialista del señor Sánchez. Es hora de que el PP despierte y se deje de gazmoñerías, más propias del anterior gobierno del señor Rajoy, y empiece a llevar a cabo una política más agresiva, más contundente y más eficaz para pararle los pies a este gobierno filocomunista, antes de que hayan conseguido darle el cambiazo a nuestra Constitución, arrastrándonos a la fuerza a una situación como la que ahora existe en su “tierra preferida”, Venezuela, donde el pueblo se muere de hambre y se encierra a cualquiera que proteste porque, el gobierno del país, no acierta a contener la epidemia del coronavirus, el único ser vivo que se ha atrevido a enfrentarse al poderoso vudú comunista venezolano, sin temor a ser represaliado.


​Cuanto peor mejor, esta es la estrategia del comunismo

¿Interés general o interés de un Gobierno en apuros, señora Díaz?
Miguel Massanet
martes, 31 de marzo de 2020, 13:13 h (CET)

El que este pacto de gobierno, entre el PSOE del señor Pedro Sánchez y Podemos del señor Pablo Iglesias, iba a ser uno de los errores mayores que atribuir al primero, solamente justificado por el ansia del señor Sánchez de hacerse con el poder, costase lo que costase, y por encima de cualquier otra consideración: como el bien de la nación española, el respeto por la Constitución, la unidad del país, los intereses de sus ciudadanos, el régimen de gobierno, la propia institución monárquica y, en especial, la economía de la nación que, evidentemente, en manos de los comunistas de Podemos no tiene la menor posibilidad de mantenerse a flote por mucho que, hasta ahora, haya conseguido capear el temporal y mantener una discreta regularidad, que viene contrastando con la inestabilidad política y el enfrentamiento a cara de perro de media España con la otra media.

Pero ha surgido un grave escollo en esta legislatura que amenaza con tirar por tierra los planes del señor Sánchez, si es que tuviera alguno aparte de mantenerse en el candelero, de valerse de los comunistas de Podemos para asegurarse, con la colaboración de las comunidades separatistas, Cataluña y el país Vasco, por lo menos mantenerse al frente del gobierno durante unos trimestres ya que, con toda seguridad, los últimos meses del gobierno de este país amenazan con estar caracterizados por una batalla, sin cuartel, para dilucidar cuál de las dos agrupaciones políticas, socialistas o comunistas, se llevaba el gato al agua en la confrontación para conseguir auparse al poder en la ,próxima legislatura. Claro que, es muy posible que los nefastos resultados que están previstos que se van a derivar del gobierno conjunto de ambas formaciones, suponiendo que lleguen unidos al final, es muy posible que hayan abierto las mentes de muchos que se dejaron llevar por la propaganda y los cantos de sirena de las izquierdas, sin tener en cuenta que en todas las ocasiones en las que España ha estado en sus manos, los resultados no pueden haber sido más decepcionantes, ruinosos y tumultuosos, hasta el caso extremo de que se produjera una Guerra civil para echar a los comunistas que intentaron implantar el bolchevismo en nuestra nación.

La pandemia del coronavirus, sin duda, va a ser el desencadenante de una situación que, por inesperada, se puede considerar singular, no solamente en cuanto a los efectos deletéreos que ya estamos experimentando desde hace un tiempo; por la situación en la que ha colocado a la población española amenazada de contagiarse, inerme ante la falta de medios para defenderse de la epidemia; indignada por los bandazos del ejecutivo y su falta de agilidad y previsión para enfrentarse a la enfermedad, siempre a remolque de los hechos, incapaz de tomar las riendas aunque el señor Presidente del gobierno se apresuró a anunciar que centralizaba la lucha contra el virus, sin estar preparado, sin tener a una persona capaz de coger al toro por los cuernos y con el añadido repugnante de que, el señor Sánchez, se ha hecho omnipresente, abusando de su presencia en todos los medios de comunicación, no para darles esperanzas a los españoles ( no puede), no para darles buenas noticas o, al menos, esperanzas razonables de que se está actuando con eficacia para detener el contagio, sino para intentar justificar la apatía de su gobierno y tratar, de una forma torticera, echar las culpas del desconcierto y del caos reinante a la oposición y, lo que todavía es peor y más repulsivo, negando y retrasando las ayudas necesarias a las comunidades en manos del PP, solamente porque han sido las que se han adelantado a luchar con todos su medios contra la epidemia que nos está azotando.

Como era de esperar las rencillas se han empezado a producir, entre los socialistas y los comunistas, en cuanto a las medidas que se deberían aplicar, la forma de hacerlo, a quienes se debería implicar en ellas, quienes serían los más perjudicados y que garantías jurídicas iban a tener aquellos ciudadanos, a los que las facultades omnímodas que se ha reservado el Gobierno para controlar la pandemia, les iba a perjudicar en sus bienes, sus ingresos, sus libertades, su salud e incluso en su derecho a la vida y no ser discriminados en el caso de ser tratados sanitariamente, especialmente en el tema de personas mayores que parece ser que son los más afectados por la enfermedad y, no obstante, se habla de que: en la tesitura de una falta de Ucis suficientes para todos, pudieran ser postergados en favor de personas más jóvenes ¿ una manera solapada de eutanasia?

Fuera como fuere, las personas enteradas hablan de batallas dialécticas en el seno del gobierno entre la señora Calviño y los que la apoyan y el señor Iglesias y sus propuestas anticapitalistas y favorables a soluciones drásticas, de dudosa constitucionalidad y, por supuesto, barriendo hacia su redil de comunista bolivariano, con toda la carga de totalitarismo dictatorial que caracteriza a su agrupación. Lo peor del caso es que, siguiendo su línea de achantarse ante todos aquellos de los que depende para mantenerse en el gobierno, el señor Presidente parece que, hasta ahora, siempre se ha venido inclinando por complacer a Pablo Iglesias en detrimento de las teorías, menos radicales, de la ministra de asuntos económicos y Vicepresidenta 3ª del Gobierno.

Lo evidente es que ya se ha convertido en un clásico el hecho de que Sánchez se incline a favor del comunismo extremista del vicepresidente Pablo Iglesias y, si no nos engañamos en nuestra apreciación, mucho nos tememos que estamos a punto de entrar en una fase, propiciada indirectamente por la pandemia que padecemos, en la que aprovechando la situación caótica, incontrolada, de faltas de medios, de descontento de la ciudadanía, de escasez que puede llegar afectar incluso a los suministros más esenciales si la epidemia no se contiene; los de Podemos encuentren terreno apropiado para sembrar sus semillas de discordia, de rebelión y de sublevación contra la autoridad constituida, algo que, sin duda, el señor Iglesias tiene guardado entre los más íntimos secretos de sus planes pero que, seguramente, desde que consiguió chantajear a Sánchez para que, en apenas unas horas, consiguiera ser nombrado vicepresidente en un Gobierno en el que, según el embustero de Pedro Sánchez, apenas hacia unos pocos días había afirmado que nunca consentiría gobernar con un comunista. Pero lo está haciendo.

Hemos leído en la prensa que a Pedro Sánchez a estas alturas de la pandemia, ya se le ve como “un boxeador sonado” tocado por las rectificaciones que día a día tiene que hacer sobre la marcha, a media que se va comprobando que todo lo que nos han venido diciendo, incluso el “científico” señor Fernando Simó, no han sido más que intentos de esconder la realidad, placebos para que los ciudadanos nos conformemos. Pero la gente va muriendo y este pico que hace ya dos semanas que se nos anuncia, nunca llega, y cada vez aumentan los muertos que el virus se lleva y más los contagios mientras, en el debe de este balance, resulta que ya se nos anuncia que pese a todo las Ucis van a colapsar como no sea que cambie la situación de una manera drástica. Y que se nos hable de solidaridad, de lealtad al Gobierno, de civismo y de sacrificios, mientras ya se nos anuncian en el horizonte, para cuando este horror de la epidemia haya pasado, una verdadera batería de impuestos para solucionar nuestra economía ¿Pero cuándo, señores? ¿Qué pasa con los ministros infectados que siguen en sus funciones? y ¿Qué decir del señor Iglesias con varios de sus familiares y compañeros infectados y él sin estar en cuarentena? ¿Por qué el Parlamento tiene que mantener a sus parlamentarios cobrando sus sueldo mientras siguen recluidos en sus casas? ¿No deberían hacer un ERE y bajarles los astronómicos emolumentos que perciben, como se ha hecho con los futbolistas?

¿Va el señor Sánchez permitir que el señor Iglesias nos imponga su programa comunista, cuando fue un partido de los que salió más tocado en las últimas elecciones? Si tuviera vergüenza ya lo haría destituido y apartado de las actividades gubernamentales, en lugar de entregarles el CIS y darle a una ministra comunista hasta la raíz del cabello, la señora Díaz, el ministerio de Trabajo uno de los que, en estos momentos va a estar más afectado con motivo de los ERTE que, a miles, se están presentando y por la infinidad de trabajadores que van a pasar al desempleo de ahora en adelante, si no se ponen en práctica medidas urgentes para evitarlo. ¿Pero saben en realidad como hacerlo?

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos viendo como el señor Sánchez y su gobierno van a la deriva mientras una figura, siniestra y defensora del señor Maduro y su régimen dictatorial ( el señor Rodríguez Zapatero debería explicar, ante un tribunal de justicia, los mangoneos y las traiciones que está perpetrando con su apoyo servil al gobierno del sátrapa venezolano), Pablo Iglesias, resurge de sus cenizas y está consiguiendo doblar a la parte más moderada ( si es que, en realidad, hay alguna) del gobierno socialista del señor Sánchez. Es hora de que el PP despierte y se deje de gazmoñerías, más propias del anterior gobierno del señor Rajoy, y empiece a llevar a cabo una política más agresiva, más contundente y más eficaz para pararle los pies a este gobierno filocomunista, antes de que hayan conseguido darle el cambiazo a nuestra Constitución, arrastrándonos a la fuerza a una situación como la que ahora existe en su “tierra preferida”, Venezuela, donde el pueblo se muere de hambre y se encierra a cualquiera que proteste porque, el gobierno del país, no acierta a contener la epidemia del coronavirus, el único ser vivo que se ha atrevido a enfrentarse al poderoso vudú comunista venezolano, sin temor a ser represaliado.


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