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La imagen de la guerra, con su cruda realidad de destrucción y deshumanización, a menudo nos empuja a la desesperanza. Pero, hace un tiempo un hombre sabio me propuso imaginar un escenario que fracturaría esta situación: ¿qué pasaría si, en el epicentro de la vorágine, emergiera un acto de audacia moral tan radical que sacudiera los cimientos de la lógica bélica?
Hoy me decanto por hablar de un tal Gabriel Rufián Romero, político catalán con nombre de bandolero de Sierra Morena, y digo esto con todo mi cariño, ya que al fin y al cabo este señor y yo compartimos antepasados en Andalucía. Es por esto que Rufián me parece el máximo exponente de una modalidad ideológica que me divierte llamar «el charneguismo ilustrado».
El partido de extrema derecha español ha publicado su programa económico cargado de propuestas ultraliberales cuya falta de fundamento y efectos nocivos ya se han puesto de relieve en muchas ocasiones. Comentaré ahora sólo una de ellas que tendría consecuencias especialmente catastróficas si se llevara cabo: sustituir al actual sistema de pensiones públicas basado en el reparto por uno basado en la capitalización.
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