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Déficit de valores

Todos los días nos enteramos de algún embrollo por el que se evapora el dinero público
Francisco Rodríguez
martes, 7 de octubre de 2014, 07:17 h (CET)
Se habla bastante del déficit presupuestario, del déficit de la balanza comercial o del déficit de la seguridad social, pero pienso que el gran déficit que padecemos es de decencia, de honradez, de honestidad, de los valores imprescindibles para la convivencia que la razón humana puede conocer por si misma o acaso la gente ¿prefiere el robo a la honradez, la mentira a la verdad, la muerte a la vida?

Todos los días nos enteramos de algún embrollo por el que se evapora el dinero público, el dinero que todos hemos puesto a disposición de las variadas administraciones que padecemos. La regla de oro de que las cosas públicas hay que tratarlas con más cuidado que las propias, no sé si es que ha sido abolida, pero resulta inquietante la cantidad de casos que llegamos a conocer de despilfarro del dinero público o de apropiación indebida por parte de políticos, sindicatos, patronos y un largo etcétera.

Sin duda que en tales colectivos habrá gente que no haya robado, malversado o traficado con fondos ajenos, pero si conocían lo que pasaba en sus propias organizaciones y callaron no dejan de ser encubridores y cómplices del desmadre. Se nos vendió el establecimiento de las autonomías diciendo que era la mejor forma de aproximar la administración a los ciudadanos. Pues me parece que han servido para multiplicar los inconvenientes, trabas e intervenciones que sufrimos, y para multiplicar la nómina de políticos que viven del presupuesto, más la de los funcionarios y asimilados de las empresas y organismos públicos creados, no sé bien si para agilizar las cuestiones o para alejarlos de los oportunos controles.

La palabra autonomía igual que democracia han sido los mantras de esta época. Las competencias que se transfirieron a las autonomías ¿han mejorado su funcionamiento? Los informes que miden el rendimiento escolar nos son francamente desfavorables y no sé si se debe a los programas de estudios, la capacidad de los profesores o la falta de atención de los padres, que no saben cómo educar a sus hijos. Las listas de espera en la asistencia sanitaria ¿han descendido? La autonomía universitaria tampoco parece habernos aupado a los puestos de excelencia en el ranking de las mejores universidades. Lo que parece haber aumentado, según me dicen, es la endogamia, al mismo tiempo que ha descendido el nivel. La permanente exaltación de “lo público” no sé si se justifica. El caso de las cajas de ahorros, instituciones centenarias, creadas para luchar contra la usura, y que tenían un marcado carácter benéfico social, son el ejemplo más elocuente de lo que ha sucedido al ser manejadas por unos consejos de administración muy públicos: partidos, sindicatos, patronales. No es necesario relatar el resultado.

Ya que empecé hablando de valores, qué podemos decir de la frase: la superioridad moral de la izquierda. Hay muchas izquierdas y muchas derechas, sin que pueda predicarse superioridad moral de ninguna, ni ahora ni repasando la historia. Por otro lado creo que más de un político sería intercambiable. Los de un lado y otro piensan más en el poder que en otra cosa. Las leyes de Rodríguez Zapatero me parecieron espantosas respecto a la familia, pero los que la han sucedido no hacen nada por cambiarlas. Unos y otros están por la familia, sin duda por la suya.

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