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Un futuro que ya es presente

El amor deja de ser considerado un lazo estable para quedar reducido al mero acuerdo, que en cualquier momento puede darse por terminado
Francisco Rodríguez
viernes, 5 de septiembre de 2014, 07:22 h (CET)
Hará 25 ó 30 años que leí El “shock” del futuro de Alvin Toffler, en el que sostenía que, a menos que el hombre aprenda a dominar el acelerado ritmo del cambio, nos veríamos condenados a un fracaso masivo de adaptación.

Para ver si acertó en sus anticipaciones, he vuelto a hojear el libro y me he detenido en su capítulo XI que tituló “La familia rota” ya que las cuestiones familiares me han interesado siempre. Comienza aludiendo a los pesimistas que dicen que la familia se acerca al momento de su completa extinción y a los optimistas que sostienen que si esta institución ha durado tanto tiempo, seguirá existiendo y cada vez resultará más necesaria. Frente a estas dos posturas opuestas Toffler opinaba, que lo más probable es que la familia se rompa hecha añicos, pero vuelva a surgir de un modo nuevo y distinto en el futuro.

Según el autor la fuerza transformadora que conmovería a la familia en los próximos decenios “será la nueva tecnología de la generación” y sus posibilidades de programar una descendencia a la carta. Aunque es cierto que tal tecnología existe y avanza, con la inseminación artificial homóloga y heteróloga o los vientres de alquiler, en mi opinión lo que se ha desarrollado más rápidamente son los métodos anticonceptivos, incluido el aborto, aunque el autor no los cite, y estos están conmoviendo la institución familiar: un padre, una madre y unos hijos.

Apunta Toffler que, si para todo hace falta preparación, para engendrar niños no se exige ninguna, por lo que quizás en el futuro la generación y educación de los niños se encargue a personas especializadas. Creo que no se avizora tal especialización para la generación, aunque la educación sea cada vez menos función de la familia sino de guarderías, parvularios y centros de enseñanza en los que se imparten los “valores” que decidan los gobernantes, en los que vamos delegando nuestras vidas.

Habla en otro apartado de familias comunitarias y papaítos homosexuales. Quizás tenía a la vista las comunas hippies norteamericanas, que no se han extendido como alternativa a la familia, pero las parejas homosexuales si están consiguiendo ser consideradas como verdaderos matrimonios y tener y educar hijos.

Un apartado importante de su visión de futuro es la del aumento imparable de los matrimonios temporales y de matrimonios a prueba, en los que se excluye desde el principio de la relación la permanencia. El amor deja de ser considerado un lazo estable para quedar reducido al mero acuerdo, que en cualquier momento puede darse por terminado. Creo que, cuando escribía su libro Toffler, este cambio ya estaba muy avanzado en USA y ha ido avanzando en todo el mundo occidental de forma imparable, sin una oposición real a esta deriva. Podemos observar a nuestro alrededor que se están aceptando estas formas sin apenas ninguna resistencia.

Cada persona, en lugar de adquirir estado, lo que acumula es una trayectoria matrimonial, tejida de sucesivos matrimonios que se rompen para empezar otros nuevos que a su vez irán terminándose. En lugar de permanencia se opta por la transitoriedad, influencia letal para la institución familiar tal como ha estado vigente por lo menos desde hace dos mil años.

Hay muchas más cosas que comentar en este viejo libro sobre lo que anticipó y lo que no anticipó. Lo dejo para mejor ocasión.

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