Con la elegancia institucional que no han tenido los socios del Gobierno, que se han vuelto a hacer notar con sus desplantes, el Rey pronunciaba un discurso de altura en el arranque de la legislatura en el que recordaba que España no puede ser campo de batalla de unos contra otros, sino una España de todos y para todos. Así lo ha querido la sociedad española desde hace más de 40 años y, sobre todo, así lo merece.
Sin duda, necesitamos recuperar la confianza en las instituciones. La esencia del parlamentarismo, como apuntaba Felipe VI en dicho discurso, es el acuerdo, como también lo es el ejercicio del control político por la oposición. Pactar y controlar, acordar en unos asuntos y disentir en otros, son consustanciales a nuestro régimen parlamentario, en el que la diversidad de ideas y opiniones va unida al común respeto a nuestros valores constitucionales.
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