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“Como nada hay más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad” Cicerón

¿Socialismo europeo? No, que va, comunismo estalinista puro y duro

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El señor Pedro Sánchez sin darse cuenta o, mejor dicho, empujado por su afán de ser investido como presidente del Gobierno, puede que no calibrara debidamente, no tomara en cuenta las consecuencias o es muy posible que, con su característica egolatría, pensase que le bastaría con su innata habilidad para engañar, mentir, distorsionar la realidad o trapichear, para capear cualquier temporal que le pudieran generar sus numerosos “socios”, con los que contrajo compromisos ocultos, en muchos casos inconfesables, para conseguir su apoyo para su investidura; pagos que, tarde o temprano, se le iban a reclamar y a exigir como parte del botín que iba a conseguir con su ascensión al poder. Sabían que a Sánchez no le bastaría con ser investido y que, a lo largo de la legislatura, iba a necesitar la fuerza de sus votos para que el gran vudú de este socialismo, desconocido en Europa, además de ser investido pudiera seguir gobernando en una nación a la que los nuevos dirigentes, antes de empezar a construir algo nuevo, distinto, efectivo y que resultara mejor para los españoles, según les prometieron cuando se postularon para dirigir el país; lo primero a lo que se han dedicado con extraña intensidad, temeridad, fanatismo y afán destructivo, ha sido a deshacer, desmontar, anular y rechazar todo aquello que sus antecesores en el gobierno de la nación, con paciencia, esfuerzo, sentido común y tenacidad, habían conseguido crear, pese a las enormes dificultades que la crisis pasada y los propios problemas internos del país les habían creado, a la hora de conseguir sacar a España de la situación de extrema gravedad en la que la había dejado el señor Rodríguez Zapatero y los cómplices de su ejecutivo.

No ha tardado sus socio de gobierno, el señor Pablo Iglesias de pasarle factura, no sólo en lo que fueron las concesiones inconcebibles que tuvo que hacerle en forma de participación de Podemos en el nuevo Gobierno, con cuatro ministerios y tres vicepresidencias; algo ya de por sí lamentable, sino que el perrito faldero, imagen con la que ha actuado con frecuencia el nuevo y reconstruido Pablo Iglesias, ha llegado a convertirse en un problema, una piedra en el zapato y, sin duda alguna, un molesto compañero de viaje para muchos de los ministros socialistas que lo acompañan en el Ejecutivo.

Su propia mujer, la señora Inés Montero, además de olvidarse de la primera regla de un ministro, que es la de dejar los asuntos domésticos en casa cuando deba realizar su trabajo ministerial, incurriendo en la cursilería de acudir al despacho con su hijo de pocos meses, horterada propia de todas aquellas mamás que piensan que, cuando paren un hijo es para enseñárselo a todo el mundo, como si fuera una “hazaña” extraordinaria y no una función que vienen desempeñando las mujeres desde que la humanidad existe; está llevando su extremado feminismo hasta extremos en los que, en el caso de una simple ciudadano de a pie no sería más que una veleidad absurda, pero que en manos de una ministra del Gobierno de España que, por añadidura, se ha hecho cargo del ministerio de Igualdad y tiene las facultades, como parece que va a poner en práctica, de preparar proyectos de ley que, en su caso, tienden a interferirse en temas familiares de mucha enjundia, tales como el sexo, las relaciones maritales, los derechos de los padres, el matrimonio y sus consecuencias y, lo que es primordial, el asumir funciones que no entran dentro de la competencia de un ministerio de Igualdad por atañer a otros ministerios.

Es evidente que la carrera para legislar a destajo ha empezado y, como “tonto el último” ,la señora Montero ha decidido que como, según su marido Pablo, el Gobierno está conforme en darle luz verde a su proyecto de Ley de Libertad Sexual ( como si hasta ahora el sexo hubiera estado prohibido, restringido o sujeto a una normativa de procedimiento) se ha sacado de la manga un engendro que, de no parase en el Parlamento, algo que difícilmente ocurrirá, puede dar lugar a que esta llamada “libertad” se convierta en algo burocrático, complejo, inseguro y lo suficientemente peligroso, especialmente para los varones, para que lo que hasta ahora se entendía por matrimonio se convierta en un mero trámite para poder conseguir un divorcio con un repartimiento equitativo de bienes y una custodia de los hijos por orden judicial. Curiosamente, el Derecho Romano consideraba un impedimento absoluto para contraer matrimonio el voto de castidad. La definición de las nupcias romanas de Modestino se inicia con las siguientes palabras: “conniuctio maris et feminae…” de lo que es fácil deducir que, el consentimiento para tener sexo, se daba por descontado y no cabía negativa, al menos como regla general, que se pudiera alegar por la mujer para oponerse al requerimiento sexual de su esposo.

Si al contrato matrimonial, en España, primero a través del derecho canónico y, en la actualidad, por el derecho civil, suponía de facto el ejercicio al derecho de practicar el acto sexual y el de la procreación como una de las características del contrato, entendemos que desde el momento en que una de las partes deba obtener el permiso previo de la otra o, todavía peor, si este permiso le corresponde en exclusiva a la mujer, es posible que se le pueda seguir conociendo por el mismo nombre pero la realidad es que este contrato habrá quedado vacío de contenido y, como ya hemos indicado, sólo servirá a los jueces para, en caso de separación o divorcio, dictaminar sobre la custodia de hijos y distribución de bienes. No queremos ni pensar en lo que puede llegar a suceder si se extiende la posibilidad de que la esposa pueda fácilmente denunciar a su marido por violación, si éste no está en condiciones de demostrar lo contrario lo cual es prácticamente imposible si no se da el caso de que existan testigos presenciales.

En todo caso, estos señores que pretenden cambiar España y crear un estado libertario, no saben en el lío que están metiendo a la Administración de Justicia y a todos aquellos organismos jurisdiccionales y estamentos relacionados con el ejercicio de la abogacía; si tomamos en cuenta que se va a dar carta libre para todo tipo de uniones de cualquier tipo y condición en las que, con toda probabilidad, van a caber, basados en el ejercicio sin tope de la libre voluntad de los contrayentes, amén de los nuevos tipos de relaciones familiares que se han ido reconociendo hasta ahora, las nuevas que pudieran derivarse de otro tipo de relaciones de tipo incestuosas, poligamia o poliandria, zoofilia y cualquier otro tipo de uniones parecidas, capaces de repugnar a cualquier persona sensata, pero que forman parte de esta concepción libertaria y especial de la moral que nos han traído estos comunistas de nuevo cuño, que hoy nos gobiernan.

Y un comentario respecto a otra ministra, en este caso del PSOE, la titular de Hacienda, señora Mª Jesús Montero. Como el resto del ramillete de feministas, radicales, fanáticas y sectarias que se ha traído de acompañamiento el señor Sánchez; no solamente parece dispuesta a no dejarnos vivir, a base de imponernos un sistema fiscal semejante que no permita a ningún ciudadano el ahorro que antes siempre era aconsejado por los gobiernos, sino que tampoco puede consentir, ni se molesta lo más mínimo en ocultarlo, y está decidida a poner en la picota a las autonomías, las pocas que han quedado, en las que el PP o una coalición de partidos de centro derecha, están gobernando. A cualquier gobernante, seguramente le satisficiera que una comunidad consiguiese cumplir con sus objetivos, contentar las demandas de sus ciudadanos, mejorar sus servicios y, a pesar de todo, poder disminuir los impuestos a todos sus administrados. Pero, en España, hemos caído en manos de unos gobernantes que, si pecan de algo, si no consienten ni están dispuestos a permitir que ocurra es que, una comunidad de la derechas, pueda llevar a cabo unas políticas fiscales que se distingan de las del resto, gobernadas por separatistas o las izquierdas. No pueden permitirse el lujo de que alguien les pueda sacar los colores poniendo como ejemplo a Madrid o a Murcia. Hay que machacar al adversario y la solución, para quienes son incapaces de admitir que haya otros que lo hacen mejor que ellos, es acudir a las leyes para obligar a quienes han conseguido mejoras sensibles para sus ciudadanos, con el objetivo de que se vean obligados a aumentar los impuestos en sus respectivas circunscripciones. Igualar a todos, no siguiendo el ejemplo de administrar mejor, de permitir que los ciudadanos dispongan ellos mismos de sus dineros y permitir que sea el consumo el que permita recaudar más a las administraciones. Para la señora Montero es una “inmoralidad” que todos no paguemos los mismos impuestos, prefiriendo que sea el “estado recaudador” quien maneje el dinero de los contribuyentes para que, después, sean los políticos los que lo vayan despilfarrando según se les antoje, enriqueciendo a sus miles o millones de adictos porque, en realidad, estos que han entrado en el gobierno de España, no piensan, como debería ser, gobernar para todos los españoles, no señores, lo van a hacer en favor de sus autonomías de izquierdas y en apoyo de países como Venezuela o aquellos otros elementos que piensen que el comunismo es la bicoca para el pueblo. Y, a la vista está, hemos empezado a entrar en el control, por parte del Gobierno, de la vida de sus ciudadanos. Desde ahora vamos a estar sometidos a una Hacienda convertida en instrumento del Estado para controlar la iniciativa privada, para enmudecer a los críticos y para disponer, como ya lo han venido haciendo hasta ahora ( con plena pasividad por parte de los partidos de derechas) del 99% de os medios de prensa escrita, visual y digital. Nadie dude que, de persistir la abulia de los partidos de centro y derechas, sus rifirrafes internos y sus peleas cainitas entre sí, vamos a tener ocasión de ver cómo España se va transformando, quizá más aprisa de lo que esperamos, en un nuevo satélite del comunismo internacional, situado precisamente en el extremo Sur de Europa. Lo que ocurre es que Europa, distraída con el Brexit, los populismos y sus escaramuzas con Trump y las tecnológicas, amén del nuevo problema surgido con el corona-virus; está demasiado ocupada para poner atención a un tema que pude parecerle mínimo pero que, a la larga, pudiera ser el comienzo de su decadencia. De todo ello sabrá mucho el señor Soros y, un poco menos, pero también bastante, el señor Jaume Roura y sus independentistas catalanes. Todo ello forma parte de un plan de desestabilización, hábilmente manejado desde las catacumbas de las organizaciones secretas que tienen la llave de la política internacional.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda otro remedio que contemplar cómo, a nuestro alrededor, se va desplomando todo lo que fue el principio de la democracia en España debido, seguramente, a la falta de visión política de unos, de la cerrazón intelectual de otros y, finalmente, de la irrupción en nuestro país del bolivianismo y un nuevo personaje entrado en escena, Pedro Sánchez, que amenaza con igualar al señor Rodríguez Zapatero en cuando a su capacidad para destruir todo lo que se había conseguido crear, en nuestra nación, durante los años en los que tuvimos una primera muestra de lo que debería ser un Estado democrático. Que en la gloriosa jornada/ iba, firme la pisada/ al redoble del tambor. 

¿Socialismo europeo? No, que va, comunismo estalinista puro y duro

“Como nada hay más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad” Cicerón
Miguel Massanet
lunes, 24 de febrero de 2020, 10:04 h (CET)

El señor Pedro Sánchez sin darse cuenta o, mejor dicho, empujado por su afán de ser investido como presidente del Gobierno, puede que no calibrara debidamente, no tomara en cuenta las consecuencias o es muy posible que, con su característica egolatría, pensase que le bastaría con su innata habilidad para engañar, mentir, distorsionar la realidad o trapichear, para capear cualquier temporal que le pudieran generar sus numerosos “socios”, con los que contrajo compromisos ocultos, en muchos casos inconfesables, para conseguir su apoyo para su investidura; pagos que, tarde o temprano, se le iban a reclamar y a exigir como parte del botín que iba a conseguir con su ascensión al poder. Sabían que a Sánchez no le bastaría con ser investido y que, a lo largo de la legislatura, iba a necesitar la fuerza de sus votos para que el gran vudú de este socialismo, desconocido en Europa, además de ser investido pudiera seguir gobernando en una nación a la que los nuevos dirigentes, antes de empezar a construir algo nuevo, distinto, efectivo y que resultara mejor para los españoles, según les prometieron cuando se postularon para dirigir el país; lo primero a lo que se han dedicado con extraña intensidad, temeridad, fanatismo y afán destructivo, ha sido a deshacer, desmontar, anular y rechazar todo aquello que sus antecesores en el gobierno de la nación, con paciencia, esfuerzo, sentido común y tenacidad, habían conseguido crear, pese a las enormes dificultades que la crisis pasada y los propios problemas internos del país les habían creado, a la hora de conseguir sacar a España de la situación de extrema gravedad en la que la había dejado el señor Rodríguez Zapatero y los cómplices de su ejecutivo.

No ha tardado sus socio de gobierno, el señor Pablo Iglesias de pasarle factura, no sólo en lo que fueron las concesiones inconcebibles que tuvo que hacerle en forma de participación de Podemos en el nuevo Gobierno, con cuatro ministerios y tres vicepresidencias; algo ya de por sí lamentable, sino que el perrito faldero, imagen con la que ha actuado con frecuencia el nuevo y reconstruido Pablo Iglesias, ha llegado a convertirse en un problema, una piedra en el zapato y, sin duda alguna, un molesto compañero de viaje para muchos de los ministros socialistas que lo acompañan en el Ejecutivo.

Su propia mujer, la señora Inés Montero, además de olvidarse de la primera regla de un ministro, que es la de dejar los asuntos domésticos en casa cuando deba realizar su trabajo ministerial, incurriendo en la cursilería de acudir al despacho con su hijo de pocos meses, horterada propia de todas aquellas mamás que piensan que, cuando paren un hijo es para enseñárselo a todo el mundo, como si fuera una “hazaña” extraordinaria y no una función que vienen desempeñando las mujeres desde que la humanidad existe; está llevando su extremado feminismo hasta extremos en los que, en el caso de una simple ciudadano de a pie no sería más que una veleidad absurda, pero que en manos de una ministra del Gobierno de España que, por añadidura, se ha hecho cargo del ministerio de Igualdad y tiene las facultades, como parece que va a poner en práctica, de preparar proyectos de ley que, en su caso, tienden a interferirse en temas familiares de mucha enjundia, tales como el sexo, las relaciones maritales, los derechos de los padres, el matrimonio y sus consecuencias y, lo que es primordial, el asumir funciones que no entran dentro de la competencia de un ministerio de Igualdad por atañer a otros ministerios.

Es evidente que la carrera para legislar a destajo ha empezado y, como “tonto el último” ,la señora Montero ha decidido que como, según su marido Pablo, el Gobierno está conforme en darle luz verde a su proyecto de Ley de Libertad Sexual ( como si hasta ahora el sexo hubiera estado prohibido, restringido o sujeto a una normativa de procedimiento) se ha sacado de la manga un engendro que, de no parase en el Parlamento, algo que difícilmente ocurrirá, puede dar lugar a que esta llamada “libertad” se convierta en algo burocrático, complejo, inseguro y lo suficientemente peligroso, especialmente para los varones, para que lo que hasta ahora se entendía por matrimonio se convierta en un mero trámite para poder conseguir un divorcio con un repartimiento equitativo de bienes y una custodia de los hijos por orden judicial. Curiosamente, el Derecho Romano consideraba un impedimento absoluto para contraer matrimonio el voto de castidad. La definición de las nupcias romanas de Modestino se inicia con las siguientes palabras: “conniuctio maris et feminae…” de lo que es fácil deducir que, el consentimiento para tener sexo, se daba por descontado y no cabía negativa, al menos como regla general, que se pudiera alegar por la mujer para oponerse al requerimiento sexual de su esposo.

Si al contrato matrimonial, en España, primero a través del derecho canónico y, en la actualidad, por el derecho civil, suponía de facto el ejercicio al derecho de practicar el acto sexual y el de la procreación como una de las características del contrato, entendemos que desde el momento en que una de las partes deba obtener el permiso previo de la otra o, todavía peor, si este permiso le corresponde en exclusiva a la mujer, es posible que se le pueda seguir conociendo por el mismo nombre pero la realidad es que este contrato habrá quedado vacío de contenido y, como ya hemos indicado, sólo servirá a los jueces para, en caso de separación o divorcio, dictaminar sobre la custodia de hijos y distribución de bienes. No queremos ni pensar en lo que puede llegar a suceder si se extiende la posibilidad de que la esposa pueda fácilmente denunciar a su marido por violación, si éste no está en condiciones de demostrar lo contrario lo cual es prácticamente imposible si no se da el caso de que existan testigos presenciales.

En todo caso, estos señores que pretenden cambiar España y crear un estado libertario, no saben en el lío que están metiendo a la Administración de Justicia y a todos aquellos organismos jurisdiccionales y estamentos relacionados con el ejercicio de la abogacía; si tomamos en cuenta que se va a dar carta libre para todo tipo de uniones de cualquier tipo y condición en las que, con toda probabilidad, van a caber, basados en el ejercicio sin tope de la libre voluntad de los contrayentes, amén de los nuevos tipos de relaciones familiares que se han ido reconociendo hasta ahora, las nuevas que pudieran derivarse de otro tipo de relaciones de tipo incestuosas, poligamia o poliandria, zoofilia y cualquier otro tipo de uniones parecidas, capaces de repugnar a cualquier persona sensata, pero que forman parte de esta concepción libertaria y especial de la moral que nos han traído estos comunistas de nuevo cuño, que hoy nos gobiernan.

Y un comentario respecto a otra ministra, en este caso del PSOE, la titular de Hacienda, señora Mª Jesús Montero. Como el resto del ramillete de feministas, radicales, fanáticas y sectarias que se ha traído de acompañamiento el señor Sánchez; no solamente parece dispuesta a no dejarnos vivir, a base de imponernos un sistema fiscal semejante que no permita a ningún ciudadano el ahorro que antes siempre era aconsejado por los gobiernos, sino que tampoco puede consentir, ni se molesta lo más mínimo en ocultarlo, y está decidida a poner en la picota a las autonomías, las pocas que han quedado, en las que el PP o una coalición de partidos de centro derecha, están gobernando. A cualquier gobernante, seguramente le satisficiera que una comunidad consiguiese cumplir con sus objetivos, contentar las demandas de sus ciudadanos, mejorar sus servicios y, a pesar de todo, poder disminuir los impuestos a todos sus administrados. Pero, en España, hemos caído en manos de unos gobernantes que, si pecan de algo, si no consienten ni están dispuestos a permitir que ocurra es que, una comunidad de la derechas, pueda llevar a cabo unas políticas fiscales que se distingan de las del resto, gobernadas por separatistas o las izquierdas. No pueden permitirse el lujo de que alguien les pueda sacar los colores poniendo como ejemplo a Madrid o a Murcia. Hay que machacar al adversario y la solución, para quienes son incapaces de admitir que haya otros que lo hacen mejor que ellos, es acudir a las leyes para obligar a quienes han conseguido mejoras sensibles para sus ciudadanos, con el objetivo de que se vean obligados a aumentar los impuestos en sus respectivas circunscripciones. Igualar a todos, no siguiendo el ejemplo de administrar mejor, de permitir que los ciudadanos dispongan ellos mismos de sus dineros y permitir que sea el consumo el que permita recaudar más a las administraciones. Para la señora Montero es una “inmoralidad” que todos no paguemos los mismos impuestos, prefiriendo que sea el “estado recaudador” quien maneje el dinero de los contribuyentes para que, después, sean los políticos los que lo vayan despilfarrando según se les antoje, enriqueciendo a sus miles o millones de adictos porque, en realidad, estos que han entrado en el gobierno de España, no piensan, como debería ser, gobernar para todos los españoles, no señores, lo van a hacer en favor de sus autonomías de izquierdas y en apoyo de países como Venezuela o aquellos otros elementos que piensen que el comunismo es la bicoca para el pueblo. Y, a la vista está, hemos empezado a entrar en el control, por parte del Gobierno, de la vida de sus ciudadanos. Desde ahora vamos a estar sometidos a una Hacienda convertida en instrumento del Estado para controlar la iniciativa privada, para enmudecer a los críticos y para disponer, como ya lo han venido haciendo hasta ahora ( con plena pasividad por parte de los partidos de derechas) del 99% de os medios de prensa escrita, visual y digital. Nadie dude que, de persistir la abulia de los partidos de centro y derechas, sus rifirrafes internos y sus peleas cainitas entre sí, vamos a tener ocasión de ver cómo España se va transformando, quizá más aprisa de lo que esperamos, en un nuevo satélite del comunismo internacional, situado precisamente en el extremo Sur de Europa. Lo que ocurre es que Europa, distraída con el Brexit, los populismos y sus escaramuzas con Trump y las tecnológicas, amén del nuevo problema surgido con el corona-virus; está demasiado ocupada para poner atención a un tema que pude parecerle mínimo pero que, a la larga, pudiera ser el comienzo de su decadencia. De todo ello sabrá mucho el señor Soros y, un poco menos, pero también bastante, el señor Jaume Roura y sus independentistas catalanes. Todo ello forma parte de un plan de desestabilización, hábilmente manejado desde las catacumbas de las organizaciones secretas que tienen la llave de la política internacional.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda otro remedio que contemplar cómo, a nuestro alrededor, se va desplomando todo lo que fue el principio de la democracia en España debido, seguramente, a la falta de visión política de unos, de la cerrazón intelectual de otros y, finalmente, de la irrupción en nuestro país del bolivianismo y un nuevo personaje entrado en escena, Pedro Sánchez, que amenaza con igualar al señor Rodríguez Zapatero en cuando a su capacidad para destruir todo lo que se había conseguido crear, en nuestra nación, durante los años en los que tuvimos una primera muestra de lo que debería ser un Estado democrático. Que en la gloriosa jornada/ iba, firme la pisada/ al redoble del tambor. 

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