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Todos somos caminantes, dejamos señales clarificadoras de los aconteceres protagonizados

Sin alharacas

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A buen entendedor…, el lío es mayúsculo. Con frecuencia, las apariencias no son, mientras los entes reales permanecen disimulados o se reflejan deformados. Las grandezas no propenden a la cercanía; patrias, pueblos, esencias, revolotean como nubes distantes. Por eso sorprenden las voces exageradas de tantos supuestos detentadores del pleno conocimiento de esas grandezas (Dioses, naciones, expertos). ¿Serán auténticos? Cada uno recorremos el camino modesto adaptado a las CIRCUNSTANCIAS particulares, donde cada día se suceden las secuencias con acompañamientos discordantes, bien o mal repartidos en cuanto a benevolencias o malas disposiciones.


Dicho de otra manera, el tránsito por los grandes conceptos tiene su lugar existencial, aunque para un individuo concreto, la ruta desciende a las ocupaciones cotidianas de una proximidad radical; en la verdadera conjunción de la SENCILLEZ PRÁCTICA con la red activada de conexiones influyentes, sin duda, con numerosas condicionantes a tener en cuenta, a pesar de ser un sujeto particular. Las esferas propias no constituyen ninguna banalidad, reúnen múltiples factores, biológicos, físicos, psíquicos o sociales muy exigentes. En esos sectores personales bajamos de los ditirambos rimbombantes a la actividad concreta del día a día, como resumen cierto de todo el bagaje personal y la orientación de sus proyecciones.


Todos somos caminantes, dejamos señales clarificadoras de los aconteceres protagonizados, de su aplicación, de las apetencias perseguidas o de las frustraciones. Esas modestas presencias, esas HUELLAS, dibujan bien a las claras la amplitud de las experiencias. En un extremo, los rastros insignificantes tendentes a la invisibilidad. El paso de los genios deja otros recuerdos. Entre ellos, un amplio grupo queda reflejado en sus habitáculos, en su colección de objetos (Libros, fotos, decoración), en sus acompañantes; reflejos muy elocuentes dentro de su moderación. Deletrean el curso de sus recorridos, su composición de lugar, así como la intensidad de su implicación comunitaria.


Cuando ese repaso acumula las influencias recibidas, las detecta en sectores diversos. Destacan con nombres propios las de aquelos que contribuyeron a despertar la valía de sus afectados, en general con modelaciones favorables. Son figuras ENTRAÑABLES, modélicas, con la suficiente capacidad de estimulación de cara a sus coetáneos. Aquí caben ciertos personajes decisivos por sus enseñanzas o ejemplos. Pueden ser los progenitores, maestros, profesionales cercanos, amigos; transmisores de valores cruciales, puestos al servicio de la gente próxima sin alardes, con una fluidez plena de naturalidad. Sin exigencias rotundas ni imposiciones; cabe incluso su rechazo sin aspavientos.


En muchas ocasiones no es comprensible el desfase escandaloso, entre los colectivos proclamados, entre sus fijaciones, y el trato dado en esos entornos al ciudadano. Sobre todo, porque sin el ciudadano desaparecerían los entornos. Esa distancia, con frecuencia es insalvable, refleja la notable separación del individuo concreto con respecto a esa globalización de PATRIAS, pueblos o similares. Pronto se muestran en lo que llevan aparejado, los beneficios disimulados de ciertos sujetos, basados en la manipulación de grupos enteros. Ponen de manifiesto la cordura cotidiana de unas conductas personales en constante riesgo de ser engullidas por pérfidas movidas de justificación desconocida.


La elocuencia puede quedarse en simple verborrea cuando escuchamos a los mangoneantes con ínfulas de gente esclarecida; la escasez de respuestas fundamentadas ahoga su vocerío. En la gente corriente dichas carencias no se disimulan, sus actuaciones se acompañan de silencios INCAPACES, con severos altibajos caseros, tormentas propias, pero sin grandes titulares. Votando cuando pueden, con enormes lagunas informativas, que desvirtúan su valor. Su incapacidad les aleja de las respuestas de alta gama. Pero no erremos en la apreciación, su dignidad existencial no va con los grandes dominios, tampoco es rutinaria, realza la personalidad sin altavoces publicitarios.


Sin embargo, esa pequeñez está implicada de manera simultánea con las sublimes grandezas. Las incapacidades distribuidas en la vulgaridad ambiental no dicen toda la verdad. Aquellos silenciamientos no apagan las luces, existen los silencios creativos cargados de responsabilidades, las propias de las personas cabales; sustituyen al carácter dicharachero de los ostentosos, por la aplicación práctica de las ideas, La estridencia cercana a la vacuidad queda en evidencia ante la esmerada labor de un COMPROMISO adherido al roce diario entre las personas. Los engranajes suenan, sobre todo se notan en las pequeñas distancias; engrandecen la aparente sencillez de las relaciones.


Una vez más, no bastan las declaraciones, frente a la evidencia de los comportamientos. Incluso cuando se alardea de conocimientos, suelen silenciarse las grietas de las incógnitas subyacentes. No deberían dejarlos de lado, como hacen, a esos fundamentos de las modestas actuaciones personales, no por modestas menos valiosas, porque funcionan en las verdades más cercanas. El entendimiento acoge al instinto, capta las múltiples señales, para componer la maravilla de la INTUICIÓN, como primer impulso sin falsificaciones. La enjundia de ese punto de partida, pondrá a prueba a los futuros arribistas de toda laña. Quizá sea unode los auténticos y mejores defensores de la persona.


A nadie se le escapa la importancia de la compañía en cualquier actividad emprendida, puede ser decisiva para los éxitos como para los fracasos. Y, de alguna manera, siempre están presentes, con influencias nefastas o favorables. Los COETÁNEOS, por su presencia inmediata, los antecedentes, por sus recuerdos. En semejante variedad surgen compañeros, simpatizantes o amigos; simples discrepantes o contrincantes. Se hace muy difícil la calibración del cómo y hasta dónde repercutirán todos ellos en las vidas particulares.


Así mismo, esas vidas de la gente común, alejada de los titulares informativos modernos, tienen su particular complejidad y aspiraciones. La TRASCENDENCIA de sus comportamientos les sitúa en diferentes sectores, debido a la esfera de transmisión de sus influencias. Sobre todo, la ejercen en los trayectos cortos de su propio futuro o el de su gente próxima, por familia u ocupaciones. Pero también extienden sus derivaciones a zonas más extensas de la sociedad, complicándose su suerte; sin descartar sus orientaciones hacia lo desconocido, vivido como intuiciones o creencias, con implicaciones sensatas o con intemperancias.


Al fin, sin alharacas, con naturalidad, les apreciamos similitudes relevantes con respecto a los encumbrados. Los HORIZONTES, inconmensurables por ahora, permanecen diáfanos, sin descubrir el más allá. Las carencias se siente de lleno, y los anhelos mantienen el hálito existencial. Desde la sencillez maravillosa cunde la vida.

Sin alharacas

Todos somos caminantes, dejamos señales clarificadoras de los aconteceres protagonizados
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 21 de febrero de 2020, 09:35 h (CET)

A buen entendedor…, el lío es mayúsculo. Con frecuencia, las apariencias no son, mientras los entes reales permanecen disimulados o se reflejan deformados. Las grandezas no propenden a la cercanía; patrias, pueblos, esencias, revolotean como nubes distantes. Por eso sorprenden las voces exageradas de tantos supuestos detentadores del pleno conocimiento de esas grandezas (Dioses, naciones, expertos). ¿Serán auténticos? Cada uno recorremos el camino modesto adaptado a las CIRCUNSTANCIAS particulares, donde cada día se suceden las secuencias con acompañamientos discordantes, bien o mal repartidos en cuanto a benevolencias o malas disposiciones.


Dicho de otra manera, el tránsito por los grandes conceptos tiene su lugar existencial, aunque para un individuo concreto, la ruta desciende a las ocupaciones cotidianas de una proximidad radical; en la verdadera conjunción de la SENCILLEZ PRÁCTICA con la red activada de conexiones influyentes, sin duda, con numerosas condicionantes a tener en cuenta, a pesar de ser un sujeto particular. Las esferas propias no constituyen ninguna banalidad, reúnen múltiples factores, biológicos, físicos, psíquicos o sociales muy exigentes. En esos sectores personales bajamos de los ditirambos rimbombantes a la actividad concreta del día a día, como resumen cierto de todo el bagaje personal y la orientación de sus proyecciones.


Todos somos caminantes, dejamos señales clarificadoras de los aconteceres protagonizados, de su aplicación, de las apetencias perseguidas o de las frustraciones. Esas modestas presencias, esas HUELLAS, dibujan bien a las claras la amplitud de las experiencias. En un extremo, los rastros insignificantes tendentes a la invisibilidad. El paso de los genios deja otros recuerdos. Entre ellos, un amplio grupo queda reflejado en sus habitáculos, en su colección de objetos (Libros, fotos, decoración), en sus acompañantes; reflejos muy elocuentes dentro de su moderación. Deletrean el curso de sus recorridos, su composición de lugar, así como la intensidad de su implicación comunitaria.


Cuando ese repaso acumula las influencias recibidas, las detecta en sectores diversos. Destacan con nombres propios las de aquelos que contribuyeron a despertar la valía de sus afectados, en general con modelaciones favorables. Son figuras ENTRAÑABLES, modélicas, con la suficiente capacidad de estimulación de cara a sus coetáneos. Aquí caben ciertos personajes decisivos por sus enseñanzas o ejemplos. Pueden ser los progenitores, maestros, profesionales cercanos, amigos; transmisores de valores cruciales, puestos al servicio de la gente próxima sin alardes, con una fluidez plena de naturalidad. Sin exigencias rotundas ni imposiciones; cabe incluso su rechazo sin aspavientos.


En muchas ocasiones no es comprensible el desfase escandaloso, entre los colectivos proclamados, entre sus fijaciones, y el trato dado en esos entornos al ciudadano. Sobre todo, porque sin el ciudadano desaparecerían los entornos. Esa distancia, con frecuencia es insalvable, refleja la notable separación del individuo concreto con respecto a esa globalización de PATRIAS, pueblos o similares. Pronto se muestran en lo que llevan aparejado, los beneficios disimulados de ciertos sujetos, basados en la manipulación de grupos enteros. Ponen de manifiesto la cordura cotidiana de unas conductas personales en constante riesgo de ser engullidas por pérfidas movidas de justificación desconocida.


La elocuencia puede quedarse en simple verborrea cuando escuchamos a los mangoneantes con ínfulas de gente esclarecida; la escasez de respuestas fundamentadas ahoga su vocerío. En la gente corriente dichas carencias no se disimulan, sus actuaciones se acompañan de silencios INCAPACES, con severos altibajos caseros, tormentas propias, pero sin grandes titulares. Votando cuando pueden, con enormes lagunas informativas, que desvirtúan su valor. Su incapacidad les aleja de las respuestas de alta gama. Pero no erremos en la apreciación, su dignidad existencial no va con los grandes dominios, tampoco es rutinaria, realza la personalidad sin altavoces publicitarios.


Sin embargo, esa pequeñez está implicada de manera simultánea con las sublimes grandezas. Las incapacidades distribuidas en la vulgaridad ambiental no dicen toda la verdad. Aquellos silenciamientos no apagan las luces, existen los silencios creativos cargados de responsabilidades, las propias de las personas cabales; sustituyen al carácter dicharachero de los ostentosos, por la aplicación práctica de las ideas, La estridencia cercana a la vacuidad queda en evidencia ante la esmerada labor de un COMPROMISO adherido al roce diario entre las personas. Los engranajes suenan, sobre todo se notan en las pequeñas distancias; engrandecen la aparente sencillez de las relaciones.


Una vez más, no bastan las declaraciones, frente a la evidencia de los comportamientos. Incluso cuando se alardea de conocimientos, suelen silenciarse las grietas de las incógnitas subyacentes. No deberían dejarlos de lado, como hacen, a esos fundamentos de las modestas actuaciones personales, no por modestas menos valiosas, porque funcionan en las verdades más cercanas. El entendimiento acoge al instinto, capta las múltiples señales, para componer la maravilla de la INTUICIÓN, como primer impulso sin falsificaciones. La enjundia de ese punto de partida, pondrá a prueba a los futuros arribistas de toda laña. Quizá sea unode los auténticos y mejores defensores de la persona.


A nadie se le escapa la importancia de la compañía en cualquier actividad emprendida, puede ser decisiva para los éxitos como para los fracasos. Y, de alguna manera, siempre están presentes, con influencias nefastas o favorables. Los COETÁNEOS, por su presencia inmediata, los antecedentes, por sus recuerdos. En semejante variedad surgen compañeros, simpatizantes o amigos; simples discrepantes o contrincantes. Se hace muy difícil la calibración del cómo y hasta dónde repercutirán todos ellos en las vidas particulares.


Así mismo, esas vidas de la gente común, alejada de los titulares informativos modernos, tienen su particular complejidad y aspiraciones. La TRASCENDENCIA de sus comportamientos les sitúa en diferentes sectores, debido a la esfera de transmisión de sus influencias. Sobre todo, la ejercen en los trayectos cortos de su propio futuro o el de su gente próxima, por familia u ocupaciones. Pero también extienden sus derivaciones a zonas más extensas de la sociedad, complicándose su suerte; sin descartar sus orientaciones hacia lo desconocido, vivido como intuiciones o creencias, con implicaciones sensatas o con intemperancias.


Al fin, sin alharacas, con naturalidad, les apreciamos similitudes relevantes con respecto a los encumbrados. Los HORIZONTES, inconmensurables por ahora, permanecen diáfanos, sin descubrir el más allá. Las carencias se siente de lleno, y los anhelos mantienen el hálito existencial. Desde la sencillez maravillosa cunde la vida.

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