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Filosofía y lenguaje según Fichte

Es innegable que el lenguaje funciona como un sistema lógico de comunicación
José Manuel López García
viernes, 20 de junio de 2014, 06:41 h (CET)
Evidentemente, el problema del conocimiento está profundamente unido al lenguaje como medio de expresión del pensamiento. El propio Fichte con su idealismo subjetivo muestra claramente la significación de la capacidad lingüística para la elaboración de reflexiones. Además la necesidad de comunicación de los seres humanos es lo que impulsa la creación de la lengua como forma de transmisión de las ideas entre las personas en la sociedad.

El surgimiento de las lenguas es un invento humano según Fichte ya que el lenguaje es innato aunque los símbolos que los expresen puedan ser construidos. Por tanto, para este filósofo alemán es indudable que la facultad lingüística conforma la esencia humana. En efecto, la razón o la inteligencia es en gran medida una función basada o fundamentada en el uso del lenguaje. Una de las características definidoras de lo que es la naturaleza humana es la utilización de signos o símbolos articulados coherentemente.

La intersubjetividad de las conciencias pensantes está mediada por la actividad lingüística a través de una especie de comunicación inteligible y libremente racional.

Que las operaciones discursivas del espíritu o la inteligencia son para Fichte potencialmente muy diversas es entendible si se considera que están en relación con la mayor o menor exactitud de los términos utilizados y del uso de expresiones ambiguas o equívocas. De todos modos, la precisión en el lenguaje es lo más deseable si se piensa en que todo forma de expresión o todo discurso no debe ser en palabras del pensador germano más que un instrumento de la razón.

Fichte con una clara anticipación a investigaciones filológicas posteriores elabora reflexiones acerca de la competencia lingüística que se constituye progresivamente a través de una estructuración de la lengua como sistema de símbolos significativos perceptibles por medio del oído. Esto sucede a través de cambios y modificaciones efectuadas por los individuos que componen las diferentes sociedades humanas. Porque es cierto que las interrelaciones entre los habitantes de sociedades sencillas respecto a vivencias y cuestiones prácticas enriquecieron el lenguaje y lo complejizaron.

Además es innegable que el lenguaje funciona como un sistema lógico de comunicación, lo que es un factor de diferenciación personal permitiendo simultáneamente la transmisión de significaciones generales, que son absolutamente necesarias desde la perspectiva del conocimiento, y de la creación cultural y artística.

Los planteamientos fichteanos confirman la realidad de la interacción entre las estructuras lingüísticas y los roles sociales, ya que estos se sustentan en la actividad verbal y comunicativa de los sujetos.

Fichte otorga una gran importancia a la participación de los sentidos de la vista y el oído en la constitución del lenguaje. Incluso se muestra partidario de actitudes activas y creativas, y no simplemente receptivas como las más características de los medios de comunicación de masas actuales.

De todos modos, es cierto que la sociedad contemporánea es muy compleja, y las formas de interactividad comunicativa han aumentado de forma exponencial a través de la red digital. Lo que Fichte nos enseña es que la persona es un sujeto actuante en el ámbito social precisamente porque es un ser humano reflexivo. La capacidad creativa y constructiva del yo pensante es decisiva para Fichte, y está apoyada fundamentalmente en el lenguaje, y en la invención especulativa de posibles soluciones a las complejidades y problemas de la realidad vital.

La teoría o filosofía del lenguaje fichteana es similar al Interaccionismo Simbólico de Herbert Blumer y sobre todo, a mi juicio, a la teoría habermasiana de la ética comunicativa y dialógica. Porque la búsqueda del consenso y el acuerdo son propiciados por la capacidad constructiva de los procesos discursivos.

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