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La guerra de cifras es inherente a cualquier manifestación pero hay
números que no cuadran como los de la cadena humana en Cataluña de
septiembre pasado. Mas siempre ha presumido de unos supuestos dos
millones de asistentes. Pero la foto ("gigafoto") que acaban de
publicar sus organizadores lo desmiente.
Dejando de lado el llamativo
retraso en aparecer y sus errores de bulto como fotos que no encajan,
paisajes repetidos o personas sin cabeza sí permite comprobar -si nos
fiamos de ella, claro- que en la inmensa mayoría del recorrido había
sólo una persona cada metro o metro y medio.
Lejos de dos millones,
podría haber 350.000 o 400.000 personas, de los cuales, la mitad eran
además menores de edad. Ese 5% de la población de Cataluña merece
respeto pero no que se amplifique, multiplique y confunda con el 95%
restante que no fuimos.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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