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La Renta Mínima tiene una doble función: ayudar a las personas más necesitadas y promover su inserción laboral

Los efectos perversos de la Renta Básica

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La Renta Mínima de Inserción está diseñada para responder a dos funciones fundamentales: paliar el sufrimiento económico de determinadas familias, y generar estrategias para conseguir la inserción laboral. De este modo, es una medida que incentiva la búsqueda de trabajo, y por lo tanto, promueve el aumento de la ocupación en el mercado laboral.

Es cierto que actualmente en Cataluña, la Renta Mínima de Inserción no se está aplicando adecuadamente, ya que desde la solicitud de la ayuda hasta que se recibe la cuantía económica correspondiente, trascurre un periodo de más de un año, en el mejor de los casos. No obstante, el problema no es que sea una medida negativa, sino que simplemente se está aplicando mal.

Por otra parte, la Renta Básica debería ser rechazada por los siguientes motivos: porque es insostenible, porque se tendría que basar en la lógica de la suma cero o implantar una reforma fiscal, porque generaría personas dependientes del Estado, porque estimularía el parasitismo, y porque su lógica de funcionamiento es el principio de su propio fin.

Una de las características actuales que se producen en el contexto de la Unión Europea es la aplicación de políticas de austeridad. La finalidad teórica es clara: hay que pagar progresivamente la deuda, y a la vez, se deben gestionar adecuadamente los recursos económicos públicos. Si a esto, se le suma que España tiene aproximadamente una población de 47 millones de habitantes, y por lo tanto, cada ciudadano recibiría una cuantía económica que proviene de la administración pública, solamente se pueden transmitir dos palabras: inviabilidad e insostenibilidad.

En todo caso, para instaurar la Renta Básica se tendrían que hacer diversas modificaciones. Una de ellas sería proponer la aplicación de la lógica de la suma cero. Es decir, para que la Renta Básica tenga protagonismo desde un punto de vista presupuestario, se tendría que renunciar a una o varias políticas públicas. Y es que, hay que tener en cuenta el enorme gasto que supondría la implementación de tal política.

Otra opción muy típica, se conoce popularmente como: que paguen los ricos. Daniel Raventós, un autor de gran prestigio por su clara defensa sobre la Renta Básica, remite que para financiar esta medida es necesario que las personas con un poder adquisitivo elevado tengan que hacer un gran esfuerzo económico. La contracrítica es que muchas personas que disponen de un capital alto fruto de su sudor y esfuerzo, tendrán que financiar una ayuda que va a la dirección contraria a lo que permite su financiación.

Por otro lado, el mensaje que se está lanzando con la Renta Básica es: ¡no hace falta que trabajéis, el Estado os protegerá! Es cierto que hay personas que tienen unas aspiraciones más altas en la vida, y que por lo tanto, tendrán que acceder al mercado de trabajo para obtener unos mayores ingresos. No obstante, hay muchos individuos que se acomodarán y se convertirán en personas dependientes de la administración pública, desde un punto de vista económico.

De todos modos, el gran problema es que se incentivará un cambio en la socialización de las personas, basado en la siguiente idea: el esfuerzo no es importante. Por lo tanto, la Renta Básica fomenta la pérdida de la superación y del progreso personal para dar lugar al parasitismo.

Finalmente, la Renta Básica es el principio de su propio fin. Así, es una medida que incentiva el no trabajo, y en consecuencia, todas esas personas que no trabajen tendrán menos capacidad económica para consumir. De este modo, se recaptarán menos impuestos para financiar el estado del bienestar. Y por lo tanto, las partidas presupuestarias destinadas a la Renta Básica serán insuficientes.

Los efectos perversos de la Renta Básica

La Renta Mínima tiene una doble función: ayudar a las personas más necesitadas y promover su inserción laboral
Cude
viernes, 28 de marzo de 2014, 08:03 h (CET)
La Renta Mínima de Inserción está diseñada para responder a dos funciones fundamentales: paliar el sufrimiento económico de determinadas familias, y generar estrategias para conseguir la inserción laboral. De este modo, es una medida que incentiva la búsqueda de trabajo, y por lo tanto, promueve el aumento de la ocupación en el mercado laboral.

Es cierto que actualmente en Cataluña, la Renta Mínima de Inserción no se está aplicando adecuadamente, ya que desde la solicitud de la ayuda hasta que se recibe la cuantía económica correspondiente, trascurre un periodo de más de un año, en el mejor de los casos. No obstante, el problema no es que sea una medida negativa, sino que simplemente se está aplicando mal.

Por otra parte, la Renta Básica debería ser rechazada por los siguientes motivos: porque es insostenible, porque se tendría que basar en la lógica de la suma cero o implantar una reforma fiscal, porque generaría personas dependientes del Estado, porque estimularía el parasitismo, y porque su lógica de funcionamiento es el principio de su propio fin.

Una de las características actuales que se producen en el contexto de la Unión Europea es la aplicación de políticas de austeridad. La finalidad teórica es clara: hay que pagar progresivamente la deuda, y a la vez, se deben gestionar adecuadamente los recursos económicos públicos. Si a esto, se le suma que España tiene aproximadamente una población de 47 millones de habitantes, y por lo tanto, cada ciudadano recibiría una cuantía económica que proviene de la administración pública, solamente se pueden transmitir dos palabras: inviabilidad e insostenibilidad.

En todo caso, para instaurar la Renta Básica se tendrían que hacer diversas modificaciones. Una de ellas sería proponer la aplicación de la lógica de la suma cero. Es decir, para que la Renta Básica tenga protagonismo desde un punto de vista presupuestario, se tendría que renunciar a una o varias políticas públicas. Y es que, hay que tener en cuenta el enorme gasto que supondría la implementación de tal política.

Otra opción muy típica, se conoce popularmente como: que paguen los ricos. Daniel Raventós, un autor de gran prestigio por su clara defensa sobre la Renta Básica, remite que para financiar esta medida es necesario que las personas con un poder adquisitivo elevado tengan que hacer un gran esfuerzo económico. La contracrítica es que muchas personas que disponen de un capital alto fruto de su sudor y esfuerzo, tendrán que financiar una ayuda que va a la dirección contraria a lo que permite su financiación.

Por otro lado, el mensaje que se está lanzando con la Renta Básica es: ¡no hace falta que trabajéis, el Estado os protegerá! Es cierto que hay personas que tienen unas aspiraciones más altas en la vida, y que por lo tanto, tendrán que acceder al mercado de trabajo para obtener unos mayores ingresos. No obstante, hay muchos individuos que se acomodarán y se convertirán en personas dependientes de la administración pública, desde un punto de vista económico.

De todos modos, el gran problema es que se incentivará un cambio en la socialización de las personas, basado en la siguiente idea: el esfuerzo no es importante. Por lo tanto, la Renta Básica fomenta la pérdida de la superación y del progreso personal para dar lugar al parasitismo.

Finalmente, la Renta Básica es el principio de su propio fin. Así, es una medida que incentiva el no trabajo, y en consecuencia, todas esas personas que no trabajen tendrán menos capacidad económica para consumir. De este modo, se recaptarán menos impuestos para financiar el estado del bienestar. Y por lo tanto, las partidas presupuestarias destinadas a la Renta Básica serán insuficientes.

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