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“La independencia, lo mismo que el honor, es una isla rocosa sin playas”, Napoleón Bonaparte

El desvarío independentista de la Asamblea Nacional de Cataluña

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Es posible que algunos políticos, que intentan resolver el tema catalán con paños calientes, estén convencidos de que, dejando que madure el sentimiento independentista, que permitiendo que se vaya agrandando el número de los que se vayan adhiriendo al sentimiento nacionalista o esperando que se extinga, por mero aburrimiento, el espíritu que viene animando a muchos independentistas de conseguir un utópico Estado propio que, contrariamente a lo que se les viene augurando desde Madrid o la misma Europa, para ellos es perfectamente viable y con posibilidades de salir adelante, a pesar de las negras perspectivas que se les anuncian que ellos atribuyen, como no, a la intención del Gobierno central de engañarles para hacerles decaer de sus propósitos secesionistas. Sin embargo, quienes así piensen no hacen más que cometer uno de los errores políticos más peligrosos para la unidad de España, capaz de dar al traste con siglos de convivencia y mutuas relaciones, tanto en el orden social como en el económico y financiero, entre ambas comunidades.

Fruto de una errónea política del Gobierno, que sigue pensando que mantiene en sus manos las riendas de este problema identitario y que, en cualquier momento, simplemente con aplicar unas cuantas medidas de orden administrativo, como sería aplicar el artículo 155 de la Constitución, iba a cortar de raíz la locura independentista que se viene gestando entre la población catalana; ha sido la progresión que ya se inició con el Estatut catalán y la implantación de la enseñanza completamente catalanizada, en la que es imposible recibir las explicaciones en castellano, en la que se enseña una historia amañada y se inculca a los alumnos un sentimiento nacionalista por el que se les imbuye que el enemigo a batir es España y que son los españoles los que hacen que Cataluña sufra la crisis y no sus propios defectos estructurales y deficiencias políticas.

Ahora, ya sin el más mínimo recato, aparece la Asamblea Nacional Catalana ( ANC) con su propio plan u hoja de ruta para llevar a Catalunya hacia sus objetivos independentistas, sin tener necesidad de someterse a la Constitución, a los permisos del Parlamento de la nación española o, incluso, en contra de las posibles medidas de tipo coercitivo que se les pudieran aplicar desde Madrid. De hecho, de todos es sabido que el Gobern de la Generalitat ya hace tiempo que viene incumpliendo, sistemáticamente, aquellas leyes o instrucciones del Gobierno español cuando estiman que pueden ir en contra de sus aspiraciones nacionalistas y lo mismo ocurre con las sentencias de los altos tribunales españoles, incluido el propio TSJC, que les obligan a cambiar su política de enseñanza y aumentar las horas lectivas en castellano. De hecho la ANC ya ha publicado su propia hoja de ruta plasmada en un documento en el que se tienen en cuenta todas las posibilidades del proceso, desde la que contemplase el permiso del Estado para celebrar el referéndum por el derecho a decidir, hasta la más extrema, que supondría la declaración unilateral de independencia para el día 23 de Abril del año 2.015, haya o no consulta o elecciones autonómicas.

En este sentido la ANC, la plataforma “civil” de Mas y Oriol Junqueras, para poder realizar, con ciertas garantías de orden este “golpe de Estado”; ha previsto aprobar, en una reunión que se va a celebrar el próximo 5 de Abril, en Tarragona, una ponencia en la que se hablará de “tomar las riendas del poder en Cataluña”. Se pretende demostrar que el país puede funcionar por sí solo para que los ciudadanos confíen en la posibilidad de seguir subsistiendo en un nuevo estado catalán. Piensan que, con los funcionarios que se adhieran a la revuelta, se conseguirá el control de las “grandes infraestructuras y fronteras (puertos, aeropuertos etc.), la seguridad pública, las comunicaciones etc. Según estos visionarios se constituirá una “asamblea de electos”, una especie de “mando supremo” que se hará cargo de la última fase de la operación independentista. Según creen ellos, el hecho de que se llevan a cabo actos de soberanía que demuestren un funcionamiento normal del país va a facilitarles “el reconocimiento internacional”.

Es evidente que, para estos señores, no existen las leyes internacionales, ni lo que ha dicho por activa y pasiva el Parlamento Europeo desde Bruselas, ni la Constitución españolas, ni el resto de España porque, simplemente, ellos están convencidos de que por sí solos van a poder con cualquier resistencia que se les oponga. Tan seguros están de sus posibilidades que hasta se plantean que, el Valle de Arán, una pequeña porción del país catalán, pueda solicitar su propia independencia respecto al resto de Cataluña.

Pero, de la meticulosidad del plan da fe el siguiente párrafo del documento de la ANC: “la gestión de los resultados y del tiempo inmediatamente posterior al 9N es clave para asegurar la culminación del proceso con éxito. Antes de la declaración de independencia, desde la Generalidad se ha de pedir oficialmente la apertura de negociaciones para acordar el proceso de secesión, el reparto de activos y pasivos y la gestión del periodo de transición. En caso de respuesta negativa, habrá que pedir la intervención internacional y llevar el tema al Tribunal Internacional de Justicia”. Y ante tamaña desfachatez, uno se pregunta ¿ hasta que punto deberán llegar estos traidores a la patria, en su desafío a España, para que las instituciones, desde la Monarquía hasta el último soldado, reaccionen, acaben con semejantes agitadores y activistas y pongan orden, antes de que la única solución que quede para cortar este brote de secesión se expanda y pueda llegar a contagiarse a otras autonomías de la nación, sea aquella que todos quisiéramos evitar?.

No debemos olvidar que, para estos señores, los denominados “paísos catalans” no se limitan a toda la comunidad catalana, sino que se extienden a Valencia, Baleares, y los departamentos “francocatalanes” aunque, en este último caso, se encontrarían con un hueso duro de roer: “ la grandeur” de nuestra nación vecina, Francia que, con toda seguridad, pronto acabaría con quienes se atrevieran a pedir una parte de su gran metrópoli. Resumiendo: se trata de un anunciado golpe de Estado para separar a Catalunya del estado español. Aquí ya no vale mirar hacia otro lado, continuar hablando de “diálogo” o hacer declaraciones, más o menos ampulosas, desde el Gobierno de la nación, dando por descontado que no hay posibilidad alguna de que se produzca la ruptura de una autonomía del territorio español. Sin embargo, los que residimos en Catalunya no estamos tan seguros de que, cuando llegara el momento, el control de esta región se pudiera llevar a cabo de una forma pacífica y sin que se produjeran graves disturbios, con las consecuencias parecidas o similares a las que tuvieron lugar, ante situaciones similares, durante la II República española.

Los españoles que residimos en esta parte de España no estamos convencidos de que, la política de permanecer impasibles ante los progresos de separatismo en Cataluña, sea la más adecuada. Tememos que no sea tan fácil controlar, como parece que se creen el señor Rajoy y sus ministros. Muchos prevemos tiempos difíciles para los españoles que queremos continuar siéndolo, en estas tierras catalanas. O así es, señores, como opino al respecto.

El desvarío independentista de la Asamblea Nacional de Cataluña

“La independencia, lo mismo que el honor, es una isla rocosa sin playas”, Napoleón Bonaparte
Miguel Massanet
lunes, 17 de marzo de 2014, 07:52 h (CET)
Es posible que algunos políticos, que intentan resolver el tema catalán con paños calientes, estén convencidos de que, dejando que madure el sentimiento independentista, que permitiendo que se vaya agrandando el número de los que se vayan adhiriendo al sentimiento nacionalista o esperando que se extinga, por mero aburrimiento, el espíritu que viene animando a muchos independentistas de conseguir un utópico Estado propio que, contrariamente a lo que se les viene augurando desde Madrid o la misma Europa, para ellos es perfectamente viable y con posibilidades de salir adelante, a pesar de las negras perspectivas que se les anuncian que ellos atribuyen, como no, a la intención del Gobierno central de engañarles para hacerles decaer de sus propósitos secesionistas. Sin embargo, quienes así piensen no hacen más que cometer uno de los errores políticos más peligrosos para la unidad de España, capaz de dar al traste con siglos de convivencia y mutuas relaciones, tanto en el orden social como en el económico y financiero, entre ambas comunidades.

Fruto de una errónea política del Gobierno, que sigue pensando que mantiene en sus manos las riendas de este problema identitario y que, en cualquier momento, simplemente con aplicar unas cuantas medidas de orden administrativo, como sería aplicar el artículo 155 de la Constitución, iba a cortar de raíz la locura independentista que se viene gestando entre la población catalana; ha sido la progresión que ya se inició con el Estatut catalán y la implantación de la enseñanza completamente catalanizada, en la que es imposible recibir las explicaciones en castellano, en la que se enseña una historia amañada y se inculca a los alumnos un sentimiento nacionalista por el que se les imbuye que el enemigo a batir es España y que son los españoles los que hacen que Cataluña sufra la crisis y no sus propios defectos estructurales y deficiencias políticas.

Ahora, ya sin el más mínimo recato, aparece la Asamblea Nacional Catalana ( ANC) con su propio plan u hoja de ruta para llevar a Catalunya hacia sus objetivos independentistas, sin tener necesidad de someterse a la Constitución, a los permisos del Parlamento de la nación española o, incluso, en contra de las posibles medidas de tipo coercitivo que se les pudieran aplicar desde Madrid. De hecho, de todos es sabido que el Gobern de la Generalitat ya hace tiempo que viene incumpliendo, sistemáticamente, aquellas leyes o instrucciones del Gobierno español cuando estiman que pueden ir en contra de sus aspiraciones nacionalistas y lo mismo ocurre con las sentencias de los altos tribunales españoles, incluido el propio TSJC, que les obligan a cambiar su política de enseñanza y aumentar las horas lectivas en castellano. De hecho la ANC ya ha publicado su propia hoja de ruta plasmada en un documento en el que se tienen en cuenta todas las posibilidades del proceso, desde la que contemplase el permiso del Estado para celebrar el referéndum por el derecho a decidir, hasta la más extrema, que supondría la declaración unilateral de independencia para el día 23 de Abril del año 2.015, haya o no consulta o elecciones autonómicas.

En este sentido la ANC, la plataforma “civil” de Mas y Oriol Junqueras, para poder realizar, con ciertas garantías de orden este “golpe de Estado”; ha previsto aprobar, en una reunión que se va a celebrar el próximo 5 de Abril, en Tarragona, una ponencia en la que se hablará de “tomar las riendas del poder en Cataluña”. Se pretende demostrar que el país puede funcionar por sí solo para que los ciudadanos confíen en la posibilidad de seguir subsistiendo en un nuevo estado catalán. Piensan que, con los funcionarios que se adhieran a la revuelta, se conseguirá el control de las “grandes infraestructuras y fronteras (puertos, aeropuertos etc.), la seguridad pública, las comunicaciones etc. Según estos visionarios se constituirá una “asamblea de electos”, una especie de “mando supremo” que se hará cargo de la última fase de la operación independentista. Según creen ellos, el hecho de que se llevan a cabo actos de soberanía que demuestren un funcionamiento normal del país va a facilitarles “el reconocimiento internacional”.

Es evidente que, para estos señores, no existen las leyes internacionales, ni lo que ha dicho por activa y pasiva el Parlamento Europeo desde Bruselas, ni la Constitución españolas, ni el resto de España porque, simplemente, ellos están convencidos de que por sí solos van a poder con cualquier resistencia que se les oponga. Tan seguros están de sus posibilidades que hasta se plantean que, el Valle de Arán, una pequeña porción del país catalán, pueda solicitar su propia independencia respecto al resto de Cataluña.

Pero, de la meticulosidad del plan da fe el siguiente párrafo del documento de la ANC: “la gestión de los resultados y del tiempo inmediatamente posterior al 9N es clave para asegurar la culminación del proceso con éxito. Antes de la declaración de independencia, desde la Generalidad se ha de pedir oficialmente la apertura de negociaciones para acordar el proceso de secesión, el reparto de activos y pasivos y la gestión del periodo de transición. En caso de respuesta negativa, habrá que pedir la intervención internacional y llevar el tema al Tribunal Internacional de Justicia”. Y ante tamaña desfachatez, uno se pregunta ¿ hasta que punto deberán llegar estos traidores a la patria, en su desafío a España, para que las instituciones, desde la Monarquía hasta el último soldado, reaccionen, acaben con semejantes agitadores y activistas y pongan orden, antes de que la única solución que quede para cortar este brote de secesión se expanda y pueda llegar a contagiarse a otras autonomías de la nación, sea aquella que todos quisiéramos evitar?.

No debemos olvidar que, para estos señores, los denominados “paísos catalans” no se limitan a toda la comunidad catalana, sino que se extienden a Valencia, Baleares, y los departamentos “francocatalanes” aunque, en este último caso, se encontrarían con un hueso duro de roer: “ la grandeur” de nuestra nación vecina, Francia que, con toda seguridad, pronto acabaría con quienes se atrevieran a pedir una parte de su gran metrópoli. Resumiendo: se trata de un anunciado golpe de Estado para separar a Catalunya del estado español. Aquí ya no vale mirar hacia otro lado, continuar hablando de “diálogo” o hacer declaraciones, más o menos ampulosas, desde el Gobierno de la nación, dando por descontado que no hay posibilidad alguna de que se produzca la ruptura de una autonomía del territorio español. Sin embargo, los que residimos en Catalunya no estamos tan seguros de que, cuando llegara el momento, el control de esta región se pudiera llevar a cabo de una forma pacífica y sin que se produjeran graves disturbios, con las consecuencias parecidas o similares a las que tuvieron lugar, ante situaciones similares, durante la II República española.

Los españoles que residimos en esta parte de España no estamos convencidos de que, la política de permanecer impasibles ante los progresos de separatismo en Cataluña, sea la más adecuada. Tememos que no sea tan fácil controlar, como parece que se creen el señor Rajoy y sus ministros. Muchos prevemos tiempos difíciles para los españoles que queremos continuar siéndolo, en estas tierras catalanas. O así es, señores, como opino al respecto.

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