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Quizás los perros están sustituyendo a los niños: hacen compañía y no dan problemas

De perros y sus dueños

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Cada mañana y cada tarde puedo ver en mi barrio un número creciente de personas que sacan sus perros a la calle para que hagan sus necesidades. Hace unos días pude leer en el Ideal de Granada, que en la ciudad hay más de 26.000 perros, uno por cada nueve habitantes.

Según las informaciones que publican algunas empresas relacionadas con la población canina hay en España unos 6 millones de perros y para su alimentación se facturaron 465 millones de euros en 2011.

Podemos observar el espacio que dedican las grandes superficies a productos destinados a los animales, comidas, ajuar, adornos y hasta delicatesen. También aumentan las clínicas veterinarias de 24 horas para su cuidado.

Si hablamos con sus dueños nos contarán con entusiasmo maravillas de sus perros, en cuanto a su comportamiento, fidelidad y cariño, lo cual me parece estupendo, pero me hace pensar que quizás los perros están sustituyendo a los niños: hacen compañía y no dan problemas.

Si miramos los datos de población que publica el Instituto Nacional de Estadística, vemos que aumentan los hogares unipersonales, que el número medio de miembros por hogar viene disminuyendo desde hace más de 30 años, que las parejas sin hijos han pasado de tres millones en 2001 a cuatro millones y medio en 2011, que las personas con más de 65 años se acercan a los 8 millones, de las que cerca de 2 millones viven solas, quizás podamos comprender los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad.

Si antes los perros vivían en la sociedad rural, colaborando en tareas de vigilancia de los hogares, del ganado o de la caza y alimentándose con resto de comida, ahora están asentados en la sociedad urbana, viviendo dentro de las viviendas de sus dueños, alimentados y adornados con productos fabricados y comprados para ellos. No me refiero a los grandes perros que abundan en las urbanizaciones de las ciudades dormitorio, que pueden tener una misión defensiva, sino a los que son paseados a diario por sus dueños por las calles y paseos de nuestras ciudades.

Relacionando la disminución de la natalidad y el aumento de los perros de compañía, se me ocurre pensar, quizás equivocadamente, que estos perros son sustitutivos de hijos o de nietos donde volcar el cariño y la ternura no utilizada y el envejecimiento de la población y los problemas de soledad.

Recibí hace poco una presentación, en la que un desnutrido niño africano preguntaba a otro niño occidental si era verdad que en nuestros países comprábamos comida para los perros, les poníamos vestidos, les facilitábamos cama y casa caliente. Al verlo sentí una dolorosa sensación. La famosa globalización, que tanto beneficia a las multinacionales, no parece servir para conjurar la globalización de la indiferencia, que dice el Papa.

Los animales que acogemos en nuestras casas y a los que les facilitamos todas las comodidades, los dejamos incapacitados para resolver su vida, de acuerdo con su naturaleza, si los dejamos abandonados se mueren atropellados o de hambre. Dice mi ayuntamiento que cada día se reciben seis avisos para recoger a perros vagabundos o atropellados.

De perros y sus dueños

Quizás los perros están sustituyendo a los niños: hacen compañía y no dan problemas
Francisco Rodríguez
sábado, 15 de febrero de 2014, 14:47 h (CET)
Cada mañana y cada tarde puedo ver en mi barrio un número creciente de personas que sacan sus perros a la calle para que hagan sus necesidades. Hace unos días pude leer en el Ideal de Granada, que en la ciudad hay más de 26.000 perros, uno por cada nueve habitantes.

Según las informaciones que publican algunas empresas relacionadas con la población canina hay en España unos 6 millones de perros y para su alimentación se facturaron 465 millones de euros en 2011.

Podemos observar el espacio que dedican las grandes superficies a productos destinados a los animales, comidas, ajuar, adornos y hasta delicatesen. También aumentan las clínicas veterinarias de 24 horas para su cuidado.

Si hablamos con sus dueños nos contarán con entusiasmo maravillas de sus perros, en cuanto a su comportamiento, fidelidad y cariño, lo cual me parece estupendo, pero me hace pensar que quizás los perros están sustituyendo a los niños: hacen compañía y no dan problemas.

Si miramos los datos de población que publica el Instituto Nacional de Estadística, vemos que aumentan los hogares unipersonales, que el número medio de miembros por hogar viene disminuyendo desde hace más de 30 años, que las parejas sin hijos han pasado de tres millones en 2001 a cuatro millones y medio en 2011, que las personas con más de 65 años se acercan a los 8 millones, de las que cerca de 2 millones viven solas, quizás podamos comprender los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad.

Si antes los perros vivían en la sociedad rural, colaborando en tareas de vigilancia de los hogares, del ganado o de la caza y alimentándose con resto de comida, ahora están asentados en la sociedad urbana, viviendo dentro de las viviendas de sus dueños, alimentados y adornados con productos fabricados y comprados para ellos. No me refiero a los grandes perros que abundan en las urbanizaciones de las ciudades dormitorio, que pueden tener una misión defensiva, sino a los que son paseados a diario por sus dueños por las calles y paseos de nuestras ciudades.

Relacionando la disminución de la natalidad y el aumento de los perros de compañía, se me ocurre pensar, quizás equivocadamente, que estos perros son sustitutivos de hijos o de nietos donde volcar el cariño y la ternura no utilizada y el envejecimiento de la población y los problemas de soledad.

Recibí hace poco una presentación, en la que un desnutrido niño africano preguntaba a otro niño occidental si era verdad que en nuestros países comprábamos comida para los perros, les poníamos vestidos, les facilitábamos cama y casa caliente. Al verlo sentí una dolorosa sensación. La famosa globalización, que tanto beneficia a las multinacionales, no parece servir para conjurar la globalización de la indiferencia, que dice el Papa.

Los animales que acogemos en nuestras casas y a los que les facilitamos todas las comodidades, los dejamos incapacitados para resolver su vida, de acuerdo con su naturaleza, si los dejamos abandonados se mueren atropellados o de hambre. Dice mi ayuntamiento que cada día se reciben seis avisos para recoger a perros vagabundos o atropellados.

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