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Etiquetas | Pedro Sánchez | Política | Pablo Iglesias
El canibalismo del nuevo ejecutivo se come a Montesquieu y a sus tres poderes

​Un gobierno con todo por demostrar, salvo su intemperante autosuficiencia

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Ya tenemos al nuevo Gobierno de España. Una mezcla explosiva de distintas tendencias, a cual más peligrosa, con la evidente pretensión de acaparar todas las instituciones del país, para que ninguna de ellas pudiera llegar a constituir un obstáculo para su proyecto de imponer a los españoles una sola idea, una sola concepción política y un solo sistema de gobierno que, naturalmente, no tendría semejanza alguna con la democracia de la que hemos venido disfrutando hasta ahora. Sin duda va a ser una labor ardua, comprometida, no carente de dificultades y que, evidentemente, va tener como objetivo eliminar a las derechas; hacerse con los mandos del Ejército; invadir las competencias de la Justicia; apartar y ningunear a la Guardia Civil; someter a la Policía Nacional y a sus mandos; reducir a la Iglesia católica, obligándola a pagar impuestos e interviniendo en aquellos aspectos como la educación, el sostenimiento de los bienes inmuebles, propiedades del clero para provocar su asfixia económica vía IBI y por el método de la desamortización eclesiástica, un sistema utilizado en numerosas ocasiones de nuestra Historia, como fue la de Godoy y las distintas desamortizaciones liberales del siglo XIX,( recordemos la de Mendizábal en 1836) por la vía de las inmatriculaciones ( algo que supone la liquidación de los impuestos que pudieran haberse devengado anteriormente). Una vez alcanzada, con éxito, esta primera parte o quizá al mismo tiempo, pasar a la segunda fase que tendrá por objetivo satisfacer las ambiciones separatistas de Cataluña y del País Vasco y, en este último caso, con la anexión de Navarra, una ambición largamente mantenida por los etarras vascos.

No se sabe hasta qué punto han llegado los acuerdos secretos de los negociadores del Gobierno con los de ERC, pero presumimos que las concesiones que se les han hecho, a cambio de su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, a la vista de los movimientos que se advierten en favor de que los socialistas pudieran votar en contra a la concesión del suplicatoria que el TS ha presentado ante el Parlamento Europeo, para que retire la impunidad a Puigdemont y Comin, los dos nuevos miembros de la cámara; estamos seguros de que sobrepasaría, con creces, lo que permite nuestra actual Constitución, una de las leyes que, por supuesto, intentarían cambiar o sustituir, para adaptarla a las doctrinas socio-comunistas del nuevo Gobierno, que la vigente Constitución de 1978 no contempla, ni aceptaría en forma alguna.

Lo que si resulta llamativo es el papel importante que se le ha concedido al que, en realidad, viene moviendo los hilos del backstage de la cúpula directiva del PSOE, el señor Iván Redondo, este supuesto “cerebro” que, por lo visto, ya ha superado los efectos de la pérdida de los 700.000 votos que perdieron los socialistas en los últimos comicios y que, con sus intrigas, sus manipulaciones y sus acuerdos desconocidos con los señores de Junqueras, parece haber conseguido situarse al frente de la nueva Lubianka del PSOE, como asesor directo del señor Sánchez y experto en esta concienzuda tarea de conducir a España al mismo lugar, o peor, en que la dejó su maestro, el señor Rodríguez Zapatero, con la ayuda inestimable del presidente del CIS señor Tezano y, cómo no, con la TV1 de la señora Rosa Mateo, otra que tal.

Hete aquí, señores, cómo ya se están cumpliendo las previsiones, nada difíciles de hacer, con una de las primeras imposiciones de quienes gobiernan que ya han conseguido que el CGPJ con el señor Lesmes a la cabeza, haya claudicado aceptando como fiscal General del Estado a Dolores Delgado, una de las personas más fanáticas, sectarias, feminista radical e inadecuada que se pudiera escoger para un cargo en el que la principal cualidad para desempeñarlo debería ser la imparcialidad y la honestidad. Lo peor es la evidencia de que el apego por los cargos y el miedo a enfrentarse al todopoderoso gobierno de las izquierdas, ha podido con cualquier otra consideración de las que, con anterioridad a esta reunión del consejo de jueces y fiscales, habían mantenido con evidente descontento la mayoría de ellos. Desaparecida la abogacía del Estado convertida en la “voz de su amo” y con la fiscalía dirigida por una exministra beligerante del partido socialista, sólo queda, aislado, cercado, acorralado por todos los frentes, el TS y, no sabemos durante cuánto tiempo el TC. Hay cambios pendientes que pueden favorecer aún más al Gobierno y tenemos pendientes los suplicatorios que deberían acabar con la inmunidad de los señores Puigdemont y Comín. Sabemos que los suplicatorios han sido aceptados por el Parlamento Europeo y que han pasado a estudio de la Comisión de Asuntos Jurídicos para su estudio y preceptivo dictamen. Uno de estos periodistas colaboradores de la tertulia de Carlos Herrera en la COPE, el señor Sostres, una persona que se había mostrado como de derechas y, no obstante, parece que ya no lo es tanto, como si de pronto se sintiera inclinado hacia lo que sus paisanos están maquinando y parece dar la impresión de disculpar o tolerar mejor lo que están haciendo los de su tierra, Cataluña; hoy aseguraba tener información fidedigna de que, los socialistas españoles y no se sabe si sus colegas europeos, iban a votar en contra de que se les retirase la inmunidad a los dos prófugos de la Justicia española, asilados en Bélgica.

Todo puede suceder y no somos nosotros quienes podamos afirmar lo contrario. Sin embargo, el hecho de que no sean los miembros de la cámara los que deban calificar la procedencia o improcedencia de conceder o no el suplicatorio del tribunal español, sino una comisión, ad hoc, de asuntos jurídicos de la propia Cámara, nos tranquiliza porque sabemos que nuestro Tribunal Supremo tiene la preparación, la solvencia y la capacidad de argumentar, con todos los pronunciamientos jurídicos adecuados, los suplicatorios que han enviado a Europa. Quizá, aún con la consigna de votar en contra y teniendo en cuenta que la votación se deberá hacer a brazo alzado, el querer organizar un pucherazo puede resultar algo muy difícil de hacer si, el informe jurídico de los expertos aconsejase lo contrario, es decir, el retirarles la inmunidad de que disponían los fugados para evitar su traslados a España.

Una muestra de lo que nos espera ha sido la metida de pata, hasta el corvejón, del nuevo vicepresidente del gobierno, el desconocido Pablo Iglesias, convertido en un manso borreguito al servicio y peloteo de su inmediato superior, el señor Pedro Sánchez. Acostumbrado a pronunciar arengas explosivas, convencido de que cuando más burda, desproporcionada, hiriente y humillante sea una crítica contra el enemigo político (para él todo aquel que se le enfrente se convierte en enemigo, no en adversario), olvidándose de que ya forma parte de un Gobierno que, al menos en apariencia, debe ser democrático; no dudó en explayarse poniendo de vuelta y media a la Justicia española, por lo visto porque los jueces y magistrados no le consultan previamente cuales deben sus veredictos. Por primera vez en la historia de nuestra democracia, los jueces tuvieron que poner en su sitio al Gobierno, recordándole que no está bien que una institución ponga de vuelta y media a otra. Un síntoma y un aviso de lo que nos queda por delante, agravado por el hecho insólito de que el Gobierno en pleno se haya levantado en apoyo del incontrolado Iglesias, dejando a los jueces desamparados ante la desfachatez de los comunistas que, como es sabido, no se preocupan ni poco ni mucho de respetar las instituciones cuando creen que constituyen un obstáculo para sus fines revolucionarios. Y una pregunta retórica: ¿Qué hace, en medio de semejante banda de impresentables, un señor como el astronauta Pedro Duque? Empezamos a pensar que nos equivocamos cuando juzgamos que era una persona a la que habían engañado para que aceptara el puesto de ministro pero, en esta segunda ocasión, es evidente que no ha existido engaño alguno y que, como el resto, ha aceptado ascender al poder mediante una serie de trucos y de cesiones a los separatistas que deslegitiman a todos aquellos que, por activa o pasiva, han colaborado en semejante chapuza. Lo sentimos por él pero todo el respeto y consideración que se había ganado por sus hazañas estelares lo acaba de dilapidar cuando su regreso a España no ha sido más que para contribuir a dividir a los españoles y condenar a España a un gobierno que, evidentemente, no es el que mejor le conviene para salir adelante.

O, así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, los españoles han sido capaces de elegir la peor opción que se podía dar para sacar a España del mismo agujero del que ya se estaba librando con apoyo del PP, cuando el señor Sánchez acabó con el gobierno de Rajoy gracias a una moción de censura que no tenía otro objeto que derribar a Mariano, para que Sánchez alcanzase el poder. Ahora ya se empiezan a producir los primeros efectos de incorporar a un gobierno democrático una serie de elementos partidarios de ir en contra de la Constitución, de la anarquía, de la supresión de la religión católica y de apoyar al separatismo de vascos y catalanes. El resultado: no tardaremos mucho en poder ver hacia dónde nos llevan estos nuevos navegantes que, al parecer, carecen de brújula y de timón; fiándose en su capacidad de mentir para convencer al pueblo español de que todo lo que harán es por su bien. Tarea ardua para aquellos que deberán dar cuenta del por qué no han podido cumplir sus promesas y deban dar explicaciones a quienes hayan decepcionado. “Y las banderas, cantan victoria, al paso de la paz”

​Un gobierno con todo por demostrar, salvo su intemperante autosuficiencia

El canibalismo del nuevo ejecutivo se come a Montesquieu y a sus tres poderes
Miguel Massanet
viernes, 17 de enero de 2020, 12:53 h (CET)

Ya tenemos al nuevo Gobierno de España. Una mezcla explosiva de distintas tendencias, a cual más peligrosa, con la evidente pretensión de acaparar todas las instituciones del país, para que ninguna de ellas pudiera llegar a constituir un obstáculo para su proyecto de imponer a los españoles una sola idea, una sola concepción política y un solo sistema de gobierno que, naturalmente, no tendría semejanza alguna con la democracia de la que hemos venido disfrutando hasta ahora. Sin duda va a ser una labor ardua, comprometida, no carente de dificultades y que, evidentemente, va tener como objetivo eliminar a las derechas; hacerse con los mandos del Ejército; invadir las competencias de la Justicia; apartar y ningunear a la Guardia Civil; someter a la Policía Nacional y a sus mandos; reducir a la Iglesia católica, obligándola a pagar impuestos e interviniendo en aquellos aspectos como la educación, el sostenimiento de los bienes inmuebles, propiedades del clero para provocar su asfixia económica vía IBI y por el método de la desamortización eclesiástica, un sistema utilizado en numerosas ocasiones de nuestra Historia, como fue la de Godoy y las distintas desamortizaciones liberales del siglo XIX,( recordemos la de Mendizábal en 1836) por la vía de las inmatriculaciones ( algo que supone la liquidación de los impuestos que pudieran haberse devengado anteriormente). Una vez alcanzada, con éxito, esta primera parte o quizá al mismo tiempo, pasar a la segunda fase que tendrá por objetivo satisfacer las ambiciones separatistas de Cataluña y del País Vasco y, en este último caso, con la anexión de Navarra, una ambición largamente mantenida por los etarras vascos.

No se sabe hasta qué punto han llegado los acuerdos secretos de los negociadores del Gobierno con los de ERC, pero presumimos que las concesiones que se les han hecho, a cambio de su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, a la vista de los movimientos que se advierten en favor de que los socialistas pudieran votar en contra a la concesión del suplicatoria que el TS ha presentado ante el Parlamento Europeo, para que retire la impunidad a Puigdemont y Comin, los dos nuevos miembros de la cámara; estamos seguros de que sobrepasaría, con creces, lo que permite nuestra actual Constitución, una de las leyes que, por supuesto, intentarían cambiar o sustituir, para adaptarla a las doctrinas socio-comunistas del nuevo Gobierno, que la vigente Constitución de 1978 no contempla, ni aceptaría en forma alguna.

Lo que si resulta llamativo es el papel importante que se le ha concedido al que, en realidad, viene moviendo los hilos del backstage de la cúpula directiva del PSOE, el señor Iván Redondo, este supuesto “cerebro” que, por lo visto, ya ha superado los efectos de la pérdida de los 700.000 votos que perdieron los socialistas en los últimos comicios y que, con sus intrigas, sus manipulaciones y sus acuerdos desconocidos con los señores de Junqueras, parece haber conseguido situarse al frente de la nueva Lubianka del PSOE, como asesor directo del señor Sánchez y experto en esta concienzuda tarea de conducir a España al mismo lugar, o peor, en que la dejó su maestro, el señor Rodríguez Zapatero, con la ayuda inestimable del presidente del CIS señor Tezano y, cómo no, con la TV1 de la señora Rosa Mateo, otra que tal.

Hete aquí, señores, cómo ya se están cumpliendo las previsiones, nada difíciles de hacer, con una de las primeras imposiciones de quienes gobiernan que ya han conseguido que el CGPJ con el señor Lesmes a la cabeza, haya claudicado aceptando como fiscal General del Estado a Dolores Delgado, una de las personas más fanáticas, sectarias, feminista radical e inadecuada que se pudiera escoger para un cargo en el que la principal cualidad para desempeñarlo debería ser la imparcialidad y la honestidad. Lo peor es la evidencia de que el apego por los cargos y el miedo a enfrentarse al todopoderoso gobierno de las izquierdas, ha podido con cualquier otra consideración de las que, con anterioridad a esta reunión del consejo de jueces y fiscales, habían mantenido con evidente descontento la mayoría de ellos. Desaparecida la abogacía del Estado convertida en la “voz de su amo” y con la fiscalía dirigida por una exministra beligerante del partido socialista, sólo queda, aislado, cercado, acorralado por todos los frentes, el TS y, no sabemos durante cuánto tiempo el TC. Hay cambios pendientes que pueden favorecer aún más al Gobierno y tenemos pendientes los suplicatorios que deberían acabar con la inmunidad de los señores Puigdemont y Comín. Sabemos que los suplicatorios han sido aceptados por el Parlamento Europeo y que han pasado a estudio de la Comisión de Asuntos Jurídicos para su estudio y preceptivo dictamen. Uno de estos periodistas colaboradores de la tertulia de Carlos Herrera en la COPE, el señor Sostres, una persona que se había mostrado como de derechas y, no obstante, parece que ya no lo es tanto, como si de pronto se sintiera inclinado hacia lo que sus paisanos están maquinando y parece dar la impresión de disculpar o tolerar mejor lo que están haciendo los de su tierra, Cataluña; hoy aseguraba tener información fidedigna de que, los socialistas españoles y no se sabe si sus colegas europeos, iban a votar en contra de que se les retirase la inmunidad a los dos prófugos de la Justicia española, asilados en Bélgica.

Todo puede suceder y no somos nosotros quienes podamos afirmar lo contrario. Sin embargo, el hecho de que no sean los miembros de la cámara los que deban calificar la procedencia o improcedencia de conceder o no el suplicatorio del tribunal español, sino una comisión, ad hoc, de asuntos jurídicos de la propia Cámara, nos tranquiliza porque sabemos que nuestro Tribunal Supremo tiene la preparación, la solvencia y la capacidad de argumentar, con todos los pronunciamientos jurídicos adecuados, los suplicatorios que han enviado a Europa. Quizá, aún con la consigna de votar en contra y teniendo en cuenta que la votación se deberá hacer a brazo alzado, el querer organizar un pucherazo puede resultar algo muy difícil de hacer si, el informe jurídico de los expertos aconsejase lo contrario, es decir, el retirarles la inmunidad de que disponían los fugados para evitar su traslados a España.

Una muestra de lo que nos espera ha sido la metida de pata, hasta el corvejón, del nuevo vicepresidente del gobierno, el desconocido Pablo Iglesias, convertido en un manso borreguito al servicio y peloteo de su inmediato superior, el señor Pedro Sánchez. Acostumbrado a pronunciar arengas explosivas, convencido de que cuando más burda, desproporcionada, hiriente y humillante sea una crítica contra el enemigo político (para él todo aquel que se le enfrente se convierte en enemigo, no en adversario), olvidándose de que ya forma parte de un Gobierno que, al menos en apariencia, debe ser democrático; no dudó en explayarse poniendo de vuelta y media a la Justicia española, por lo visto porque los jueces y magistrados no le consultan previamente cuales deben sus veredictos. Por primera vez en la historia de nuestra democracia, los jueces tuvieron que poner en su sitio al Gobierno, recordándole que no está bien que una institución ponga de vuelta y media a otra. Un síntoma y un aviso de lo que nos queda por delante, agravado por el hecho insólito de que el Gobierno en pleno se haya levantado en apoyo del incontrolado Iglesias, dejando a los jueces desamparados ante la desfachatez de los comunistas que, como es sabido, no se preocupan ni poco ni mucho de respetar las instituciones cuando creen que constituyen un obstáculo para sus fines revolucionarios. Y una pregunta retórica: ¿Qué hace, en medio de semejante banda de impresentables, un señor como el astronauta Pedro Duque? Empezamos a pensar que nos equivocamos cuando juzgamos que era una persona a la que habían engañado para que aceptara el puesto de ministro pero, en esta segunda ocasión, es evidente que no ha existido engaño alguno y que, como el resto, ha aceptado ascender al poder mediante una serie de trucos y de cesiones a los separatistas que deslegitiman a todos aquellos que, por activa o pasiva, han colaborado en semejante chapuza. Lo sentimos por él pero todo el respeto y consideración que se había ganado por sus hazañas estelares lo acaba de dilapidar cuando su regreso a España no ha sido más que para contribuir a dividir a los españoles y condenar a España a un gobierno que, evidentemente, no es el que mejor le conviene para salir adelante.

O, así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, los españoles han sido capaces de elegir la peor opción que se podía dar para sacar a España del mismo agujero del que ya se estaba librando con apoyo del PP, cuando el señor Sánchez acabó con el gobierno de Rajoy gracias a una moción de censura que no tenía otro objeto que derribar a Mariano, para que Sánchez alcanzase el poder. Ahora ya se empiezan a producir los primeros efectos de incorporar a un gobierno democrático una serie de elementos partidarios de ir en contra de la Constitución, de la anarquía, de la supresión de la religión católica y de apoyar al separatismo de vascos y catalanes. El resultado: no tardaremos mucho en poder ver hacia dónde nos llevan estos nuevos navegantes que, al parecer, carecen de brújula y de timón; fiándose en su capacidad de mentir para convencer al pueblo español de que todo lo que harán es por su bien. Tarea ardua para aquellos que deberán dar cuenta del por qué no han podido cumplir sus promesas y deban dar explicaciones a quienes hayan decepcionado. “Y las banderas, cantan victoria, al paso de la paz”

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