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En el libro Teorías de la intencionalidad de María del Carmen Paredes Martín se analizan y comentan diversos aspectos de la intención y también teorías representativas que la definen desde la perspectiva interpretativa de diferentes filósofos

Intencionalidad

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No cabe duda de que ser consciente es estar abierto a un gran número de cuestiones filosóficas, psicológicas y antropológicas que son objeto de comprensión y de reflexión.

Indudablemente, Brentano en el siglo XIX delimitó el planteamiento fenomenológico de la intencionalidad. De él parte la fenomenología de Husserl. La intentio en la Escolástica hacía referencia a problemas de índole moral o teológica en la Edad Media. También estaba en directa relación con cuestiones de derecho dogmático y con ciertos conceptos de filosofía natural.

La distinción entre intenciones primarias y secundarias en el medievo se deriva de los objetos de conocimiento que se captan primariamente y de los conceptos lógicos que se utilizan para entender las cosas aprehendidas por la percepción.

Como indica Paredes Martín «Avicena usa también intentio para nombrar el significado de una palabra». Y esta es la clave. Las intenciones son significaciones tanto en el ámbito teórico como en el práctico. Los fenómenos psíquicos poseen su intención significativa con una inmanencia que es reflexiva y que es interna.

Ya Husserl en su Filosofía de la aritmética investiga sobre el concepto de número en relación directa, como es lógico, con la estructura de la conciencia. Y es cierto que la intención conecta la lógica de la mente con el acto de conciencia.

Como dice Paredes Martín «desde una teoría relacional de la conciencia parece que la intencionalidad ha de ser una relación real y, de no ser así, una relación lógica». Pero, no es necesariamente así, porque un estado mental no tiene que depender de la realidad existente. La intención sirve para diferenciar, en cierto sentido, los actos psíquicos de los físicos, según Brentano. El filósofo Carnap en el siglo XX indicó que el objeto intencional se fundamenta en el significado de las vivencias que le dan sentido.


Aparentemente, lo corpóreo no es intencional, pero cabe decir que también lo es. En relación con este planteamiento el fenomenólogo Merleau-Ponty ha escrito acerca de la intencionalidad del cuerpo propio, ya que considera que la motricidad es la intencionalidad de la corporalidad.

Se puede pensar que los estados mentales tanto conscientes como inconscientes son intencionales. Lo que ocurre es que la intención inconsciente parece que es indemostrable, o, al menos, es discutible que sea posible conocerla. Sartre, por ejemplo, habla de una conciencia prerreflexiva previa a la reflexiva que es un darse cuenta de los estados mentales sin consciencia de tenerlos.

Brentano analiza lo mental y dice que «La percepción interna tiene, independientemente de la peculiaridad de su objeto, otra cosa que la distingue, es decir aquella evidencia inmediata, infalible, que a ella sola le corresponde entre todos los modos de conocer objetos de la experiencia». Y es que la mente analiza y juzga la evidencia de las percepciones.

Para Aristóteles era innecesario admitir la existencia del inconsciente, porque era un filósofo empirista y realista y la experiencia es lo fundamental desde su epistemología o teoría del conocimiento. Por supuesto, analiza las operaciones del entendimiento humano y no considera más que la actividad consciente de la inteligencia.

Existe una dimensión temporal de la intencionalidad, porque las vivencias y los actos y comportamientos humanos tienen una duración. Los niveles de intencionalidad son cada vez más profundos a medida que transcurre el tiempo, puesto que lo ya sucedido o experimentado es considerado desde un planteamiento intencional que lo comprende.

El recuerdo o rememoración de vivencias anteriores por cada sujeto puede establecer unidades de referencia intencional en relación con objetos o situaciones determinadas.

Se entiende perfectamente que Merleau-Ponty escriba que «El tiempo no es una línea, sino una red de intencionalidades». Por tanto, el tiempo de la conciencia siempre es intencional. No existe el tiempo sin contenido. En efecto, se puede afirmar que en la fenomenología el modo de la presencia es lo que la conciencia intencionaliza en el fluir de la temporalidad de la vida.

En definitiva, la intencionalidad ha sido objeto de reflexión por numerosos filósofos a lo largo de la Historia de la Filosofía. Xavier Zubiri, por ejemplo, parte de Husserl y su fenomenología pero realiza una elaboración propia de esta cuestión de la intención desde su noología con su concepción de la inteligencia sentiente.

Intencionalidad

En el libro Teorías de la intencionalidad de María del Carmen Paredes Martín se analizan y comentan diversos aspectos de la intención y también teorías representativas que la definen desde la perspectiva interpretativa de diferentes filósofos
José Manuel López García
martes, 14 de enero de 2020, 08:20 h (CET)

No cabe duda de que ser consciente es estar abierto a un gran número de cuestiones filosóficas, psicológicas y antropológicas que son objeto de comprensión y de reflexión.

Indudablemente, Brentano en el siglo XIX delimitó el planteamiento fenomenológico de la intencionalidad. De él parte la fenomenología de Husserl. La intentio en la Escolástica hacía referencia a problemas de índole moral o teológica en la Edad Media. También estaba en directa relación con cuestiones de derecho dogmático y con ciertos conceptos de filosofía natural.

La distinción entre intenciones primarias y secundarias en el medievo se deriva de los objetos de conocimiento que se captan primariamente y de los conceptos lógicos que se utilizan para entender las cosas aprehendidas por la percepción.

Como indica Paredes Martín «Avicena usa también intentio para nombrar el significado de una palabra». Y esta es la clave. Las intenciones son significaciones tanto en el ámbito teórico como en el práctico. Los fenómenos psíquicos poseen su intención significativa con una inmanencia que es reflexiva y que es interna.

Ya Husserl en su Filosofía de la aritmética investiga sobre el concepto de número en relación directa, como es lógico, con la estructura de la conciencia. Y es cierto que la intención conecta la lógica de la mente con el acto de conciencia.

Como dice Paredes Martín «desde una teoría relacional de la conciencia parece que la intencionalidad ha de ser una relación real y, de no ser así, una relación lógica». Pero, no es necesariamente así, porque un estado mental no tiene que depender de la realidad existente. La intención sirve para diferenciar, en cierto sentido, los actos psíquicos de los físicos, según Brentano. El filósofo Carnap en el siglo XX indicó que el objeto intencional se fundamenta en el significado de las vivencias que le dan sentido.


Aparentemente, lo corpóreo no es intencional, pero cabe decir que también lo es. En relación con este planteamiento el fenomenólogo Merleau-Ponty ha escrito acerca de la intencionalidad del cuerpo propio, ya que considera que la motricidad es la intencionalidad de la corporalidad.

Se puede pensar que los estados mentales tanto conscientes como inconscientes son intencionales. Lo que ocurre es que la intención inconsciente parece que es indemostrable, o, al menos, es discutible que sea posible conocerla. Sartre, por ejemplo, habla de una conciencia prerreflexiva previa a la reflexiva que es un darse cuenta de los estados mentales sin consciencia de tenerlos.

Brentano analiza lo mental y dice que «La percepción interna tiene, independientemente de la peculiaridad de su objeto, otra cosa que la distingue, es decir aquella evidencia inmediata, infalible, que a ella sola le corresponde entre todos los modos de conocer objetos de la experiencia». Y es que la mente analiza y juzga la evidencia de las percepciones.

Para Aristóteles era innecesario admitir la existencia del inconsciente, porque era un filósofo empirista y realista y la experiencia es lo fundamental desde su epistemología o teoría del conocimiento. Por supuesto, analiza las operaciones del entendimiento humano y no considera más que la actividad consciente de la inteligencia.

Existe una dimensión temporal de la intencionalidad, porque las vivencias y los actos y comportamientos humanos tienen una duración. Los niveles de intencionalidad son cada vez más profundos a medida que transcurre el tiempo, puesto que lo ya sucedido o experimentado es considerado desde un planteamiento intencional que lo comprende.

El recuerdo o rememoración de vivencias anteriores por cada sujeto puede establecer unidades de referencia intencional en relación con objetos o situaciones determinadas.

Se entiende perfectamente que Merleau-Ponty escriba que «El tiempo no es una línea, sino una red de intencionalidades». Por tanto, el tiempo de la conciencia siempre es intencional. No existe el tiempo sin contenido. En efecto, se puede afirmar que en la fenomenología el modo de la presencia es lo que la conciencia intencionaliza en el fluir de la temporalidad de la vida.

En definitiva, la intencionalidad ha sido objeto de reflexión por numerosos filósofos a lo largo de la Historia de la Filosofía. Xavier Zubiri, por ejemplo, parte de Husserl y su fenomenología pero realiza una elaboración propia de esta cuestión de la intención desde su noología con su concepción de la inteligencia sentiente.

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