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Mi niño es superdotado. No veas lo listo que es. Siempre hemos sabido que tiene un cerebro privilegiado. Antes sacaba todo sobresalientes. Con lo que oía a los profesores le valía para sacar notazas. Ahora, en el instituto… no te lo vas a creer… suspende. Pero lo que le pasa es que los profesores no le entienden. El otro día fui a ver a la tutora. Pues va la mujer y me dice que no estudia, que no hace los deberes y que se porta mal en clase, que no atiende y que molesta todo el tiempo. Me llegó a decir, fíjate, que, en su opinión, el niño necesita límites claros. ¡Límites claros!, va y me dice. A mí, como si yo no supiera educar bien a mi hijo; vamos. Mi hijo lo que necesita es que le entiendan. Yo, en casa, nunca le he dicho que no a nada. Yo lo razono todo con él; ya sabes. Es que en casa dialogamos mucho. Lo que pasa es que, claro, al ser tan inteligente se aburre en clase. Ya se lo he dicho yo a la tutora, que el niño es superdotado, de altas capacidades, que dicen ahora. Vamos, que le han hecho tres veces las pruebas, va y me dice, y que, si no han dado los resultados… Me van a decir a mí. Mi niño es superdotado, como su padre. A ver si se va a creer esta que somos unos mindundis. Los profesores no le entienden; eso es lo que pasa. Claro, el niño molesta a los demás. Pues, oye, que digo yo que los demás también algo harán; vamos, que uno no se distrae así por las buenas. Que hay cosas que tienen que venir ya de casa, va y me dice, que, si no, es todo muy difícil. Ya le he dicho: aquí lo que pasa es que todos los profesores le habéis cogido manía al niño, y muchos compañeros también. ¿Sabes lo que les pasa? Ya te lo digo yo: que le tienen envidia. Como es tan guapo y tan listo…
En fin, chica, lo de siempre. Estos profesores… el caso es quitarse trabajo y coger las vacaciones. Así va el país.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
Duele el dolor, aunque duele más la injusticia que le rodea. Es lo que entendí de las palabras de Rosa Mª Sarda en su relato de vida. Una entrevista donde explicaba la realidad social de un pasado en el que perdió a su hermano por la pandemia del sida. Por un momento, recordé aquella facilidad colérica para culpabilizar al resto en clara atribución a un egoísmo psicológico, toda vez, que nos acercábamos a la mayor osadía de nuestro tiempo: la ignorancia.
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