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Si no eres progresista y liberal estás perdido

​Hoy se lleva ser progresista, de izquierda o derecha

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La palabras progreso, progresismo y progresista se está imponiendo en todos los medios. Si no eres progresista estás excluido de la sociedad actual. El progreso se presenta como una especie de religión laica con un dogma inapelable: todo el pasado es oscuridad y la luz y la verdad están en el progreso, en el futuro que estamos construyendo.

Pues de ese futuro ya escribieron, por ejemplo, Aldous Huxley en su Mundo Feliz, donde los seres humanos ya no nacían del amor de sus padres sino de la clonación productora de camadas de seres acondicionados y programados para realizar sus tareas a cambio de su ración de “soma”, la droga de la conformidad, para que nadie plantee problemas a los que dirigen el tinglado y disfrutan de una situación privilegiada.

Invocando el progresismo se trata de evitar que nadie recuerde que el bien y la verdad, el mal y la mentira, mantienen desde el principio una lucha inacabable que ha producido personas admirables y personas malvadas, sin tregua ni respiro, y eso independientemente de los conocimientos que algunas de ellas hayan ido aportando a lo largo del tiempo sobre todas las ciencias humanas.

Una época de auténtico progreso podemos situarla con Karl Jaspers en los siglos que llamó el tiempo eje, hacia 800 años antes de Cristo, cuando algunos hombres se dedicaron a pensar sobre ellos mismos y sus relaciones y descubrieron la sabiduría y el amor por ella: la filosofía.

Pasó el tiempo y llegaron otros que también se decían filósofos pero que terminaron con toda la sabiduría acumulada, pues fabricaban ideas y teorías para organizar el mundo en su propio beneficio y apareció la palabra liberal, liberales de derechas y liberales de izquierdas. Quizás los que quieren imponer el liberalismo económico buscan aumentar la riqueza, aunque su reparto resulte injusto y problemático. Los que propugnan un liberalismo de izquierdas predican que buscan la igualdad, pero hasta ahora, solo la han conseguido repartiendo miseria para todos, excepto para los dirigentes.

De la unión de los dos enunciados: progresismo y liberalismo, ha resultado la tendencia en boga en la que el hombre, todo hombre, no considera que tenga la obligación básica de buscar la verdad y el bien y evitar la falsedad y el mal, sino que se considera autorizado para decidir lo que le parezca siempre que le agrade, le beneficie, no le imponga obligaciones. Ya somos como dioses.

Todo el mundo sabe que tiene que morir un día pero parece que les trae sin cuidado, pues si hay o no otra vida después de ésta, como el progresismo no lo ha resuelto, pues no hay que preocuparse: Vivamos y comamos que mañana moriremos.

¿Tendremos acaso algún éxito si invitamos a nuestros contemporáneos a la reflexión y a la búsqueda de la sabiduría? No tengo demasiada confianza pues todos están entusiasmados con el progreso que pone en sus manos un móvil con más gigas y más prestaciones, más programas televisados, más torneos deportivos, pero ¿y los problemas de hambre, de falta de ingresos, de falta de vivienda…? Seguro que me contestarán que para arreglar todo eso está el gobierno. Y me quedo murmurando: gobierno, ¿qué gobierno? ¿Qué gobierno?...

​Hoy se lleva ser progresista, de izquierda o derecha

Si no eres progresista y liberal estás perdido
Francisco Rodríguez
miércoles, 8 de enero de 2020, 08:34 h (CET)

La palabras progreso, progresismo y progresista se está imponiendo en todos los medios. Si no eres progresista estás excluido de la sociedad actual. El progreso se presenta como una especie de religión laica con un dogma inapelable: todo el pasado es oscuridad y la luz y la verdad están en el progreso, en el futuro que estamos construyendo.

Pues de ese futuro ya escribieron, por ejemplo, Aldous Huxley en su Mundo Feliz, donde los seres humanos ya no nacían del amor de sus padres sino de la clonación productora de camadas de seres acondicionados y programados para realizar sus tareas a cambio de su ración de “soma”, la droga de la conformidad, para que nadie plantee problemas a los que dirigen el tinglado y disfrutan de una situación privilegiada.

Invocando el progresismo se trata de evitar que nadie recuerde que el bien y la verdad, el mal y la mentira, mantienen desde el principio una lucha inacabable que ha producido personas admirables y personas malvadas, sin tregua ni respiro, y eso independientemente de los conocimientos que algunas de ellas hayan ido aportando a lo largo del tiempo sobre todas las ciencias humanas.

Una época de auténtico progreso podemos situarla con Karl Jaspers en los siglos que llamó el tiempo eje, hacia 800 años antes de Cristo, cuando algunos hombres se dedicaron a pensar sobre ellos mismos y sus relaciones y descubrieron la sabiduría y el amor por ella: la filosofía.

Pasó el tiempo y llegaron otros que también se decían filósofos pero que terminaron con toda la sabiduría acumulada, pues fabricaban ideas y teorías para organizar el mundo en su propio beneficio y apareció la palabra liberal, liberales de derechas y liberales de izquierdas. Quizás los que quieren imponer el liberalismo económico buscan aumentar la riqueza, aunque su reparto resulte injusto y problemático. Los que propugnan un liberalismo de izquierdas predican que buscan la igualdad, pero hasta ahora, solo la han conseguido repartiendo miseria para todos, excepto para los dirigentes.

De la unión de los dos enunciados: progresismo y liberalismo, ha resultado la tendencia en boga en la que el hombre, todo hombre, no considera que tenga la obligación básica de buscar la verdad y el bien y evitar la falsedad y el mal, sino que se considera autorizado para decidir lo que le parezca siempre que le agrade, le beneficie, no le imponga obligaciones. Ya somos como dioses.

Todo el mundo sabe que tiene que morir un día pero parece que les trae sin cuidado, pues si hay o no otra vida después de ésta, como el progresismo no lo ha resuelto, pues no hay que preocuparse: Vivamos y comamos que mañana moriremos.

¿Tendremos acaso algún éxito si invitamos a nuestros contemporáneos a la reflexión y a la búsqueda de la sabiduría? No tengo demasiada confianza pues todos están entusiasmados con el progreso que pone en sus manos un móvil con más gigas y más prestaciones, más programas televisados, más torneos deportivos, pero ¿y los problemas de hambre, de falta de ingresos, de falta de vivienda…? Seguro que me contestarán que para arreglar todo eso está el gobierno. Y me quedo murmurando: gobierno, ¿qué gobierno? ¿Qué gobierno?...

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