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Opinión
Etiquetas | PSOE | Reflexión | Pedro Sánchez
“Lo que no nos mata nos hace más fuertes.” Friedrich Nietzsche

​¿Sesión de investidura o juicio sumarísimo contra la derecha?

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Aunque ya creíamos estar curados de espantos y presumiéramos de que nada nos era ajeno en temas de política, deberemos reconocer que, como siempre que uno pierde el sentido de la modestia, hemos padecido de un pecado de autosuficiencia, un síntoma que nos debería alertar para no aventurarse el terreno de la falta de humildad, uno de los peores defectos de los que padecemos los de la raza humana. Porque, señores, si lo que, superando grandes e intensos momentos de aburrimiento y otros, no menos prologados, de supina indignación ante determinadas comparecencias de determinados miembros del congreso de Diputados, indignos, por supuesto, de pertenecer a la más alta cámara de representación de la voluntad popular, confundiendo el ágora donde se promulgan las leyes, debiera deliberarse sobre los principales problemas que afectan a nuestra nación y velar para que, la Constitución, fuera respetada en su totalidad, como la más alta institución de la que deben depender todas las leyes que la desarrollan y garantía de que, los tres poderes del Estado, según Montesquieu, cumplan las funciones que, cada uno de ellos tiene conferidas, sin que ninguno de ellos interfiera en las funciones de los otros dos pero, a la vez, cada uno pueda vigilar y poner coto a las posibles irregularidades que pretendieran cometer el resto.


El hecho es que, lo que debería haber sido, según la costumbre y como está establecido, un parlamento o discurso, a cuenta del aspirante, en el que diera cuenta a sus señorías de su programa de gobierno; de los medios con los que cuenta para poderlo llevar a término; del programa económico que tiene previsto para el país, de la carga fiscal que van a tener que soportar cada uno de los ciudadanos para mejorar los servicios que le corresponde al Estado poner a disposición de los ciudadanos; del déficit máximo al que podrá llegar el gasto público del propio Gobierno y de las comunidades; de sus proyectos respecto a mejoras sociales; de cómo se va afrontar el espinoso tema de la enseñanza pública y con qué medios piensa contar para garantizar la igualdad de oportunidades y que los que obtengan mejores calificaciones dispongan de las becas suficientes para que puedan acceder a la universidad; del tema pendiente respecto al mantenimiento de las pensiones y de la edad en la que se podrán jubilar los españoles, sin que estén pendientes de lo que decida hacer al respecto por cada gobierno que llegue al poder; de la sanidad pública, de la defensa y el ejército; de las regulaciones de la huelga (J pendiente de una Ley orgánica que la regule) de un nuevo sistema electoral que supere las carencias manifiestas del actual sistema de la Ley d’Hont; etc.

Contrariamente a lo esperado el candidato a la investidura, el señor Pedro Sánchez, ha abandonado todos dichas cuestiones para empezar su exposición con un ataque directo a los señores de la oposición; una verdadera catarata de acusaciones, reconvenciones, descalificaciones y censuras, acusando a los partidos que no se han plegado a sus deseos, que no han ayudado a que consiguiera los apoyos necesarios para ser investido como presidente del Gobierno, de no ser buenos españoles y de no preocuparse por el destino de la patria. Con esta inmensa facilidad para mentir, engañar, insultar y calumniar que viene caracterizando al señor Sánchez, no ha desperdiciado segundo, no se ha permitido un respiro ni ha dado tregua alguna, de modo que pronto se ha visto que, de programa de investidura nada; del dinero que se precisaba para el gasto de todos los estipendios de tipo social que tiene previstos, menos; del aumento de la carga fiscal, ni mu; de cómo va a tratar el tema de la deuda pública y sus necesidades de mayor endeudamiento, ni jota; de los tratos secretos que han convenido, con los separatistas del señor Junqueras, la señora Lastra ( que merece comentario aparte) y el señor Ávalos, en dura competencia con su jefe de filas, el señor Sánchez en este maratón de embustes y engaños al que tienen sometidos a los ciudadanos españoles en esta ardua y agotadora tarea de adoctrinamiento para que los españoles aceptemos por las buenas que, en este gobierno, evidentemente con todas las trazas de convertir a la nación española en un sombrajo de lo que ha sido en los últimos años, incluyendo los de crisis; ni una sola palabra, ni un indicio salvo que seamos tan cándidos que nos creamos que, todo lo que han estado discutiendo durante las reuniones secretas, cerradas a cal y canto a la prensa, que han mantenido “en plan de igualdad” ambas comisiones negociadoras, es todo lo que se ha hablado sobre el futuro de Cataluña y las condiciones que los envalentonados separatistas de ERC les habrán impuesto a estos personajillos, meros aprendices y faltos de la preparación y conocimientos necesarios para afrontar, con las debidas garantías de no meter la pata y dejarse engañar por sus adversarios políticos que, dicho de paso, tampoco pueden presumir de ser la flor y nata de la inteligencia y los conocimientos que, el poner en juego la unidad de España y su entrega al frente populismo, deberían, al menos, unas representaciones que inspiraran mayor confianza y no unos meros comparsas crecidos de la facultad de ir ascendiendo, dentro de su organización, a base del peloteo y el arribismo que son, como sucedió en su día con el señor Montilla, que verdaderas nulidades alcancen puestos de tanta importancia sin merecerlo, por supuesto.

Pero lo más curioso de todo ha sido que, contrariamente a lo habitual, toda la izquierda española y el separatismo, tanto vasco como catalán, en lugar de atacar o alabar las condiciones del candidato para gobernar España; buscarle aquellos defectos que pudieran criticar o, incluso, remar en favor de sus respectivas posiciones partidistas; todos ellos, sin excepción, han dirigido su artillería de mayor calibre en contra del PP, Ciudadanos o VOX, como si estos partidos de tendencia conservadora fueren el enemigo a batir y la investidura de Sánchez un mero trámite administrativo. Todos manifestando indignación por el hecho de que no contribuyeran a este gran desatino de permitir entrar en el Gobierno de España al partido comunista, colaborador con el señor Maduro, nada menos que con cuatro ministerios y una vicepresidencia y con la posibilidad de que el ministerio de Trabajo cayera en manos de los comunistas y el de universidades en manos del señor Castells, un recomendado directo de la ínclita señora Ada Colau, alcaldesa de la ciudad de Barcelona, otra comunista del grupo Podemos. Hemos tenido que contemplar a un rastrero y lacayo de su señor, Pablo Iglesias, desconocido en su papel de colaborador sumiso de su jefe, que se ha tomado muy en serio su papel de ayudante espontáneo de la señora Batet que, en su función como presidenta de la cámara, de encargada de poner orden a los bancos de la derecha que, indignados ante tanta ignominia de la izquierda explotaban ruidosamente; intentando frenar, con sus intervenciones, la rabia contenido de los que se sentían insultados por la representante de Bildu verborrea de la representante de Bildu, y vean ¡qué curioso señora Batet!, no ha llamado la atención por sus insultos y calumnias a la señora Aizpurua, vertidos impunemente sobre los congresistas representante de los partidos aludidos y todo, naturalmente, basado en virtud de la “sacrosanta y todopoderosa libertad de expresión” que, aunque a usted, señora Batet, no se lo parezca, también está limitada cuando su uso se pueda considerar que constituya un delito en contra de la fama, la honra o una calumnia o injuria en contra de una persona o colectivo.

Y, puestos a la tarea, debemos comentar que, si es cierto que la cara< es el espejo del alma, la de la señora Mertxe Aizpurua, representante de Bildu en el Congreso de Diputados, cuando hacía uso de su turno de la palabra, era la viva imagen del odio, el rencor y la vesania que le estaba retorciendo el alma mientras, externamente, se veía obligada a fingir una compostura contenida cuando, desde las bancadas del PP, VOX y Ciudadanos, llamaban asesinos a los de Bildu, sin faltar a la verdad ya que, de todo el mundo es conocida la íntima ligazón existente entre los asesinos de ETA y los que les han sucedido en su integración (evidentemente fingida y a desgana) en el régimen constitucional.

En cuanto a la señora presidenta del Congreso, envarada en su figura de mandamás y consciente de que no podía permitir que a los socialistas, especialmente conchabados en su papel de unidad y apoyo al candidato, no ha podido disimular la evidencia de que su actuación ha tendido en cada momento a permitir que tanto el candidato cpomo el resto de grupos, con mención expresa a la perorata de la señora Lastra cuando hablaba en nombre del grupo socialista que, valiéndose de que la señora presidenta le ha permitido que se expresase con toda la crudeza que ha querido, explayándose y demostrando la baja catadura moral y su evidente desconocimiento de la más elemental cortesía, educación, moderación y, porque no, carece de esta habilidad dialéctica propia de los buenos oradores que saben, sin acudir al insulto, molestar más con su fina ironía que aquellos que, como el señor Rufian, no saben más que utilizar palabras mal sonantes, porque su cultura y preparación no les ha permitido más que aprender al idioma barriobajero propio de este lumpen reciclado que, desafortunadamente, formará parte de este Gobierno que, salvo un milagro, nos vamos a tener que tragar durante cuatro años.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que insistir una vez más que las perspectivas del futuro inmediato para nuestra nación España, nos inducen a un pesimismo con la única y remota esperanza de que, la atomización de los apoyos a los que ha tenido que recurrir, a la desesperada, el señor Pedro Sánchez para conseguir su ansiada investidura. Es evidente que él tampoco sabeel tiempo que va a poderse mantener en el poder porque, en realidad no va a depender de él, sino de lo que decidan aquellos que por conveniencia piensen sacar tajada de su gobierno. Nadie puede, en este momento, afirmar si este nuevo gobierno sólo durará seis meses o si conseguirá aguantar los cuatro años de legislatura. En todo caso, como dice un proverbio chino, es muy probable que al señor Sánchez le suceda aquello de que: “Ganar un proceso es adquirir una gallina y perder una vaca”, en este caso que nos afecta, es posible que ni la gallina haya ganado.

​¿Sesión de investidura o juicio sumarísimo contra la derecha?

“Lo que no nos mata nos hace más fuertes.” Friedrich Nietzsche
Miguel Massanet
martes, 7 de enero de 2020, 08:20 h (CET)

Aunque ya creíamos estar curados de espantos y presumiéramos de que nada nos era ajeno en temas de política, deberemos reconocer que, como siempre que uno pierde el sentido de la modestia, hemos padecido de un pecado de autosuficiencia, un síntoma que nos debería alertar para no aventurarse el terreno de la falta de humildad, uno de los peores defectos de los que padecemos los de la raza humana. Porque, señores, si lo que, superando grandes e intensos momentos de aburrimiento y otros, no menos prologados, de supina indignación ante determinadas comparecencias de determinados miembros del congreso de Diputados, indignos, por supuesto, de pertenecer a la más alta cámara de representación de la voluntad popular, confundiendo el ágora donde se promulgan las leyes, debiera deliberarse sobre los principales problemas que afectan a nuestra nación y velar para que, la Constitución, fuera respetada en su totalidad, como la más alta institución de la que deben depender todas las leyes que la desarrollan y garantía de que, los tres poderes del Estado, según Montesquieu, cumplan las funciones que, cada uno de ellos tiene conferidas, sin que ninguno de ellos interfiera en las funciones de los otros dos pero, a la vez, cada uno pueda vigilar y poner coto a las posibles irregularidades que pretendieran cometer el resto.


El hecho es que, lo que debería haber sido, según la costumbre y como está establecido, un parlamento o discurso, a cuenta del aspirante, en el que diera cuenta a sus señorías de su programa de gobierno; de los medios con los que cuenta para poderlo llevar a término; del programa económico que tiene previsto para el país, de la carga fiscal que van a tener que soportar cada uno de los ciudadanos para mejorar los servicios que le corresponde al Estado poner a disposición de los ciudadanos; del déficit máximo al que podrá llegar el gasto público del propio Gobierno y de las comunidades; de sus proyectos respecto a mejoras sociales; de cómo se va afrontar el espinoso tema de la enseñanza pública y con qué medios piensa contar para garantizar la igualdad de oportunidades y que los que obtengan mejores calificaciones dispongan de las becas suficientes para que puedan acceder a la universidad; del tema pendiente respecto al mantenimiento de las pensiones y de la edad en la que se podrán jubilar los españoles, sin que estén pendientes de lo que decida hacer al respecto por cada gobierno que llegue al poder; de la sanidad pública, de la defensa y el ejército; de las regulaciones de la huelga (J pendiente de una Ley orgánica que la regule) de un nuevo sistema electoral que supere las carencias manifiestas del actual sistema de la Ley d’Hont; etc.

Contrariamente a lo esperado el candidato a la investidura, el señor Pedro Sánchez, ha abandonado todos dichas cuestiones para empezar su exposición con un ataque directo a los señores de la oposición; una verdadera catarata de acusaciones, reconvenciones, descalificaciones y censuras, acusando a los partidos que no se han plegado a sus deseos, que no han ayudado a que consiguiera los apoyos necesarios para ser investido como presidente del Gobierno, de no ser buenos españoles y de no preocuparse por el destino de la patria. Con esta inmensa facilidad para mentir, engañar, insultar y calumniar que viene caracterizando al señor Sánchez, no ha desperdiciado segundo, no se ha permitido un respiro ni ha dado tregua alguna, de modo que pronto se ha visto que, de programa de investidura nada; del dinero que se precisaba para el gasto de todos los estipendios de tipo social que tiene previstos, menos; del aumento de la carga fiscal, ni mu; de cómo va a tratar el tema de la deuda pública y sus necesidades de mayor endeudamiento, ni jota; de los tratos secretos que han convenido, con los separatistas del señor Junqueras, la señora Lastra ( que merece comentario aparte) y el señor Ávalos, en dura competencia con su jefe de filas, el señor Sánchez en este maratón de embustes y engaños al que tienen sometidos a los ciudadanos españoles en esta ardua y agotadora tarea de adoctrinamiento para que los españoles aceptemos por las buenas que, en este gobierno, evidentemente con todas las trazas de convertir a la nación española en un sombrajo de lo que ha sido en los últimos años, incluyendo los de crisis; ni una sola palabra, ni un indicio salvo que seamos tan cándidos que nos creamos que, todo lo que han estado discutiendo durante las reuniones secretas, cerradas a cal y canto a la prensa, que han mantenido “en plan de igualdad” ambas comisiones negociadoras, es todo lo que se ha hablado sobre el futuro de Cataluña y las condiciones que los envalentonados separatistas de ERC les habrán impuesto a estos personajillos, meros aprendices y faltos de la preparación y conocimientos necesarios para afrontar, con las debidas garantías de no meter la pata y dejarse engañar por sus adversarios políticos que, dicho de paso, tampoco pueden presumir de ser la flor y nata de la inteligencia y los conocimientos que, el poner en juego la unidad de España y su entrega al frente populismo, deberían, al menos, unas representaciones que inspiraran mayor confianza y no unos meros comparsas crecidos de la facultad de ir ascendiendo, dentro de su organización, a base del peloteo y el arribismo que son, como sucedió en su día con el señor Montilla, que verdaderas nulidades alcancen puestos de tanta importancia sin merecerlo, por supuesto.

Pero lo más curioso de todo ha sido que, contrariamente a lo habitual, toda la izquierda española y el separatismo, tanto vasco como catalán, en lugar de atacar o alabar las condiciones del candidato para gobernar España; buscarle aquellos defectos que pudieran criticar o, incluso, remar en favor de sus respectivas posiciones partidistas; todos ellos, sin excepción, han dirigido su artillería de mayor calibre en contra del PP, Ciudadanos o VOX, como si estos partidos de tendencia conservadora fueren el enemigo a batir y la investidura de Sánchez un mero trámite administrativo. Todos manifestando indignación por el hecho de que no contribuyeran a este gran desatino de permitir entrar en el Gobierno de España al partido comunista, colaborador con el señor Maduro, nada menos que con cuatro ministerios y una vicepresidencia y con la posibilidad de que el ministerio de Trabajo cayera en manos de los comunistas y el de universidades en manos del señor Castells, un recomendado directo de la ínclita señora Ada Colau, alcaldesa de la ciudad de Barcelona, otra comunista del grupo Podemos. Hemos tenido que contemplar a un rastrero y lacayo de su señor, Pablo Iglesias, desconocido en su papel de colaborador sumiso de su jefe, que se ha tomado muy en serio su papel de ayudante espontáneo de la señora Batet que, en su función como presidenta de la cámara, de encargada de poner orden a los bancos de la derecha que, indignados ante tanta ignominia de la izquierda explotaban ruidosamente; intentando frenar, con sus intervenciones, la rabia contenido de los que se sentían insultados por la representante de Bildu verborrea de la representante de Bildu, y vean ¡qué curioso señora Batet!, no ha llamado la atención por sus insultos y calumnias a la señora Aizpurua, vertidos impunemente sobre los congresistas representante de los partidos aludidos y todo, naturalmente, basado en virtud de la “sacrosanta y todopoderosa libertad de expresión” que, aunque a usted, señora Batet, no se lo parezca, también está limitada cuando su uso se pueda considerar que constituya un delito en contra de la fama, la honra o una calumnia o injuria en contra de una persona o colectivo.

Y, puestos a la tarea, debemos comentar que, si es cierto que la cara< es el espejo del alma, la de la señora Mertxe Aizpurua, representante de Bildu en el Congreso de Diputados, cuando hacía uso de su turno de la palabra, era la viva imagen del odio, el rencor y la vesania que le estaba retorciendo el alma mientras, externamente, se veía obligada a fingir una compostura contenida cuando, desde las bancadas del PP, VOX y Ciudadanos, llamaban asesinos a los de Bildu, sin faltar a la verdad ya que, de todo el mundo es conocida la íntima ligazón existente entre los asesinos de ETA y los que les han sucedido en su integración (evidentemente fingida y a desgana) en el régimen constitucional.

En cuanto a la señora presidenta del Congreso, envarada en su figura de mandamás y consciente de que no podía permitir que a los socialistas, especialmente conchabados en su papel de unidad y apoyo al candidato, no ha podido disimular la evidencia de que su actuación ha tendido en cada momento a permitir que tanto el candidato cpomo el resto de grupos, con mención expresa a la perorata de la señora Lastra cuando hablaba en nombre del grupo socialista que, valiéndose de que la señora presidenta le ha permitido que se expresase con toda la crudeza que ha querido, explayándose y demostrando la baja catadura moral y su evidente desconocimiento de la más elemental cortesía, educación, moderación y, porque no, carece de esta habilidad dialéctica propia de los buenos oradores que saben, sin acudir al insulto, molestar más con su fina ironía que aquellos que, como el señor Rufian, no saben más que utilizar palabras mal sonantes, porque su cultura y preparación no les ha permitido más que aprender al idioma barriobajero propio de este lumpen reciclado que, desafortunadamente, formará parte de este Gobierno que, salvo un milagro, nos vamos a tener que tragar durante cuatro años.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos queda más remedio que insistir una vez más que las perspectivas del futuro inmediato para nuestra nación España, nos inducen a un pesimismo con la única y remota esperanza de que, la atomización de los apoyos a los que ha tenido que recurrir, a la desesperada, el señor Pedro Sánchez para conseguir su ansiada investidura. Es evidente que él tampoco sabeel tiempo que va a poderse mantener en el poder porque, en realidad no va a depender de él, sino de lo que decidan aquellos que por conveniencia piensen sacar tajada de su gobierno. Nadie puede, en este momento, afirmar si este nuevo gobierno sólo durará seis meses o si conseguirá aguantar los cuatro años de legislatura. En todo caso, como dice un proverbio chino, es muy probable que al señor Sánchez le suceda aquello de que: “Ganar un proceso es adquirir una gallina y perder una vaca”, en este caso que nos afecta, es posible que ni la gallina haya ganado.

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