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“De los hombres es errar, y bestial es porfiar”, F.Rojas

El peligroso viraje del PP hacia horizontes desconocidos

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Hubo un tiempo en el que teníamos la intuición de que José María Aznar se había equivocado al escoger como sucesor al señor Mariano Rajoy. Más tarde, cuando perdió sus primeras elecciones, continuamos pensando que no era la mejor persona para enfrentarse a un PSOE marrullero, desleal, dispuesto a todo para conseguir el poder y que contaba con el apoyo de la mayoría de la prensa del país. Cuando, en las últimas elecciones del 20N, Rajoy fue capaz de ganar por mayoría absoluta, algunos ingenuos, como yo, pensamos que, por fin, tendríamos ocasión de ver un nuevo estilo de gobernar, más decidido, más firme, más dispuesto a enfrentarse a un señor Pérez Rubalcaba en horas bajas, después de haber encajado una de las más humillantes derrotas que una formación política puede cosechar.

El nuevo Gobierno tenía en sus manos todos los resortes para llevar a cabo las reformas que se debían acometer para sacar a España de la difícil situación en la que la dejaron los socialistas. La confianza de los españoles reflejada en una mayoría absoluta en ambas cámaras y cuatro años por delante para recuperar los valores de la España anterior al 2004; recobrar la confianza de la UE y los mercados bursátiles, y devolver a los españoles la confianza en sí mismos, la ética, la moral y el concepto de patria que, el señor Rodríguez Zapatero, se atrevió a poner en cuestión cuando cedió ante las exigencias de los partidos nacionalistas. Sin embargo, no se han aprovechado tan favorables circunstancias.

Pronto hemos podido comprobar que, Rajoy y su equipo de ministros, no daban la talla. Sí es cierto que han actuado, en ocasiones, obligados por las directrices de la UE que, bajo la dirección de la señora Merkel, nos ha impuesto obligaciones y recortes muy parecidos a los que se han impuesto a la serie de países que han sido “rescatados”. No podemos saber si mostrándose más enérgico, si demostrando a Europa que no éramos un país semejante a Grecia, Irlanda o el mismo Portugal, las cosas hubieran discurrido por otros derroteros más favorables. En todo caso, los sacrificios que se le han exigido al pueblo español han sido muy grandes, en comparación a las ayudas que se les han venido concediendo a los bancos y cajas de ahorros. Las promesas electorales de los actuales gobernantes no tardaron en demostrar que no habían sido bien meditadas, que las informaciones de las que disponían los del PP no eran exactas y que el descalabro del país era mucho mayor del que les habían hecho creer sus oponentes del PSOE. Aún así, les faltó una política de información, de propaganda y de contra–información, capaz de desmontar los ataques incisivos de la oposición y no limitarse a mantenerse a la defensiva, como si temieran afrontar los riesgos de sus acciones.

Una tras otra, las ilusiones que habían despertado en su electorado los nuevos gobernantes se han ido esfumando y, la mayoría de los ofrecimientos que nos hicieron aquellos a los que habíamos votado, han quedado sin cumplirse. ¿Por qué? Porque no se han atrevido a ejecutar su programa electoral pensando que, una vez en el poder, lo principal era mantenerse en él. El descenso continuado, mostrado por las sucesivas encuestas, de la intención de voto para el PP, han ido poniendo en cuestión el tipo de política que ha venido ejerciendo un señor Rajoy, aparentemente indeciso, con mucho temor a equivocarse, claramente influido por los más mojigatos de su equipo, que han preferido retrasar el enfrentamiento al creciente desafío secesionista catalán a afrontarlo de frente poniendo en claro, no sólo con palabras “amables” y concesiones pecuniarias, que de nada han servido, sino con decisiones y actos enérgicos de autoridad, que hubieran puesto en su sitio a todos estos engallados lideres separatistas, a los que se les ha permitido llegar a la actual situación, sólo por falta de arrestos del Gobierno central.

Se ha prescindido, imprudentemente, de eficientes colaboradores, de personas de gran prestigio y valía, de notables líderes regionales capaces de plantar cara al independentismo; quizá porque les han resultado incómodos a los nuevos miembros de Gobierno o temían que les comieran el terreno. Personajes de la categoría de un Mayor Oreja, un C.Iturgaiz; una María San Gil; un Vidal Cuadras; un Sirera en Catalunya; un Ortega Lara; un Santiago Abascal y muchos otros han sido condenados al ostracismo; sólo por manifestar públicamente lo que la cúpula del partido no estaba dispuesta a escuchar; actuando, en ocasiones, de forma desconsiderada, burda, y vejatoria para aquellos que mantenían posiciones distintas dentro del partido, pidiendo que se los tuviera en cuenta porque representaban el sentir de una gran parte de las bases y simpatizantes del PP.

Esta postura ha hecho que muchos militantes les hayan retirado su voto y que los haya que están buscando un partido de derechas que sepa recoger y defender sus ideales e intereses. Ahora la señora Sánchez Camacho, un verdadero desastre en su gestión del PP en Catalunya, molesta por las verdades manifestadas por A.Vidal Cuadras, se ha vengado de él impidiendo que entrase en las listas para el Parlamento europeo. Otro error que, con toda seguridad, puede adelantar lo que empezó a gestarse en un hotel de la capital del reino, lleno a rebosar, en el que comparecieron Vidal Cuadras, Santiago Abascal y Gonzáles Quirós en representación de una importante cantidad de personas que se sienten incómodas con este PP, que se ha desentendido de sus valores esenciales y de sus promesas electorales, para llevar a cabo unas políticas que no han hecho más que poner en tela de juicio su capacidad para cumplir con el mandato de sus votantes.

Allí se pusieron al descubierto temas como el divorcio del PP con las víctimas del terrorismo; la falta de valentía y “decencia” del actual ejecutivo; la evidente ausencia de contacto de la cúpula dirigente con las bases, lo que provoca falta de sintonía; la vergüenza de los distintos casos de corrupción y los intentos vanos, por parte de Rajoy y su equipo, de evitar verse involucrados, haciéndose los despistados y confiando todo a las “decisiones de la Justicia”, cuando deberían haber sido ellos los primeros en deshacerse de todos los corruptos que han estado involucrados en este feo caso de corrupción, conocido como Gürtel. No se puede mantener una situación como esta, permitiendo que todos los partidos de la oposición hagan leña sobre el PP, sin defenderse, plantar cara y moverse para sacar a relucir las corrupciones de los otros, con la misma intensidad, difusión y demagogia con la que lo hacen los del propio PSOE; para lo cual se precisan personas, tan agudas y capacitadas para la batalla dialéctica, como el propio señor Vidal Cuadras.

El señor Rajoy y su equipo harían bien en rectificar y escuchar a quienes ven, con claridad y sentido de la realidad, la amenaza que está pendiente sobre la unidad de España a causa de los, cada vez más provocativos, desafíos procedentes de la comunidad catalana. Nadie ha de olvidarse de que, en el País Vasco, los separatistas están quietos en espera de ver en lo que desemboca este cruce de lanzas entre España y Catalunya. Cualquier concesión, por pequeña que sea, que el Estado español les hiciera a los catalanes, inmediatamente sería reivindicada por vascos y gallegos y, como ya han venido advirtiendo, la mayoría de las comunidades, incluidas las del PP (que ya hace tiempo que muestran su desacuerdo con algunas medidas de tipo económico y social que los ministros se empeñan en imponerles).

Si se ha de formar un nuevo partido de derechas o de centro, no hay mucho tiempo para pensarlo, puesto que estamos a dos años de las legislativas. El reto está en la calle. O esta es mi impresión de mero observador de la realidad.

El peligroso viraje del PP hacia horizontes desconocidos

“De los hombres es errar, y bestial es porfiar”, F.Rojas
Miguel Massanet
jueves, 2 de enero de 2014, 08:38 h (CET)
Hubo un tiempo en el que teníamos la intuición de que José María Aznar se había equivocado al escoger como sucesor al señor Mariano Rajoy. Más tarde, cuando perdió sus primeras elecciones, continuamos pensando que no era la mejor persona para enfrentarse a un PSOE marrullero, desleal, dispuesto a todo para conseguir el poder y que contaba con el apoyo de la mayoría de la prensa del país. Cuando, en las últimas elecciones del 20N, Rajoy fue capaz de ganar por mayoría absoluta, algunos ingenuos, como yo, pensamos que, por fin, tendríamos ocasión de ver un nuevo estilo de gobernar, más decidido, más firme, más dispuesto a enfrentarse a un señor Pérez Rubalcaba en horas bajas, después de haber encajado una de las más humillantes derrotas que una formación política puede cosechar.

El nuevo Gobierno tenía en sus manos todos los resortes para llevar a cabo las reformas que se debían acometer para sacar a España de la difícil situación en la que la dejaron los socialistas. La confianza de los españoles reflejada en una mayoría absoluta en ambas cámaras y cuatro años por delante para recuperar los valores de la España anterior al 2004; recobrar la confianza de la UE y los mercados bursátiles, y devolver a los españoles la confianza en sí mismos, la ética, la moral y el concepto de patria que, el señor Rodríguez Zapatero, se atrevió a poner en cuestión cuando cedió ante las exigencias de los partidos nacionalistas. Sin embargo, no se han aprovechado tan favorables circunstancias.

Pronto hemos podido comprobar que, Rajoy y su equipo de ministros, no daban la talla. Sí es cierto que han actuado, en ocasiones, obligados por las directrices de la UE que, bajo la dirección de la señora Merkel, nos ha impuesto obligaciones y recortes muy parecidos a los que se han impuesto a la serie de países que han sido “rescatados”. No podemos saber si mostrándose más enérgico, si demostrando a Europa que no éramos un país semejante a Grecia, Irlanda o el mismo Portugal, las cosas hubieran discurrido por otros derroteros más favorables. En todo caso, los sacrificios que se le han exigido al pueblo español han sido muy grandes, en comparación a las ayudas que se les han venido concediendo a los bancos y cajas de ahorros. Las promesas electorales de los actuales gobernantes no tardaron en demostrar que no habían sido bien meditadas, que las informaciones de las que disponían los del PP no eran exactas y que el descalabro del país era mucho mayor del que les habían hecho creer sus oponentes del PSOE. Aún así, les faltó una política de información, de propaganda y de contra–información, capaz de desmontar los ataques incisivos de la oposición y no limitarse a mantenerse a la defensiva, como si temieran afrontar los riesgos de sus acciones.

Una tras otra, las ilusiones que habían despertado en su electorado los nuevos gobernantes se han ido esfumando y, la mayoría de los ofrecimientos que nos hicieron aquellos a los que habíamos votado, han quedado sin cumplirse. ¿Por qué? Porque no se han atrevido a ejecutar su programa electoral pensando que, una vez en el poder, lo principal era mantenerse en él. El descenso continuado, mostrado por las sucesivas encuestas, de la intención de voto para el PP, han ido poniendo en cuestión el tipo de política que ha venido ejerciendo un señor Rajoy, aparentemente indeciso, con mucho temor a equivocarse, claramente influido por los más mojigatos de su equipo, que han preferido retrasar el enfrentamiento al creciente desafío secesionista catalán a afrontarlo de frente poniendo en claro, no sólo con palabras “amables” y concesiones pecuniarias, que de nada han servido, sino con decisiones y actos enérgicos de autoridad, que hubieran puesto en su sitio a todos estos engallados lideres separatistas, a los que se les ha permitido llegar a la actual situación, sólo por falta de arrestos del Gobierno central.

Se ha prescindido, imprudentemente, de eficientes colaboradores, de personas de gran prestigio y valía, de notables líderes regionales capaces de plantar cara al independentismo; quizá porque les han resultado incómodos a los nuevos miembros de Gobierno o temían que les comieran el terreno. Personajes de la categoría de un Mayor Oreja, un C.Iturgaiz; una María San Gil; un Vidal Cuadras; un Sirera en Catalunya; un Ortega Lara; un Santiago Abascal y muchos otros han sido condenados al ostracismo; sólo por manifestar públicamente lo que la cúpula del partido no estaba dispuesta a escuchar; actuando, en ocasiones, de forma desconsiderada, burda, y vejatoria para aquellos que mantenían posiciones distintas dentro del partido, pidiendo que se los tuviera en cuenta porque representaban el sentir de una gran parte de las bases y simpatizantes del PP.

Esta postura ha hecho que muchos militantes les hayan retirado su voto y que los haya que están buscando un partido de derechas que sepa recoger y defender sus ideales e intereses. Ahora la señora Sánchez Camacho, un verdadero desastre en su gestión del PP en Catalunya, molesta por las verdades manifestadas por A.Vidal Cuadras, se ha vengado de él impidiendo que entrase en las listas para el Parlamento europeo. Otro error que, con toda seguridad, puede adelantar lo que empezó a gestarse en un hotel de la capital del reino, lleno a rebosar, en el que comparecieron Vidal Cuadras, Santiago Abascal y Gonzáles Quirós en representación de una importante cantidad de personas que se sienten incómodas con este PP, que se ha desentendido de sus valores esenciales y de sus promesas electorales, para llevar a cabo unas políticas que no han hecho más que poner en tela de juicio su capacidad para cumplir con el mandato de sus votantes.

Allí se pusieron al descubierto temas como el divorcio del PP con las víctimas del terrorismo; la falta de valentía y “decencia” del actual ejecutivo; la evidente ausencia de contacto de la cúpula dirigente con las bases, lo que provoca falta de sintonía; la vergüenza de los distintos casos de corrupción y los intentos vanos, por parte de Rajoy y su equipo, de evitar verse involucrados, haciéndose los despistados y confiando todo a las “decisiones de la Justicia”, cuando deberían haber sido ellos los primeros en deshacerse de todos los corruptos que han estado involucrados en este feo caso de corrupción, conocido como Gürtel. No se puede mantener una situación como esta, permitiendo que todos los partidos de la oposición hagan leña sobre el PP, sin defenderse, plantar cara y moverse para sacar a relucir las corrupciones de los otros, con la misma intensidad, difusión y demagogia con la que lo hacen los del propio PSOE; para lo cual se precisan personas, tan agudas y capacitadas para la batalla dialéctica, como el propio señor Vidal Cuadras.

El señor Rajoy y su equipo harían bien en rectificar y escuchar a quienes ven, con claridad y sentido de la realidad, la amenaza que está pendiente sobre la unidad de España a causa de los, cada vez más provocativos, desafíos procedentes de la comunidad catalana. Nadie ha de olvidarse de que, en el País Vasco, los separatistas están quietos en espera de ver en lo que desemboca este cruce de lanzas entre España y Catalunya. Cualquier concesión, por pequeña que sea, que el Estado español les hiciera a los catalanes, inmediatamente sería reivindicada por vascos y gallegos y, como ya han venido advirtiendo, la mayoría de las comunidades, incluidas las del PP (que ya hace tiempo que muestran su desacuerdo con algunas medidas de tipo económico y social que los ministros se empeñan en imponerles).

Si se ha de formar un nuevo partido de derechas o de centro, no hay mucho tiempo para pensarlo, puesto que estamos a dos años de las legislativas. El reto está en la calle. O esta es mi impresión de mero observador de la realidad.

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