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¿Dialogar con los independentistas?

¿Para qué, para capitular ante ellos?
Miguel Massanet
sábado, 28 de diciembre de 2013, 10:14 h (CET)
“No podemos negociar con aquellos que dicen, lo que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable” John F. Kennedy

Una vez más, señores, debemos contemplar como la oposición del PSOE juega al disparatado juego de contradecirse a sí mismo, algo que viene practicando desde que se instituyó la democracia en este país. Si el señor Rubalcaba nos sorprendió gratamente cuando se decidió a apoyar al gobierno frente al desafío soberanista del señor Mas y sus socios catalanistas, ahora, cuando apenas hace unas horas, Artur Mas ha dado una vuelta más de tuerca, entrando en el peligroso terreno de la amenaza directa, cuando CDC ha respondido al mensaje de SM del Rey, con un “queremos una Catalunya libre y gloriosa” y con la amenaza de “segar las cadenas con la hoz”. Ni el Rey estuvo lo firme y tajante que, en esta cuestión, se le pedía ni los catalanistas a la altura de las circunstancias.

Aparte de que sólo se puede admitir tal bravuconada cono una expresión poética, porque sería un milagro que con una hoz se pudiera romper una cadena, debemos preguntar: ¿Qué cadenas?, ¿a qué tipo de esclavitud se están refiriendo estos politicastros independentistas, cuando Catalunya siempre ha sido la región más rica de España, la que ha sido más favorecida por el Gobierno y la que ha conseguido más competencias y ayudas económicas de todo el resto de autonomías estatales? En todo caso las cadenas serían las de los euros que han entrado en Catalunya, gracias a sus negocios con el resto de España; éstas que, gracias a su actitud ofensiva y desconsiderada con el resto de los españoles, están a punto de romperse sin necesidad de utilizar artilugio alguno. Pero la amenaza está sobre el tapete de la confrontación con España.

Ahora, de nuevo, sale el número tres del PSOE, señor Oscar López, al que parece que se le ha encomendado la tarea de incordiar con una maratón de estupideces faltas de sentido y plenas de la demagogia ramplona, con las que parece querer resurgir del Infierno al que se han condenado, él y su partido, en las dos legislaturas pasadas; para contradecir las palabras de solidaridad del señor Rubalcaba, acusando a Rajoy de equivocarse gravemente, volviendo al manido tema de “más diálogo” y acusándole de “esconder la cabeza como el avestruz” (debería estudiar más de zoología, lo que le permitiría enterarse de que, dicha ave no esconde la cabeza cuando tiene miedo, al contrario, si no puede zafarse corriendo, afronta el peligro con fuertes golpes de pico y furibundas patadas de sus robustas piernas y fuertes uñas del pie); tirando por tierra lo que las declaraciones de Rubalcaba había conseguido generar: la escenificación de una gran coalición nacional en contra de la amenaza separatista.

Lo que ocurre, señor López, es que de lo que, precisamente, nos quejamos los ciudadanos es del exceso de contemplaciones, llámese diálogo, concesiones pecuniarias; negación a responder con contundencia a los desafíos soberanistas y a las amenazas de los partidos nacionalistas y de sus líderes o dilación en el ejercicio de las medidas dispuestas en nuestro Código Penal y en la Constitución para atajar el disloque separatista de forma que, cada día que transcurre, los defensores de la independencia catalana, se sienten más fortalecidos y van consiguiendo arrimar más el ascua a su sardina, convenciendo a los más indecisos de las ventajas que reportarían al ciudadano la culminación de la independencia de España.

El señor Oscar López, en su afán de criticar al PP, ha hecho un inestimable servicio al señor Mas y a su compañero, el señor Junqueras, dando una vez más la impresión de que en España no hay una verdadera unión entre los que defienden su unidad y aquellos que simulan hacerlo pero que se muestran siempre dispuestos a sacar tajada de la separación entre los españoles. No me cansaré de recordar que, en el actual panorama político español, lo que las encuestas nos hacen ver es una atomización del voto que no va a quedar centralizado entre los dos tradicionales grandes partidos: el PSOE y el PP, sino que, en las próximas elecciones legislativas, si Dios no lo remedia, parece que esta dualidad va a quedar destruida y el nuevo gobierno que pueda surgir de esta amalgama de partidos, sin duda va a tener que ser a costa de una gran coalición de la que, como ya hemos tenido experiencia en el caso del Tripartit catalán o del pentapartido Balear, no se puede esperar más que un desastre nacional salpicado de corruptelas, roces, normas absurdas, déficit incontenible y endeudamiento desorbitado, que han sido la causa de que muchas autonomías, como Catalunya y Baleares, hayan sufrido en sus propias carnes las consecuencias nefastas de este tipo de coaliciones.

Lo cierto es que, si PP y PSOE, no se dejan de mirarse el ombligo, no cejan en su lucha suicida y no se deciden a afrontar unidos, al menos hasta que lleguen las próximas legislativas, el problema del separatismo catalán y evitan que éste trascienda fuera de nuestras fronteras ( algo que el PSOE no parece dispuesto a tener en cuenta ya que se propone sacar de las fronteras españolas su repulsa a la nueva Ley del Aborto), de manera que pudiera afectar al concepto que, en la actualidad, se tiene en Europa y en EE.UU, de que vamos por buen camino para salir de la crisis; es muy probable que, cuando se quieran dar cuenta, ya no vayan a tener opciones para remontar el deplorable concepto que, en la ciudadanía española, se esta formando respecto a su gestión durante esta legislatura.

El señor Mas, acorralado por los desmentidos que le han llegado de todas las esferas políticas, incluso de las europeas, respecto a la posibilidad de que, una Catalunya independiente, pudiera seguir en Europa; insiste, con una terquedad que raya en la cabezonería, en que “como Catalunya es tan importante” a Europa no le va a quedar “más remedio” que buscar una salida para que pueda entrar en la CE ¡De ilusión también se vive señor Mas! Hace poco pregonaba a los cuatro vientos que los que decían que esto no era posible pretendían “engañar” a los catalanes. Ahora es usted el que, una vez más, se empeña en dar con su cabeza contra el aguijón de la realidad.

No todo es economía, señor Rajoy, aunque sin duda es una faceta muy importante para el pueblo españolo; pero la actitud del Gobierno, tan aparentemente acomodaticia y la excesiva paciencia con la que se está afrontando la clara insurrección nacionalista en Catalunya, están haciendo pensar, a muchos que votamos al PP, que no existe una voluntad clara de afrontar con firmeza esta cuestión y que prefieren ir capeando el temporal, en la errónea creencia de que, cuando los catalanes se den cuenta de que van hacia un camino sin salida, se le va a dar la vuelta a la tortilla. Es muy posible que su actitud de medida “templanza” satisfaga a todos aquellos que están convencidos de que el “problema catalán” sólo es una cosa de dinero. Los que vivimos en esta tierra sabemos que, con el tiempo, lo que pudieran haber sido unas meras reclamaciones de más apoyo económico, ahora ya no son lo primordial ya que, la propaganda “goebelsiana” del gobierno y la prensa catalana, han conseguido lo que el Gobierno de la nación ha sido incapaz de contrarrestar: convencer a una gran parte de los catalanes de que “España no es su mejor apuesta de futuro y sí lo es la independencia de la nación española”. Si Rajoy no consigue destruir esta demagogia, le va a ser difícil evitar el enfrentamiento con Catalunya con el mero “diálogo” y la “negociación de un régimen fiscal especial”. Más ha elevado la apuesta, ahora le tocará al Gobierno responder a ella con una utilización adecuada de los medios que le conceden las leyes españolas, y entre ellas, la Constitución. O así es, señores, como contemplo esta difícil situación.

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