Sigo aquí, pasan los años y no me moví.
Envejezco como una burra triste que nadie quiere y ya no confío en un buen futuro, en la buena gente, no hay. Burrita y sola y amaneciendo, no tengo fuerzas para levantar mi cabeza y mirar de frente con energía, con entusiasmo, con fe y con vitalidad. Nunca progresé y debo saberlo para así decidirme a dormir por las noches, ser feliz con algún varón, poder tener mis hijos. Nada de nada y ahora menos que nunca será nada.
Quiero mirar al futuro, único bien verdadero que me queda y curarme del desánimo. No recordar el pasado turbio, pero también conmovedor, que no se apiadó de mí, que me marcó e hizo reflexionar profundamente que soy de carne y hueso, no de cemento. Soy oración, perdón y maldición... Puedo ser vuestra bruja de enorme nariz que volará con su escoba de paja, pues sé que Dios quiere permitirme ser... simplemente un poco niña.
Debo convencerte que debo salir o morar, pero jamás regresar allí, debo huir de ese triste lugar y escapar lentamente de su vanidad y dinero que todo lo quiere para él, de su arrogancia y su escasa sociabilidad, también. Debo repetirme que no me convienes y no te necesito.
Para los primos de Madrid.