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En los ojos de un físico, la rueda de una ruleta representa un sistema que produce resultados completamente aleatorios

¿Es posible ganar en juegos de ruleta utilizando ciencia?

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La ruleta es uno de los juegos más antiguos de casino que todavía atrae millones de jugadores alrededor del mundo. Si simplicidad y buenas oportunidades de ganar han impedido que el juego se quede en el olvido. Al contrario, se han desarrollado varios formatos de ruleta y los jugadores siguen tratando de vencer las probabilidades. Algunos incluso han contemplado aprovecharse de los avances científicos para triunfar. ¿Es posible conseguir mejores resultados en los juegos de ruleta utilizando las teorías científicas? Continuamos con este intrigante tema, pero antes de hacerlo puedes visitar a  www.ruletaonline.org para averiguar más sobre juegos de ruleta en línea.

En los ojos de un físico, la rueda de una ruleta representa un sistema que produce resultados completamente aleatorios. Lo que cambia las cosas es la posibilidad de comparar varias ruedas de ruleta y afirmar que no todas de ellas están construidas de la misma manera. Los científicos están familiarizados con el método Monte Carlo, una técnica de simulación denominada por el centro del juego de Mónaco. Esta simulación habilita a un investigador calcular una respuesta aproximativa a cualquier problema siguiendo el principio que simula todas las posibles consecuencias que se adaptan a una cierta regla.

La afirmación de  Einstein concuerda con su creencia que la física cuántica es fundamentalmente determinística. Sabiendo el estado inicial del sistema cuántico con precisión completa, incluyendo sus fuerzas relevantes, Einstein suponía que podría calcular todos sus futuros estados. Por otro lado, se supone que hubo experimentos que se basaban en la teoría de John Bell que demostraron que las mediciones cuánticas poseen un carácter aleatorio que es fundamental e inherente y no se puede evitar. Desde un punto de vista de la física, es imposible vencer al crupier en adivinar los resultados cuánticos.

En un juego de dados uno podría adivinar si los dados producirán un cierto resultado guiándose en la segunda ley de movimiento de Newton, sabiendo la orientación, posición y la velocidad inicial de un par de dados en el momento de lanzamiento. Otro juego predecible es la ruleta. Los que es necesario es tener conocimiento suficiente de las condiciones iniciales y las fuerzas involucradas. En el momento en el que el crupier lanza la bola y la rueda empieza a girar, el destino está sellado. No obstante, debemos tener en cuenta que, en práctica, un juego de ruleta no ofrece tempo suficiente para aplicar la física que podría asegurar una apuesta exitosa. Una pequeña alteración en las condiciones iniciales puede afectar mucho los resultados, por lo que es bastante abrumadora la tarea de predecir los resultados de ruleta desde un punto de vista de practicidad.

A finales del decenio de 1980, Albert “Al” Hibbs y Roy Walford, dos estudiantes de la Universidad de Chicago decidieron de darles a una pausa a sus estudios y atentar a vencer las probabilidades en la ruleta en los casinos de Nevada, el único estado en el que el juego fue legalizado. Estudiaban cuidadosamente las características de ruedas de ruleta con el objetivo de notar algunas debilidades que podrían explotar. Las ruedas en los tiempos pasados eran más crudos y a veces tenían defectos. Los estudiantes se dieron cuenta que podían utilizar dichos defectos para hacer predicciones exitosas. Al estudiar las peculiaridades mecánicas de varias ruedas, lograron crear modelos de predicción. Apostaban con cuidado y ganaron miles de dólares. Gastaron la mayoría del dinero para comprar un barco y navegar por todo el mundo.

Hibbs y Walford jamás ocultaron sus métodos de ganar en los casinos. Posiblemente como resultado de su franqueza y transparencia, los casinos empezaron a actualizar sus máquinas. Las ruedas con defectos fueron reemplazadas con ruedas que operaban de una manera mucho más uniforme. Los dos hombres, que tuvieron carreras muy exitosas en su vida después de sus aventuras, sirvieron de inspiración para Edward Thorp, estudiante de física, que decidió ganar en los casinos en 1955 de semejante manera. No obstante, él sabía que tenía que inventar alguna nueva estrategia, ya que las ruedas en ese momento fueron actualizadas. Se le ocurrió incluir un ordenador que estaría encargado de hacer calculaciones y otra persona que comunicaría los resultados al jugador vía radio.

Thorp encontró un socio en Claude Shannon, un matemático de MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts). Shannon y Thorp inventaron el primer ordenador vestible que fue de tamaño de un paquete de cigarrillos y lo pusieron a prueba en 1961. La mescla de la apuestas que tuvieron que hacer dificultaba su chance de sacar lucro. Luego aparecieron otros científicos que a la vez fueron expertos en ruleta y ellos documentaban sus exploraciones en libros.

Se desarrolló la  ciencia del juego y para todos ellos, el interés que tenían para vencer las probabilidades les recompenso con carreras científicas muy prósperas. 

¿Es posible ganar en juegos de ruleta utilizando ciencia?

En los ojos de un físico, la rueda de una ruleta representa un sistema que produce resultados completamente aleatorios
Redacción
jueves, 28 de noviembre de 2019, 10:03 h (CET)

La ruleta es uno de los juegos más antiguos de casino que todavía atrae millones de jugadores alrededor del mundo. Si simplicidad y buenas oportunidades de ganar han impedido que el juego se quede en el olvido. Al contrario, se han desarrollado varios formatos de ruleta y los jugadores siguen tratando de vencer las probabilidades. Algunos incluso han contemplado aprovecharse de los avances científicos para triunfar. ¿Es posible conseguir mejores resultados en los juegos de ruleta utilizando las teorías científicas? Continuamos con este intrigante tema, pero antes de hacerlo puedes visitar a  www.ruletaonline.org para averiguar más sobre juegos de ruleta en línea.

En los ojos de un físico, la rueda de una ruleta representa un sistema que produce resultados completamente aleatorios. Lo que cambia las cosas es la posibilidad de comparar varias ruedas de ruleta y afirmar que no todas de ellas están construidas de la misma manera. Los científicos están familiarizados con el método Monte Carlo, una técnica de simulación denominada por el centro del juego de Mónaco. Esta simulación habilita a un investigador calcular una respuesta aproximativa a cualquier problema siguiendo el principio que simula todas las posibles consecuencias que se adaptan a una cierta regla.

La afirmación de  Einstein concuerda con su creencia que la física cuántica es fundamentalmente determinística. Sabiendo el estado inicial del sistema cuántico con precisión completa, incluyendo sus fuerzas relevantes, Einstein suponía que podría calcular todos sus futuros estados. Por otro lado, se supone que hubo experimentos que se basaban en la teoría de John Bell que demostraron que las mediciones cuánticas poseen un carácter aleatorio que es fundamental e inherente y no se puede evitar. Desde un punto de vista de la física, es imposible vencer al crupier en adivinar los resultados cuánticos.

En un juego de dados uno podría adivinar si los dados producirán un cierto resultado guiándose en la segunda ley de movimiento de Newton, sabiendo la orientación, posición y la velocidad inicial de un par de dados en el momento de lanzamiento. Otro juego predecible es la ruleta. Los que es necesario es tener conocimiento suficiente de las condiciones iniciales y las fuerzas involucradas. En el momento en el que el crupier lanza la bola y la rueda empieza a girar, el destino está sellado. No obstante, debemos tener en cuenta que, en práctica, un juego de ruleta no ofrece tempo suficiente para aplicar la física que podría asegurar una apuesta exitosa. Una pequeña alteración en las condiciones iniciales puede afectar mucho los resultados, por lo que es bastante abrumadora la tarea de predecir los resultados de ruleta desde un punto de vista de practicidad.

A finales del decenio de 1980, Albert “Al” Hibbs y Roy Walford, dos estudiantes de la Universidad de Chicago decidieron de darles a una pausa a sus estudios y atentar a vencer las probabilidades en la ruleta en los casinos de Nevada, el único estado en el que el juego fue legalizado. Estudiaban cuidadosamente las características de ruedas de ruleta con el objetivo de notar algunas debilidades que podrían explotar. Las ruedas en los tiempos pasados eran más crudos y a veces tenían defectos. Los estudiantes se dieron cuenta que podían utilizar dichos defectos para hacer predicciones exitosas. Al estudiar las peculiaridades mecánicas de varias ruedas, lograron crear modelos de predicción. Apostaban con cuidado y ganaron miles de dólares. Gastaron la mayoría del dinero para comprar un barco y navegar por todo el mundo.

Hibbs y Walford jamás ocultaron sus métodos de ganar en los casinos. Posiblemente como resultado de su franqueza y transparencia, los casinos empezaron a actualizar sus máquinas. Las ruedas con defectos fueron reemplazadas con ruedas que operaban de una manera mucho más uniforme. Los dos hombres, que tuvieron carreras muy exitosas en su vida después de sus aventuras, sirvieron de inspiración para Edward Thorp, estudiante de física, que decidió ganar en los casinos en 1955 de semejante manera. No obstante, él sabía que tenía que inventar alguna nueva estrategia, ya que las ruedas en ese momento fueron actualizadas. Se le ocurrió incluir un ordenador que estaría encargado de hacer calculaciones y otra persona que comunicaría los resultados al jugador vía radio.

Thorp encontró un socio en Claude Shannon, un matemático de MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts). Shannon y Thorp inventaron el primer ordenador vestible que fue de tamaño de un paquete de cigarrillos y lo pusieron a prueba en 1961. La mescla de la apuestas que tuvieron que hacer dificultaba su chance de sacar lucro. Luego aparecieron otros científicos que a la vez fueron expertos en ruleta y ellos documentaban sus exploraciones en libros.

Se desarrolló la  ciencia del juego y para todos ellos, el interés que tenían para vencer las probabilidades les recompenso con carreras científicas muy prósperas. 

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