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​Han pasado cuarenta y tres años desde la implantación del Teléfono de la Esperanza en Málaga

Teléfono de la esperanza

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Una larga etapa transcurrida desde aquél mes de abril de 1976 en el que se abrieron sus puertas. Desde entonces, día y noche, los trescientos sesenta y cinco días del año, una voz amiga ha contestado desde el otro lado del hilo telefónico la frase: teléfono de la esperanza, ¿dígame?

En nuestra Málaga hay gente que vive en soledad –voluntaria u obligada-, con dificultades familiares o de trabajo, enfermedades de todo tipo, crisis en el proyecto vital, situación de duelo, intentos de suicidio, depresiones de todo tipo, etc., etc. Llaman al 952261500 como un recurso –muchas veces el último- para mejorar su situación, enfrentarse o comprender al mundo en el que viven.

El sábado 23 de Noviembre las buenas gentes del Teléfono celebraron los 10 años de permanencia en el flamante edificio que sustituyó a aquel viejo cascarón donde estuvo ubicado desde el primer día. Aquella “casa del gato”, en el número 3 de la calle Hurtado de Mendoza, donde se formaron –y se forman- muchos voluntarios y profesionales que dieron paso a una atención de más de 6.000 llamadas en el pasado año.

Me ha encantado una frase del actual presidente Juan Sánchez Porras. En su intervención durante el aniversario, resaltó que “estamos dando la espalda a la calle de la amargura” y “en la entrada del camino nuevo” que conduce “hacia el mar de la esperanza”. Una parábola que refleja extraordinariamente el espíritu del Teléfono de la Esperanza de Málaga.

Una institución que como tantas otras desaparecería si este puñetero mundo tomara un rumbo más humano y más justo. Pero, desgraciadamente, es necesario un espacio en el que se defiendan los valores de la familia, la atención a los niños y a los mayores, la igualdad y el respeto entre los hombres y las mujeres, el cuidado de los enfermos y el apoyo a sus familiares, la cercanía entre los vecinos, la resolución de los conflictos familiares, el acceso a la vivienda y al trabajo, así como tantas otras deficiencias de una sociedad profundamente injusta e insolidaria. Esas dificultades patentes hacen imprescindibles ese montón de líneas telefónicas de asistencia, existentes en nuestros tiempos, que se encuentran a disposición de cuantos lo necesitan. Entre ellas destaca poderosamente la pionera: el Teléfono de la Esperanza.

Mi buena noticia de hoy me la transmiten tanto el Teléfono de la Esperanza de Málaga como la incorporación de nuevas estrellas a esa pared del colegio público de los Asperones. Sesenta y cinco astros que se corresponden con el número de jóvenes del barrio que han superado su formación y se encuentran camino de estudios superiores. Enhorabuena a unos y otros.

Teléfono de la esperanza

​Han pasado cuarenta y tres años desde la implantación del Teléfono de la Esperanza en Málaga
Manuel Montes Cleries
lunes, 25 de noviembre de 2019, 10:20 h (CET)

Una larga etapa transcurrida desde aquél mes de abril de 1976 en el que se abrieron sus puertas. Desde entonces, día y noche, los trescientos sesenta y cinco días del año, una voz amiga ha contestado desde el otro lado del hilo telefónico la frase: teléfono de la esperanza, ¿dígame?

En nuestra Málaga hay gente que vive en soledad –voluntaria u obligada-, con dificultades familiares o de trabajo, enfermedades de todo tipo, crisis en el proyecto vital, situación de duelo, intentos de suicidio, depresiones de todo tipo, etc., etc. Llaman al 952261500 como un recurso –muchas veces el último- para mejorar su situación, enfrentarse o comprender al mundo en el que viven.

El sábado 23 de Noviembre las buenas gentes del Teléfono celebraron los 10 años de permanencia en el flamante edificio que sustituyó a aquel viejo cascarón donde estuvo ubicado desde el primer día. Aquella “casa del gato”, en el número 3 de la calle Hurtado de Mendoza, donde se formaron –y se forman- muchos voluntarios y profesionales que dieron paso a una atención de más de 6.000 llamadas en el pasado año.

Me ha encantado una frase del actual presidente Juan Sánchez Porras. En su intervención durante el aniversario, resaltó que “estamos dando la espalda a la calle de la amargura” y “en la entrada del camino nuevo” que conduce “hacia el mar de la esperanza”. Una parábola que refleja extraordinariamente el espíritu del Teléfono de la Esperanza de Málaga.

Una institución que como tantas otras desaparecería si este puñetero mundo tomara un rumbo más humano y más justo. Pero, desgraciadamente, es necesario un espacio en el que se defiendan los valores de la familia, la atención a los niños y a los mayores, la igualdad y el respeto entre los hombres y las mujeres, el cuidado de los enfermos y el apoyo a sus familiares, la cercanía entre los vecinos, la resolución de los conflictos familiares, el acceso a la vivienda y al trabajo, así como tantas otras deficiencias de una sociedad profundamente injusta e insolidaria. Esas dificultades patentes hacen imprescindibles ese montón de líneas telefónicas de asistencia, existentes en nuestros tiempos, que se encuentran a disposición de cuantos lo necesitan. Entre ellas destaca poderosamente la pionera: el Teléfono de la Esperanza.

Mi buena noticia de hoy me la transmiten tanto el Teléfono de la Esperanza de Málaga como la incorporación de nuevas estrellas a esa pared del colegio público de los Asperones. Sesenta y cinco astros que se corresponden con el número de jóvenes del barrio que han superado su formación y se encuentran camino de estudios superiores. Enhorabuena a unos y otros.

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