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Las enseñanzas universitarias se estructuran en tres ciclos: grado, máster y doctorado

La Universidad mancillada por sus propios doctores

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El prólogo de la publicación Código de Universidades recuerda que «las Universidades son instituciones vivas que se adaptan naturalmente a los cambios y requerimientos de la sociedad para que cumplan una serie de funciones imprescindibles con su naturaleza y que son la formación y educación superior en orden a la preparación para la vida profesional; la investigación, la creatividad, la innovación y el progreso científico; y, por supuesto, la preservación de la tradición humanista».

Un humanismo intrínseco en la Universidad que «confía en la capacidad humana para el conocimiento y para la virtud, medios ambos para regenerar y hacer progresar la condición humana», afirma Josep M. Bricall en su artículo «La Universidad y la tradición humanista».

Por desgracia, esta unión entre conocimiento y virtud está rota gracias a la garante de dicha alianza, la Universidad.

Es desalentador levantarte por las mañanas y desayunar con noticias sobre plagios de tesis y tramas doctorales como si se tratara de redes mafiosas al puro estilo de Vito Corleone: «Le haré una oferta que no podrá rehusar».

Estas acciones particulares y personales están llevando a la Universidad al descrédito, y es ella misma quien debe sanearse sin dejar a terceros acudir en su ayuda como falsos profetas. Precisamente, han sido factores externos a la propia esencia de la Universidad los causantes de tal estigma, a saber, la política y el dinero.

El grado de doctor

Las enseñanzas universitarias se estructuran en tres ciclos: grado, máster y doctorado. En consecuencia, los estudios de doctorado se encuentran en el máximo nivel siendo su componente fundamental «el avance del conocimiento científico a través de la “investigación original”. Además, se considera que en este tercer ciclo los participantes en programas de doctorado no son sólo estudiantes sino investigadores en formación», indica el Real Decreto 99/2011, de 28 de enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado.

Además, el título de doctor otorga la capacidad exclusiva de acceder a plazas de profesor titular de universidad, catedrático de universidad, catedrático de escuela universitaria, ayudante doctor, contratado doctor, así como a las plazas de investigador que convoca el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

En cuanto a la obtención del título de doctor, el artículo 11 del Real Decreto 1002/2010, nos señala que se consigue «tras la superación de las correspondientes enseñanzas que tienen como finalidad la adquisición de las competencias y habilidades relacionadas con la investigación científica de calidad y finalizarán con la elaboración y defensa de una tesis doctoral que incorpore resultados originales de investigación».

En este sentido y ámbito, hay que señalar, que el doctor académico es un profesional: «Todos los investigadores que siguen una carrera de investigación deben ser reconocidos como profesionales y tratados en consecuencia», tal y como nos enseña la Carta Europea del Investigador.

La Universidad mancillada por sus propios doctores

Las enseñanzas universitarias se estructuran en tres ciclos: grado, máster y doctorado
María del Carmen Portugal Bueno
viernes, 22 de noviembre de 2019, 08:28 h (CET)

El prólogo de la publicación Código de Universidades recuerda que «las Universidades son instituciones vivas que se adaptan naturalmente a los cambios y requerimientos de la sociedad para que cumplan una serie de funciones imprescindibles con su naturaleza y que son la formación y educación superior en orden a la preparación para la vida profesional; la investigación, la creatividad, la innovación y el progreso científico; y, por supuesto, la preservación de la tradición humanista».

Un humanismo intrínseco en la Universidad que «confía en la capacidad humana para el conocimiento y para la virtud, medios ambos para regenerar y hacer progresar la condición humana», afirma Josep M. Bricall en su artículo «La Universidad y la tradición humanista».

Por desgracia, esta unión entre conocimiento y virtud está rota gracias a la garante de dicha alianza, la Universidad.

Es desalentador levantarte por las mañanas y desayunar con noticias sobre plagios de tesis y tramas doctorales como si se tratara de redes mafiosas al puro estilo de Vito Corleone: «Le haré una oferta que no podrá rehusar».

Estas acciones particulares y personales están llevando a la Universidad al descrédito, y es ella misma quien debe sanearse sin dejar a terceros acudir en su ayuda como falsos profetas. Precisamente, han sido factores externos a la propia esencia de la Universidad los causantes de tal estigma, a saber, la política y el dinero.

El grado de doctor

Las enseñanzas universitarias se estructuran en tres ciclos: grado, máster y doctorado. En consecuencia, los estudios de doctorado se encuentran en el máximo nivel siendo su componente fundamental «el avance del conocimiento científico a través de la “investigación original”. Además, se considera que en este tercer ciclo los participantes en programas de doctorado no son sólo estudiantes sino investigadores en formación», indica el Real Decreto 99/2011, de 28 de enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado.

Además, el título de doctor otorga la capacidad exclusiva de acceder a plazas de profesor titular de universidad, catedrático de universidad, catedrático de escuela universitaria, ayudante doctor, contratado doctor, así como a las plazas de investigador que convoca el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

En cuanto a la obtención del título de doctor, el artículo 11 del Real Decreto 1002/2010, nos señala que se consigue «tras la superación de las correspondientes enseñanzas que tienen como finalidad la adquisición de las competencias y habilidades relacionadas con la investigación científica de calidad y finalizarán con la elaboración y defensa de una tesis doctoral que incorpore resultados originales de investigación».

En este sentido y ámbito, hay que señalar, que el doctor académico es un profesional: «Todos los investigadores que siguen una carrera de investigación deben ser reconocidos como profesionales y tratados en consecuencia», tal y como nos enseña la Carta Europea del Investigador.

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