Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | España | Cataluña | Independencia
El empeño por parte de los catalanes de la segregación de Cataluña es un sentimiento que merece todos los respeto

Crisis económica y diálogo

|

El empeño por parte de los catalanes de la segregación de Cataluña es un sentimiento que merece todos los respetos. Pero no todos los sentimientos pueden ponerse en práctica por el solo hecho de serlos, sobre todo sabiendo hay reglas de juego que se lo impiden.

Contrariamente a lo que algunos creen, son escasos los ciudadanos que sienten animadversión por los catalanes; yo, particularmente, los admiro, aun cuando es verdad que me duele ese empecinamiento por desgajarse de España, tras tantos siglos de ininterrumpida convivencia, en paz, progreso y concordia. Con sus pequeños roces, todo ha ido siempre marchando bien: ellos, ayudando a hacer una España mejor, y el resto de las comunidades apoyando a Cataluña a ser más rica y moderna cada día; aceptando incluso una densa inmigración, como la de aquellos 800.000 andaluces que dejaron su tierra para trabajar en esa comunidad cuya vida y ambiente eran bien distintos a los suyo: ni más ni menos que el que corresponde a los trabajadores del sector primario: pura mano de obra. De modo que no sé por qué hay tantas desavenencias políticas. Dicho lo dicho, aún quedamos, mejor con el siguiente pensamiento de Gandi: “No dejes que se haya muerto el sol sin que se mueran tus rencores”.

Claro. No debe haber rencores. A estas alturas, se demuestra poca inteligencia tirarse los trastos a la cabeza, o lanzarse duras frases los unos a los otros. Lo mejor es sentarnos y hablar, usando un lenguaje civilizado. Aunque diferentes -y cada uno en su propia casa- , todos cabemos en esta comunidad que se llama España.

Y fíjense: estoy convencido de que de las encuestas que en distintos momentos se les ha hecho a la población catalana, preguntándoles que si en vez de tener, como tenemos, esta situación tremendamente grave -solo está mejorando la financiera-, ¿si viviésemos un periodo de bonanza, la mayoría de los ciudadanos catalanes harían, en cierto modo, ese pretendida locura soberanista?.

Es claro que en momentos de tanta debilidad económica es cuando autonomías, ayuntamientos, ciudadanos…, tan castigados por la falta de trabajo, absolutamente necesario para sobrevivir dignamente, crispan sin duda los nervios hasta el sofoco más feroz. Cualquiera tiene los ánimos más exaltados, desesperado por alcanzar un horizonte más esplendoroso y feliz.

Yo estoy convencido de que usted convendría conmigo en que España quiere a Cataluña, igual que los catalanes a España.

No vale, por lo tanto, adoptar la actitud del amago, la grosería y hasta la amenaza. Y si cuando, pese a todo, nunca hemos llegado a puntos de verdadera conflictividad, ¿por qué ha de haberla ahora? Es claro, pues, que las dos partes tienen que respetarse. Y hablar. De lo contrario, el conflicto se irá enquistando, y acabaría al final situándose en el punto que empezó. Así será, claro, si no sacan la cabeza de este imposible proyecto soberanista.

Crisis económica y diálogo

El empeño por parte de los catalanes de la segregación de Cataluña es un sentimiento que merece todos los respeto
Manuel Senra
martes, 22 de octubre de 2013, 08:48 h (CET)
El empeño por parte de los catalanes de la segregación de Cataluña es un sentimiento que merece todos los respetos. Pero no todos los sentimientos pueden ponerse en práctica por el solo hecho de serlos, sobre todo sabiendo hay reglas de juego que se lo impiden.

Contrariamente a lo que algunos creen, son escasos los ciudadanos que sienten animadversión por los catalanes; yo, particularmente, los admiro, aun cuando es verdad que me duele ese empecinamiento por desgajarse de España, tras tantos siglos de ininterrumpida convivencia, en paz, progreso y concordia. Con sus pequeños roces, todo ha ido siempre marchando bien: ellos, ayudando a hacer una España mejor, y el resto de las comunidades apoyando a Cataluña a ser más rica y moderna cada día; aceptando incluso una densa inmigración, como la de aquellos 800.000 andaluces que dejaron su tierra para trabajar en esa comunidad cuya vida y ambiente eran bien distintos a los suyo: ni más ni menos que el que corresponde a los trabajadores del sector primario: pura mano de obra. De modo que no sé por qué hay tantas desavenencias políticas. Dicho lo dicho, aún quedamos, mejor con el siguiente pensamiento de Gandi: “No dejes que se haya muerto el sol sin que se mueran tus rencores”.

Claro. No debe haber rencores. A estas alturas, se demuestra poca inteligencia tirarse los trastos a la cabeza, o lanzarse duras frases los unos a los otros. Lo mejor es sentarnos y hablar, usando un lenguaje civilizado. Aunque diferentes -y cada uno en su propia casa- , todos cabemos en esta comunidad que se llama España.

Y fíjense: estoy convencido de que de las encuestas que en distintos momentos se les ha hecho a la población catalana, preguntándoles que si en vez de tener, como tenemos, esta situación tremendamente grave -solo está mejorando la financiera-, ¿si viviésemos un periodo de bonanza, la mayoría de los ciudadanos catalanes harían, en cierto modo, ese pretendida locura soberanista?.

Es claro que en momentos de tanta debilidad económica es cuando autonomías, ayuntamientos, ciudadanos…, tan castigados por la falta de trabajo, absolutamente necesario para sobrevivir dignamente, crispan sin duda los nervios hasta el sofoco más feroz. Cualquiera tiene los ánimos más exaltados, desesperado por alcanzar un horizonte más esplendoroso y feliz.

Yo estoy convencido de que usted convendría conmigo en que España quiere a Cataluña, igual que los catalanes a España.

No vale, por lo tanto, adoptar la actitud del amago, la grosería y hasta la amenaza. Y si cuando, pese a todo, nunca hemos llegado a puntos de verdadera conflictividad, ¿por qué ha de haberla ahora? Es claro, pues, que las dos partes tienen que respetarse. Y hablar. De lo contrario, el conflicto se irá enquistando, y acabaría al final situándose en el punto que empezó. Así será, claro, si no sacan la cabeza de este imposible proyecto soberanista.

Noticias relacionadas

La ciudad de Barcelona, en favor de una transformación fantasiosa de sí misma, siempre bajo el paraguas efectista de la ‘sostenibilidad ambiental’, como socorrida coartada ejemplificada en su más que evidente y disruptiva conversión urbanística, se le adivina en su resultado final el poco o nulo interés por conectar con las necesidades vitales de una gran mayoría y en aquellos planeamientos al servicio de las personas.

El ADN de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, contendría la triple enzima trumpista (autocracia, instauración del paraíso neoliberal y retorno al "pensamiento único heteropatriarcal") y asimismo sería una "rara avis" que consigue desarbolar cualquier estrategia opositora que sea mínimamente racional al ser una experta en las técnicas de manipulación de masas.

La inversión de inmuebles en España atrae a muchos extranjeros, por el clima mediterráneo agradable y las múltiples playas por toda su costa, lo que la convierte en un destino muy atractivo para vivir o pasar las vacaciones, esta es la razón de muchos inversores que buscan una segunda residencia o un lugar de retiro.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto