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Tras ser noqueado por el diputado Oscar Tuma, el periodista Carlos Peralta, acusado de corrupción, recibe otra paliza, ahora de Raúl Melamed

Raúl Melamed versus Carlos Peralta

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Dice el humorista Woody Allen que como requisitos para el estallido de una revolución deben existir dos clases de personas: los “oprimidos” y los “opresores”. Entre ambos grupos, distinguía, los opresores son fáciles de reconocer por cuanto que siempre están pasándola bien.

Medio siglo antes, Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca, dos italianos enemigos de la democracia representativa, habían expuesto el mismo problema cuando teorizaron sobre la autocracia de las elites, repasando ideas mucho más viejas que se remontan a Platón. De acuerdo a estas interpretaciones, un solo autócrata o un grupo de tiranuelos decidían que lo que les convenía a ellos, también le convenía a toda la sociedad y al “pueblo”.

Ese razonamiento fue reciclado en el presente por el empresariado que explota en Paraguay el rubro de la comunicación, al punto que tuvieron éxito para llevar a la presidencia de la república a personajes a los cuales podían obligar a firmar decretos con un simple titular.

En medio de su soberbia, exponentes de esta elite que ni Mosca y Pareto jamás imaginaron, adoptaron la costumbre de ordenar a sus empleados periodistas que llamen a legisladores con el pretexto de entrevistarlos, para luego empezar a insultarlos. En ese contexto, un asalariado que cumplía órdenes de sus amos, acabó recibiendo una dura paliza y cuestionado en el mismo ambiente de la comunicación.

El popular comunicador y estrella de TV, Raúl Melamed, descalificó en ese contexto al periodista Carlos Peralta, en su altercado con el diputado Oscar Tuma, afirmando que el primero "No puede ver la paja en el ojo ajeno y desconocer la viga que tiene en el propio".

Melamed, quien niega ejercer el periodismo, es un conocido crítico del prebendarismo reinante en la prensa corporativa paraguaya, lo cual le costó en el pasado persecuciones azuzadas por el mismo poder mediático. "Coincido plenamente con Oscar Tuma" dijo también Melamed, luego de interiorizarse sobre la polémica en cuestión.

Todo se había iniciado cuando el periodista Carlos Peralta llamó al diputado Tuma, para recriminarle por tener como asistente a su cuñada, a lo que el legislador respondió que estaba en su derecho a contar con la ayuda de alguien de su plena confianza. Aunque en la discusión a la que se puede acceder en Internet, es fácil comprobar que quien subió el tono de la voz fue en verdad el periodista, éste intentó con la ayuda de sus “colegas” difundir la versión que el agraviado había sido él.

Horas después, Tuma reveló que el periodista cuestionado había usado sus influencias desde los medios en los cuales trabaja, para ubicar a varios familiares en puestos prebendarios. La noticia corrió como un reguero de pólvora en las redes sociales y generó la lógica indignación.

Ni corto ni perezoso, Raúl Melamed tomó la posta y se despachó contra Peralta con una colorida andanada de adjetivos. "Carlos Peralta es un vulgar zoquetero" sentenció finalmente, tras argumentar en favor del diputado.

Es notorio en Paraguay que el debilitamiento de los medios masivos, ante el avance de las redes sociales, tiene como aliada a esta elite y a sus delirios, en medio de los cuales envían a pelear sus causas a periodistas con tejado de vidrio. La “conciencia gremial” de la cofradía arrastra a otros tantos por el barranco del desprestigio, dado que en lugar de publicar las denuncias, optan por encubrir o defender al acusado de corrupción.

Viene al caso reflexionar lo señalado por el lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky, quien afirma que el más grave problema a la hora de tomar decisiones políticas, es que para hacerlo la información se recibe. Deberían tomar nota en nuestro nunca bien ponderado gremio de comunicadores, donde ya se han gestado las campañas de desinformación más vergonzosas en la historia de América Latina.

Raúl Melamed versus Carlos Peralta

Tras ser noqueado por el diputado Oscar Tuma, el periodista Carlos Peralta, acusado de corrupción, recibe otra paliza, ahora de Raúl Melamed
Luis Agüero Wagner
viernes, 18 de octubre de 2013, 07:20 h (CET)
Dice el humorista Woody Allen que como requisitos para el estallido de una revolución deben existir dos clases de personas: los “oprimidos” y los “opresores”. Entre ambos grupos, distinguía, los opresores son fáciles de reconocer por cuanto que siempre están pasándola bien.

Medio siglo antes, Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca, dos italianos enemigos de la democracia representativa, habían expuesto el mismo problema cuando teorizaron sobre la autocracia de las elites, repasando ideas mucho más viejas que se remontan a Platón. De acuerdo a estas interpretaciones, un solo autócrata o un grupo de tiranuelos decidían que lo que les convenía a ellos, también le convenía a toda la sociedad y al “pueblo”.

Ese razonamiento fue reciclado en el presente por el empresariado que explota en Paraguay el rubro de la comunicación, al punto que tuvieron éxito para llevar a la presidencia de la república a personajes a los cuales podían obligar a firmar decretos con un simple titular.

En medio de su soberbia, exponentes de esta elite que ni Mosca y Pareto jamás imaginaron, adoptaron la costumbre de ordenar a sus empleados periodistas que llamen a legisladores con el pretexto de entrevistarlos, para luego empezar a insultarlos. En ese contexto, un asalariado que cumplía órdenes de sus amos, acabó recibiendo una dura paliza y cuestionado en el mismo ambiente de la comunicación.

El popular comunicador y estrella de TV, Raúl Melamed, descalificó en ese contexto al periodista Carlos Peralta, en su altercado con el diputado Oscar Tuma, afirmando que el primero "No puede ver la paja en el ojo ajeno y desconocer la viga que tiene en el propio".

Melamed, quien niega ejercer el periodismo, es un conocido crítico del prebendarismo reinante en la prensa corporativa paraguaya, lo cual le costó en el pasado persecuciones azuzadas por el mismo poder mediático. "Coincido plenamente con Oscar Tuma" dijo también Melamed, luego de interiorizarse sobre la polémica en cuestión.

Todo se había iniciado cuando el periodista Carlos Peralta llamó al diputado Tuma, para recriminarle por tener como asistente a su cuñada, a lo que el legislador respondió que estaba en su derecho a contar con la ayuda de alguien de su plena confianza. Aunque en la discusión a la que se puede acceder en Internet, es fácil comprobar que quien subió el tono de la voz fue en verdad el periodista, éste intentó con la ayuda de sus “colegas” difundir la versión que el agraviado había sido él.

Horas después, Tuma reveló que el periodista cuestionado había usado sus influencias desde los medios en los cuales trabaja, para ubicar a varios familiares en puestos prebendarios. La noticia corrió como un reguero de pólvora en las redes sociales y generó la lógica indignación.

Ni corto ni perezoso, Raúl Melamed tomó la posta y se despachó contra Peralta con una colorida andanada de adjetivos. "Carlos Peralta es un vulgar zoquetero" sentenció finalmente, tras argumentar en favor del diputado.

Es notorio en Paraguay que el debilitamiento de los medios masivos, ante el avance de las redes sociales, tiene como aliada a esta elite y a sus delirios, en medio de los cuales envían a pelear sus causas a periodistas con tejado de vidrio. La “conciencia gremial” de la cofradía arrastra a otros tantos por el barranco del desprestigio, dado que en lugar de publicar las denuncias, optan por encubrir o defender al acusado de corrupción.

Viene al caso reflexionar lo señalado por el lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky, quien afirma que el más grave problema a la hora de tomar decisiones políticas, es que para hacerlo la información se recibe. Deberían tomar nota en nuestro nunca bien ponderado gremio de comunicadores, donde ya se han gestado las campañas de desinformación más vergonzosas en la historia de América Latina.

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